Más de 20 mil niños chilenos habrían sido sustraídos o adoptados irregularmente en las últimas décadas. La mayoría fueron entregados en el extranjero. Hoy buscan sus raíces y se reencuentran con sus familias.
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Muchos crecieron creyendo que fueron abandonados o escuchando que tener una familia adoptiva les daba oportunidades que de otra forma no hubiesen tenido. Pero la gran mayoría de las veces, la historia que los chilenos adoptados descubren es mucho más compleja.
Constanza del Río se enteró de que no era hija biológica de sus padres recién a los 39 años. Ellos la recibieron recién nacida de un afamado médico que hacía estos "favores” ilegales. "Fue un terremoto”, dice a DW. En medio de la complicada búsqueda de sus padres orígenes, descubrió que no era un caso aislado. Dos años más tarde, en 2014, creó la Fundación Nos Buscamos para ayudar también a otros.
Jóvenes solteras con un embarazo no deseado o convencidas por su familia de evitar la supuesta vergüenza, eran las proveedoras de niños. A veces eran engañadas y se les decía que el hijo había muerto. Las sustracciones y adopciones irregulares no quedaban en ningún registro.
En su investigación, Constanza descubrió también redes de matronas, médicos, asistentes sociales, sacerdotes, monjas y jueces, que captaban niños, en su mayoría para enviar al extranjero. En ese caso apuntaban a recién nacidos en hospitales públicos con madres adolescentes, mujeres pobres, analfabetas, campesinas o indígenas. Las amenazaban con perder el empleo o no ser capaces de hacerse cargo del hijo. O les mentían para quitárselo, decían que estaba enfermo o no había sobrevivido.
"La Policía de Investigaciones estima que son más de 20 mil casos, pero también se ha hablado de 50 mil”, dice Constanza del Río. En pocos años, la fundación Nos Buscamos ha reunido 7.000 registros de personas que piden ayuda para encontrar a sus padres, o familias que buscan niños perdidos. Los casos van desde 1965 hasta 2020. Han logrado resolver 200.
El ministro Jaime Balmaceda, juez de la Corte de Apelaciones de Santiago, investiga estos delitos. Consultado por DW, dice que se han iniciado 636 causas, de las cuales 624 aún están en tramitación. La gran mayoría, 548 casos, se concentra entre 1965 y mayo de 1988. La disminución posterior tiene que ver con la promulgación de leyes que regulan mejor la salida de niños con fines de adopción.
"Del total de denuncias, en un 52,9 por ciento el destino de los niños aún es desconocido. El 36,8 por ciento salieron del país con fines de adopción en el extranjero y el 10,3 por ciento restante se mantuvo en Chile”, explica Balmaceda. Los principales países de destino son Suecia (15,2 por ciento) y Estados Unidos (7,5 por ciento). Alemania aparece en sexto lugar, con un 1,1 por ciento. Del Río estima que la modificación legal que desde los años 90 exige autorización notarial de ambos padres para permitir viajes de menores al exterior contribuyó también a detener el tráfico.
En busca de pistas
En la fundación sin fines de lucro Nos Buscamos trabajan 20 voluntarios. Una vez que entra una solicitud, reúnen las pistas. En ocasiones hay un certificado de nacimiento, un papel del juzgado, el nombre de la madre o el hospital. En otros, la investigación comienza a oscuras y casi la única esperanza es el test de ADN que se envía a un banco internacional para encontrar posibles coincidencias. También colaboran e intercambian información con la plataforma internacional Chilean Adoptees Worldwide (CAW), que desde Europa ayuda a adoptados chilenos en todo el mundo a encontrar a su familia biológica.
En cada hospital funcionaba una asociación ilícita con una persona a la cabeza: "En el de Chillán era una monja belga. En el caso de los niños que se fueron a Suecia, la cabecilla era una sueca que vive en Chile hace 40 años, fue denunciada, pero nunca ha sido encarcelada”, relata del Río. Los que llegaron a Alemania provienen principalmente de la zona de la colonización alemana en el sur, en torno a las ciudades de La Unión y Osorno. "Allí había una monja alemana y sacerdotes con contacto estrecho con su país, que facilitaron el tráfico”, agrega.
Durante años, una jueza fue conocida por entregar permisos de tuición para sacar menores de Chile. "Los niños podían salir en menos de dos semanas del país. Incluso padres adoptivos alemanes y suecos no necesitaban venir a buscarlos. Partían con una azafata o se le pagaba a alguien para llevarlo en brazos y entregarlo en el centro de adopción”, relata la directora de la fundación.
A la fecha, la justicia ha tomado declaraciones, revisado documentación, hecho pruebas biológicas e incluso ordenado exhumaciones. Pero no hay personas sometidas a proceso, confirma Balmaceda. Un miembro del poder judicial actualmente tiene la calidad de rebelde: "citada a comparecer al juicio no lo hizo y se le despachó una orden de detención que fue devuelta diligenciada sin resultados”, agrega el ministro Balmaceda. El tiempo pasa y se dificulta acceder a testigos y documentación antigua y diseminada por el país. De acuerdo con la ley chilena, no existe un plazo fijo para la investigación.
