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China-EE.UU: política comercial en la encrucijada

16 de agosto de 2019

Los socios comerciales de EE. UU. están aún a tiempo de elegir: aumentos arancelarios recíprocos y la destrucción del libre comercio, o la reducción de los aranceles. La decisión debe tomarse pronto, dice Dennis Snower.

Symbolbild China - USA
Imagen: Reuters/J. Lee

Los socios comerciales de Estados Unidos se encuentran en una encrucijada: la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha alcanzado un nivel peligroso desde que el Ministerio de Comercio de Estados Unidos calificó a China de "manipulador de divisas". Esto fue en respuesta al debilitamiento de la moneda china, que había caído a su nivel más bajo desde 2008.

En una probable respuesta estratégica, Pekín permitió que el renminbí cayera en picado para restablecer sus ventajas comerciales y contrarrestar los efectos de la próxima ronda de sanciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump: a partir de septiembre aplicará un diez por ciento adicional en aranceles a productos chinos por un valor de 300.000 mil millones de dólares. Esto significaría que casi todas las importaciones estadounidenses de China estarían sujetas a derechos de aduana. En la actualidad, se aplican aranceles del 25 por ciento a productos chinos por valor de 250 mil millones de dólares.

Si Estados Unidos continúa optando por este camino destructivo, dañará la economía global y el comercio internacional. Esta política de represalias recíprocas espontáneas, donde los aranceles se incrementan constantemente y las monedas se devalúan, es solo el comienzo.

El economista estadounidense Dennis J. Snower junto a la canciller alemana, Angela Merkel, en el Global Solutions Summit en mayo de 2019.Imagen: picture-alliance/dpa/K. Nietfeld

Consecuencias globales

En una nueva escalada comercial, Pekín podría desprenderse masivamente de los bonos de deuda estadounidenses. Esta medida haría que China redujera su valor, desestabilizaría el sistema financiero de EE. UU. y usaría su posición como arma por ser el mayor deudor extranjero de EE. UU. Aunque China vendió títulos de deuda por valor de 20.500 millones de dólares en marzo, más de lo que ha hecho en dos años, el país sigue siendo el mayor deudor extranjero de Estados Unidos, porque todavía tiene 1,2 billones de dólares en bonos del Tesoro de Estados Unidos. En un mundo de interacciones mutuas, esto tendrá consecuencias globales.

Desde 2018, cuando Trump se dedicó a reducir el déficit comercial con China, ambos países han entrado en un proceso de agravamiento comercial mutuo "ojo por ojo y diente por diente". Han entrado en una guerra comercial que se intensifica cada vez más. El conflicto en sí mismo es una interpretación errónea y peligrosa del "juego de suma cero", en el que la ganancia de un país supone siempre la pérdida de otro.

Los socios comerciales de Estados Unidos no tienen que seguir el mismo camino. Hay otra manera de actuar: podrían evitar participar en el juego e intentar ir siempre un paso más adelante que el otro, y dejar de responder a los aumentos arancelarios de Estados Unidos, reduciendo los aranceles y otras barreras comerciales. Esto desviaría el comercio de EE. UU. hacia otros países, con el apoyo de acuerdos comerciales que estén en línea con las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Las cadenas de valor globales se adaptarían a ello.

Bajo el liderazgo de los países del G20, del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la Organización Mundial del Comercio (OMC) se apostaría por la cooperación. Con la participación en un comercio reglamentado no solo se maximizaría el éxito material, sino que también se promovería el bienestar social de los ciudadanos. Un sistema así no destruiría el comercio, sino que lo revitalizaría, con el objetivo de que todos los países se beneficien de él.

Fomentar la cooperación

Esta forma de actuar no se basa en el altruismo o en un esfuerzo más allá de los intereses legítimos de un país. El comercio es más bien un medio para promover el bienestar humano en las sociedades prósperas.

En cualquier caso, es necesaria la cooperación con instituciones multinacionales como el G20, que, al fin y al cabo, representa el 80 por ciento del rendimiento económico mundial, lleva a cabo las tres cuartas partes del comercio global y representa a dos tercios de la población del planeta. También representa a las dos economías más grandes del mundo, Estados Unidos y China, a diferencia de las asociaciones regionales o el grupo G7.

Si seguimos optando por este camino destructivo, pronto será imposible volver atrás. Ahora es el momento de reflexionar. Si Estados Unidos no puede reconocer este hecho, el mundo sí puede hacerlo.

Dennis J. Snower es fundador y presidente de Global Solutions Initiative. El economista fue hasta febrero de 2019 presidente del Instituto Kiel para la Economía Mundial (IfW).

(rmr/cp)

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