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Chile y la muerte asistida

Evan Romero-Castillo (RML)2 de marzo de 2015

Valentina Maureira, joven chilena que sufre fibrosis quística, le pidió a la presidenta Bachelet que le permitiera tener una “muerte digna”. ¿Puede su caso persuadir a los parlamentarios de legalizar la muerte asistida?

Valentina Maureira (izquierda) y la presidenta de Chile, Michelle Bachelet.
Valentina Maureira (izquierda) y la presidenta de Chile, Michelle Bachelet.Imagen: picture-alliance/dpa

“Tengo catorce años, sufro de fibrosis quística y solicito hablar urgentemente con la presidenta. Estoy cansada de vivir con esta enfermedad y ella me puede autorizar la inyección para quedarme dormida para siempre. Ya se me murió un hermano mayor, Michael, con la misma enfermedad”, dice Valentina Maureira en el video grabado en un hospital de Santiago de Chile y colgado en Internet, con Michelle Bachelet como destinataria.

El mensaje en cuestión causó conmoción en el país sudamericano y persuadió a la jefa del Gobierno de visitar a la joven. Sin embargo, el encuentro de Maureira y Bachelet no dio los frutos que la primera esperaba: el vocero de la mandataria, Álvaro Elizalde, señaló que es imposible cumplir el deseo de la pequeña porque la noción de “muerte asistida” no está contemplada en las leyes de Chile, ni siquiera en casos excepcionales.

“Chile es percibido como un país latinoamericano donde prevalecen valores muy conservadores. Pero es importante destacar que la de la muerte asistida es una cuestión controversial dentro y fuera de sus fronteras. En Alemania no es menos polémica”, comenta Detlef Nolte, director del Instituto de Estudios Latinoamericanos, adscrito al Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (ILAS-GIGA), en entrevista con DW.

Kottow Lang: “El Gobierno ya dijo que su prioridad es la ley para regular el aborto, no la eutanasia”.Imagen: picture alliance/Demotix

Chile ante un asunto espinoso

“En Chile existe una alusión indirecta a la eutanasia en el artículo 14 de la Ley 20.584, promulgada en 2013, sobre derechos y deberes del paciente. El artículo reza: ‘En ningún caso el rechazo al tratamiento podrá tener como objetivo la aceleración artificial de la muerte, la realización de prácticas eutanásicas o el auxilio al suicidio’”, cita Miguel Kottow Lang, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile.

“Ese artículo no sólo niega de plano la posibilidad de una eutanasia pasiva, sino que amenaza al paciente con la pérdida de su autonomía si contraviene esta norma”, acota el catedrático chileno. “Existe un proyecto de ley que busca reactivar la discusión sobre la eutanasia, pero no creo que tenga futuro –ni siquiera en el Parlamento– porque el Gobierno ya dijo que su prioridad es la ley para regular el aborto”, dice Kottow Lang.

La “Ley Zamudio”, ¿un posible precedente?

¿No es posible que la dramática petición hecha por Maureira convenza a las autoridades chilenas de que las normas para regular el acceso a la muerte asistida son necesarias? Después de todo, cabe recordar que, como el video de Valentina Maureira, el suceso que impulsó la entrada en vigor de la Ley 20.609 –conocida en Chile como “ley antidiscriminación” o “Ley Zamudio”– fue uno que impactó emocionalmente a muchos chilenos: hace exactamente tres años, el 2 de marzo de 2012, cuatro neonazis golpearon brutalmente al joven Daniel Zamudio por ser homosexual. La víctima murió tras una larga agonía veinticinco días después.

La “ley antidiscriminación” se vio impulsada en Chile por el ataque homofóbico a Daniel Zamudio (2.3.2012).Imagen: picture-alliance/dpa

“El asesinato de Zamudio, agravado por la homofobia como motivo del crimen, propició cambios en la legislación y en la sociedad chilena porque la condena del homicidio era casi unánime”, explica el director del ILAS-GIGA. “Además, tengo entendido que se hizo un trabajo de concientización de cara a la vulnerabilidad de las minorías sexuales en el país. No obstante, en lo que respecta al caso de esta niña, no creo que quepa esperar mociones legislativas para facilitar el acceso a la eutanasia. Las posiciones de la sociedad chilena frente a un caso y a otro son muy distintas en este momento”, sostiene Nolte.