Búsqueda y reencuentro
Constanza del Río se ha reunido con ministros, parlamentarios y embajadores. Ha recorrido Chile y varios países tratando de armar el puzzle, encontrar apoyos y promover políticas de prevención. Muchos niños que llegaron a Alemania y Suecia eran registrados en Chile con sus futuros nombres, lo que dificulta pesquisar sus orígenes. "Esos casos son como un 'lavado de niños'. Es imposible buscar hacia atrás. Otro factor que facilitó estas sustracciones es que en Chile todavía se puede registrar a un niño con testigos, sin necesidad de un certificado de parto”, advierte del Río.
La Fundación sostiene que la búsqueda debiera ser una tarea del estado, no sólo de organizaciones particulares, y pide mejorar el acceso a documentos online, también para quienes viven fuera de Chile. "Los extranjeros que se comunican con nosotros siempre supieron que fueron adoptados, pero hoy se preguntan si fueron traficados y quizás su mamá no los abandonó. Saber eso les permite pararse distinto en la vida”, dice del Río.
"El octavo artículo de los derechos de los niños es el derecho a la identidad y la historia personal. Saber de dónde venimos nos pone un pasado, se puede ver hacia adelante de otra forma y entenderse mejor”, agrega. Así le ocurrió a ella hace tres años: "Cuando encontré a mis hermanos biológicos encontré a mi tribu. Nos parecemos, nos gustan las mismas cosas”. Su historia la cuenta en el libro "Nos buscamos”.
Para muchas madres es impactante encontrar a un hijo que siempre creyeron muerto. Muchas se sienten culpables o se avergüenzan de no haber luchado más por ellos. Pero cuando se dan cuenta de que fueron víctimas de redes de tráfico de niños, comienzan a mirar hacia adelante y la gran mayoría acepta entrar en contacto, relata del Río: "El hijo o hija sólo quiere verla, no la va a juzgar ni criticar. Para la mayoría, contactar a su familia les da tranquilidad y son más felices”. (dz)
Madres buscan a sus hijos en la ruta del migrante
Cuarenta madres centroamericanas siguieron la ruta del migrante durante 18 días, en busca de sus hijos desaparecidos. Ellos, al igual que miles más, intentaron atravesar México para migrar a los Estados Unidos.
Imagen: DW/C. Pagaza
Madres centroamericanas en la búsqueda
Cuarenta mujeres procedentes de Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Honduras entraron a México el jueves (20.11.2014) por El Ceibo, una población localizada en el municipio de Tenosique en el estado mexicano de Tabasco, que hace frontera con Guatemala. Muchas de ellas esperaron durante años la oportunidad de pasar por México.
Imagen: DW/C.Pagaza
Desaparecidos durante años
Miles de migrantes centroamericanos desaparecen cada año en su intento por atravesar México hasta los Estados Unidos. Algunos incluso pierden la vida. Sin embargo, quienes se quedan atrás, sus familias, no pierden la esperanza de encontrarlos. Cada año, decenas de madres marchan por la misma ruta, en busca de sus hijos perdidos.
Imagen: DW/C. Pagaza
Visas temporales
A su llegada, las mujeres recibieron una visa temporal otorgada por el Instituto Nacional de Migración en México. Con ella podrán transitar libremente por el país durante los 18 días del recorrido. Este se realizará por diez estados de la República Mexicana.
Imagen: DW/C.Pagaza
Palenque, Chiapas
En el segundo día de la caravana, las madres fueron recibidas en Palenque, Chiapas. Allí las religiosas de la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán les dieron de comer. Además hablaron con varios de los migrantes que actualmente habitan la Casa del Caminante jTatic Samuel Ruiz García, en busca de información sobre sus hijos desaparecidos.
Imagen: DW/C. Pagaza
Villa Hermosa, Tabasco
En el centro de Villa Hermosa, Tabasco, las mujeres se manifestaron colocando las fotos de sus hijos en el suelo. Con ello pretenden denunciar la falta de apoyo de las autoridades mexicanas en la búsqueda de los desaparecidos. Hasta ahora sólo organizaciones como el Movimiento Migrante Mesoamericano han podido brindar informaciones relevantes.
Imagen: DW/C. Pagaza
Archivo del Instituto Nacional de Migración
En el tercer día de recorrido, las madres acudieron a la Estación Migratoria del INM en Acayucan, Veracruz, con la intención de acceder a la base de datos de los actuales detenidos por las autoridades migratorias. Sin embargo no obtuvieron información alguna sobre el posible paradero de sus hijos. La base de datos actual sólo contiene información de los últimos tres años.
Imagen: DW/C. Pagaza
Reencuentro después de 17 años
Al cuarto día de recorrido, Leonila Guerra, de Honduras, se reencontró con su hermano Oswaldo después de 17 años, en Coatzacoalcos, Veracruz. Con el apoyo de la población local, el Movimiento Migrante pudo seguirle la pista a Oswaldo, quien hoy trabaja como obrero en Veracruz. Por la falta de servicios de comunicación no había podido contactar a su familia en Honduras.
