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China debe rendir cuentas de sus actos hacia Hong Kong

1 de julio de 2022

En el 25º aniversario del traspaso británico de Hong Kong a China, la táctica de mano dura de Pekín contra el Estado de derecho y la democracia le hace la vida imposible a muchos hongkoneses, escribe Glacier Kwong.

Paraguas como símbolo de protesta: manifestación en el 20º aniversario de la entrega de Hong Kong a China.
Paraguas como símbolo de protesta: manifestación en el 20º aniversario de la entrega de Hong Kong a China.Imagen: AFP/Getty Images

Nací en 1996, un año antes del traspaso de Hong Kong a China, hace 25 años. Crecí en una época en la que Hong Kong era relativamente libre. Se me enseñó a pensar críticamente, a expresar mis opiniones y a pelear por la democracia y la libertad. Me convertí en activista a la edad de 15 años, siendo testigo de primera mano del poder de nuestros movimientos sociales, viendo la posibilidad de que Hong Kong cambiara para mejor. Por un tiempo, incluso vimos algunos éxitos, como cuando el Gobierno abandonó las propuestas de un currículo patriótico chino en las aulas.

En ese momento, tenía esperanzas. Recuerdo haber pensado para mis adentros: si luchamos con más fuerza, tal vez pronto obtengamos el sufragio universal. Pero luego, Pekín se decidió en contra de esa idea del sufragio universal, y acabó desencadenándose la Revolución de los Paraguas, en 2014. El mundo aplaudió nuestro coraje, pero no obtuvimos lo que queríamos.

La táctica represiva de China

Desde entonces, la ciudad ha cambiado mucho, pero siempre para peor. A los candidatos se les prohibió presentarse a las elecciones, y los legisladores electos fueron descalificados, mientras el mundo nos enviaba sus "pensamientos y oraciones”, pero no hacía nada.

En 2019, surgió el movimiento contra la ley de extradición, convirtiéndose en el mayor movimiento social de la historia de Hong Kong. También me mostró algo que nunca había visto con mis propios ojos: brutalidad policial, gases lacrimógenos, disparos de munición real contra menores y violaciones masivas de los derechos humanos en los centros de detención.

La activista por la democracia Glacier Kwong, de Hong Kong, vive hoy en Hamburgo.Imagen: privat

Luego se implementó la ley de seguridad nacional para cercenar la libertad y la autonomía de la ciudad de una vez por todas. Amigos y seres queridos fueron arrestados, uno por uno, desapareciendo tras las rejas. Me vi obligada a exiliarme. El mundo estaba "profundamente preocupado". Una vez más, nadie hizo nada.

Mi vida ahora está dominada por un flujo interminable de malas noticias sobre  Hong Kong. Los medios de comunicación se vieron obligados a cerrar, hubo detenciones por sedición por haber comentado las medidas contra la pandemia tomadas por el Gobierno, más amigos fueron arrestados u obligados a huir de la ciudad.

Políticos y gobiernos del mundo se muestran siempre comprensivos hacia nuestra situación. Nos dicen que somos valientes y honorables, lamentan nuestros sacrificios y están profundamente preocupados por la expansión de Pekín en el mundo. Pero lo hacen únicamente sobre el papel.

Hay que hacer que Pekín asuma su responsabilidad

La comunidad internacional nunca ha ido más allá de gestos de solidaridad vacíos y nunca ha tratado de que la República Popular China rinda cuentas por lo que le ha hecho tanto a mi ciudad como al orden legal que aniquila. El mundo ha visto cómo Pekín reforzaba su control sobre Hong Kong y trataba de minar nuestros valores comunes. Los hongkoneses y muchas otras víctimas de las políticas de Pekín están solos en la línea del frente de lucha contra un régimen brutal y expansionista. El mundo libre nunca ha honrado nuestros sacrificios. En este día, en el que conmemoramos el 25º aniversario del traspaso de Hong Kong y del sufrimiento de mis compatriotas, quiero hacer un llamamiento para que presionen a sus gobiernos, a fin de que tomen medidas para responsabilizar a China.

Impongan sanciones contra las personas que están involucradas en la erosión de las libertades de Hong Kong. Prohíbanles disfrutar de su riqueza en los países en donde ustedes viven. Además, examinen más a fondo el control de exportaciones sobre bienes de doble uso y tecnologías de vigilancia. No permitan que empresas de su país contribuyan a cometer crímenes contra los derechos humanos. Prohíban el uso de productos relacionados con abusos de los derechos humanos en Hong Kong y China, y no utilicen el dinero de los contribuyentes para apoyar a empresas cómplices.

"Stand with Hong Kong” (Apoyen a Hong Kong) es más que un eslogan. Es la determinación de lograr que China rinda cuentas por lo que nos ha hecho a nosotros, los hongkoneses, y a nuestros valores comunes.

Glacier Kwong es coordinadora de Campañas de Hong Kong para la Alianza Interparlamentaria sobre China.

(cp/ms)

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