“Lo que sí es probable es que el debate público en torno a la muerte asistida le termine haciendo bien a Chile, independientemente del resultado al que se llegue en esta ocasión”, subraya Nolte. “Yo me temo lo contrario”, admite Kottow Lang.

El debate postergado

El encuentro de Valentina Maureira y Michelle Bachelet (foto) no dio los frutos que la primera esperaba.Imagen: Claudio Santana/AFP/Getty Images

“El año pasado se inició un debate sobre la eutanasia a raíz de una carta enviada por un galeno prominente, el Dr. Manuel Almeida, al Colegio Médico”, cuenta el docente de la Universidad de Chile. En esa carta, Almeida solicitó que se convocara a un Consejo de Hombres Buenos para que discutiera el tema de la eutanasia. No pidió que se redactara ley alguna, sólo que se debatiera sobre el asunto. Aunque el Colegio Médico no respondió, la misiva fue publicada en julio de 2014 en la revista Salud Pública, de la cual soy co-editor. Eso desencadenó una enorme discusión en los medios”, recuerda Kottow Lang.

“La pregunta recurrente era si la sociedad chilena era lo suficientemente madura como para abordar la materia. Mi respuesta siempre fue: ‘No es una cuestión de madurez, sino de urgencia’. No obstante, hasta el sol de hoy no ha habido un debate público alrededor de la eutanasia que allane el terreno para un proyecto de ley que plantee fundadamente la necesidad de hacerla posible y regularla”, lamenta el profesor chileno.

Una aparición “contraproducente“

“El ‘caso Maureira’ es contraproducente para quienes desean ver posibilitado el acceso a la eutanasia. Primero, porque una petición como la de Valentina Maureira, dirigida directamente a las más altas autoridades, ha sido denegada más de una vez, en Gran Bretaña, Francia e Italia. En Chile pasa lo mismo y sienta un precedente del que pueden sacar provecho los adversarios de la eutanasia”, explica Kottow Lang.

Kottow Lang: “El ‘caso Maureira’ es contraproducente para quienes desean ver posibilitada la eutanasia”.Imagen: picture-alliance/dpa

“Segundo, el futuro de Maureira es muy incierto. Aunque ha sufrido mucho, su enfermedad no está en un estadio terminal; ella no va a mejorarse, pero puede vivir –o no– en condiciones como las actuales durante mucho tiempo. Aún si existiera una ley de eutanasia, ella no se beneficiaría de ella. Tercero, ella tiene 14 años y en Chile no se le percibe como una persona con capacidad para tomar esa decisión”, sigue el experto.

“Cuarto, esa decisión tendría que ser tomada por los representantes de Valentina Maureira, pero su padre ha incurrido en contradicciones lamentables: él dice que entiende a su hija, pero que no quiere perder a otro hijo por causa de esta enfermedad. Él dice que se está endeudando enormemente con los costos del tratamiento de su hija, pero la fibrosis quística es una enfermedad que recibe atención oportuna, inmediata y gratuita”, contrasta Kottow Lang.

“Entonces, allí hay una incongruencia y el propio padre de Maureira ha dado pie para que se piense que los motivos detrás de la petición de eutanasia pueden ser de índole económica. Su neutralidad está en entredicho. Todos esos factores enturbian mucho la discusión y atentan contra un debate previo, profundo y sin mala fe sobre la eutanasia. Sólo después de ese debate puede venir un proyecto de ley muy formal, concreto, específico y claro. Pero esa posibilidad se está perdiendo aquí gracias al aura espectacular que tiene el caso de Maureira”, lamenta Kottow Lang.

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