Imagen: DW/C. Pagaza
Se encuentran de dos a tres personas por recorrido
Pero no todas las mujeres encontrarán a sus familiares perdidos. Según Fray Tomás González Castillo, el padre franciscano a cargo del albergue de migrantes "La 72" en cada recorrido se encuentran alrededor de dos o tres personas. Esta, dice es una oportunidad "única", para seguirles el rastro. Muchas mujeres esperan años para poder venir.
Imagen: DW/C. Pagaza
Las rutas de migración en México
Miles de migrantes centroamericanos cruzan México ilegalmente cada año. De las diferentes rutas que llevan de sur a norte, todas son peligrosas. Una de las más conocidas es la del "tren de la muerte", también conocido como "La Bestia". En el, los migrantes inician su travesía hacia los Estados Unidos por el sureste mexicano: Yucatán, Campeche, Tabasco, Chiapas y Veracruz.
Siguiendo a "La Bestia"
La caravana de madres centroamericanas también sigue su búsqueda por los distintos puntos de peligro del recorrido de "La Bestia". Aquí se encuentran en la estación de Chontalpa, en el municipio de Huimanguillo, Tabasco. Esta cuenta como una de las estaciones ferroviarias más peligrosas para los migrantes, que muchas veces son extorsionados, secuestrados o asesinados.
Imagen: DW/C. Pagaza
El programa Frontera Sur
En julio, las autoridades migratorias mexicanas reforzaron los controles en la frontera sur del país. Un comisionado especial aumentó la vigilancia como consecuencia de la crisis de este año por la llegada masiva de niños y adolescentes migrantes a E.U. El Instituto Nacional de Migración en México dijo haber retornado alrededor de 6.000 migrantes centroamericanos tan solo en el mes de agosto.
Imagen: DW/C. Pagaza
Postes "antimigrantes"
La compañía de ferrocarriles Ferrosur colocó postes en los costados de la via del tren a su paso por Tlaxcala, los cuales ponen en riesgo a las personas que quieran bajar y subir del tren.
Imagen: DW/C. Pagaza
Destrucción simbólica de postes
En un acto de protesta simbólico, las madres centroamericanas destruyeron un poste de cartón con las mismas características de los postes que Ferrosur colocó a lo largo de las vías del tren en el estado de Tlaxcala. Exigieron que se retiren los postes de concreto y varilla que han causado la muerte de los migrantes centroamericanos que intentan subir al tren en ese punto del recorrido.
Imagen: DW/C. Pagaza
Flores a los migrantes difuntos
En memoria de los migrantes que han perdido la vida a causa de los postes que se colocaron a orillas de las vías del tren, en la ciudad de Apizaco, Tlaxcala, las madres centroamericanas, que entraron a México en busca de sus hijos desaparecidos, colocaron un ramo de flores. Cualquiera de los muertos también podría haber sido alguno de sus hijos.
Imagen: DW/C. Pagaza
No se rinden
A ocho días del comienzo de la caravana de madres centroamericanas, la búsqueda continúa. De distintas maneras intentan difundir las fotos de sus hijos, las cuelgan en las localidades por donde suponen que ellos pasaron en algún momento o van de puerta en puerta preguntando por alguna información que las acerque al paradero de los desaparecidos.
Imagen: DW/C. Pagaza
Todos somos Ayotzinapa
Las madres centroamericanas se unieron a las protestas por los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala, Guerrero el pasado 26 de septiembre, con el lema: "vivos se los llevaron, vivos los queremos". Su denuncia, dijeron, es la misma: "nuestros hijos entraron vivos a México y vivos los queremos encontrar".
Imagen: DW/C. Pagaza
México es un purgatorio para los centroamericanos
Nino Quaresima (izquerda), representante de la caravana italiana que se lleva a cabo a la par con la marcha en México, asegura que "hasta hace pocos años, México representaba un cobijo para los migrantes que huían de sus países y de las dictaduras que los oprimían", sin embargo ahora es un "purgatorio que los centroamericanos atraviesan intentando sobrevivir y hacer sobrevivir a sus familias".
Imagen: DW/C. Pagaza
Enterrados entre la basura
Durante el recorrido las mujeres visitaron el panteón municipal "Domingo de Ramos", en Juchitán, Oaxaca. A espaldas del lugar hay una fosa común con los restos de decenas de migrantes sin reconocer, entre basura, restos de animales, flores marchitas y veladoras. En 2007 la administración municipal creó este espacio para sepultar a más de 14 personas que naufragaron en las costas de Oaxaca.
Imagen: DW/C. Pagaza
"Así termina el sueño americano"
Indignada al ver las condiciones en que son abandonados los cadáveres de los migrantes centroamericanos en México, Anita Zelaya de El Salvador dice: "los entierran como animales, entre la basura... y duele mucho pensar que nuestros hijos podrían estar aquí." Rubén Figueroa del Movimiento Mesoamericano llamó a las autoridades mexicanas a crear un banco de ADN para identificar los restos.