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América Latina: China llegó para quedarse

Jan D. Walter
3 de febrero de 2021

China ha aprendido la lección en América Latina y está reduciendo su participación financiera. Sin embargo, su influencia sigue creciendo. Ahora, el país también pone sus ojos en México. Y Occidente sigue impávido.

Wang Yi, ministro de Exteriores de China en reunión bilateral con México el 23 de julio de 2020.
Wang Yi, ministro de Exteriores de China en reunión bilateral con México el 23 de julio de 2020. Imagen: Rong Hao/Zuma/dpa/picture alliance

Minas de metales preciosos, líneas ferroviarias y centrales hidroeléctricas: el abanico de proyectos con financiación china en América Latina es amplio. A principios de la década de 2000, la potencia asiática incursionó en la región, viéndola como mercado de ventas, fuente de materias primas y destino de inversiones. Pero después de un verdadero boom chino, especialmente en Sudamérica, el interés chino en la región parece estar disminuyendo.

Según la Universidad de Boston y la ONG estadounidense Diálogo Interamericano, Pekín y sus bancos prestaron unos 1.700 millones de dólares al año a América Latina entre 2005 y 2015. Desde 2016, esa cifra se ha reducido a la mitad año tras año, hasta los 275 millones de dólares en 2019, y China no hizo un solo préstamo a ningún país latinoamericano en 2020. Durante el mismo periodo, el comercio de bienes también se debilitó: entre 2000 y 2013, el comercio conjunto creció una media del 30% anual, tras lo cual disminuyó en algunos momentos, y solo volvió a los niveles de 2014 en 2019.

Dependencia mutua

Sin embargo, Margaret Myers, coautora del estudio, no considera que haya una verdadera desaceleración: "Muchos países latinoamericanos han tenido dificultades económicas", afirma la responsable del programa sobre China y América Latina de Diálogo Interamericano.

Las relaciones son ya demasiado estrechas para que se produzcan grandes cambios de rumbo, dice Myers: "Si, por ejemplo, el suministro de soja de Argentina y Brasil se entorpece, los gobiernos de ambas partes tienen un gran problema. "Brasil ya suministra cerca del 100% de su cosecha de soja a China”. La relación comercial es saludable, "pero es poco probable que veamos tasas de crecimiento como las de hace una década”, agrega Myers.

Insumos médicos chinos en el aeropuerto de Caracas, el 16 de mayo de 2019.Imagen: Getty Images/AFP/M. Recinos

Sin embargo, parece que China está replanteando la inversión directa. Durante años, Pekín ha concedido enormes préstamos, especialmente a los gobiernos de izquierda. Entre ellos, a los de Ecuador, Argentina, Brasil y, sobre todo, Venezuela. Casi la mitad del dinero que China prestó a la región entre 2005 y 2019 fue a parar al régimen de Caracas para ampliar la producción de petróleo con el fin de que pudiera pagar sus deudas. "Lo cierto es que la producción de crudo se ha desplomado desde entonces hasta un 20 o 25 por ciento", apunta Harold Trinkunas, experto en América Latina de la Universidad de Stanford. 

Venezuela y Brasil 

Críticos acusan a Estados Unidos y Europa de quedarse de brazos cruzados mientras China extiende sus tentáculos en América Latina. Pero los casos de Argentina y Venezuela tienden un velo sobre las garantías que ofrecen los demás países.

Los compradores de bonos del Estado argentino lo saben, al igual que la petrolera española Repsol, cuyas acciones en la filial argentina YPF fueron expropiadas por el Gobierno de Buenos Aires en 2012. La aventura de construir una planta siderúrgica en Brasil le costó al tradicional grupo alemán ThyssenKrupp unos diez mil millones de euros. Por citar solo algunos ejemplos.

Mientras tanto, Pekín también ha tenido experiencias de este tipo. Como consecuencia, dice Myers, China se ha replanteado su compromiso financiero. Ya casi no concede préstamos de gobierno a gobierno. La inversión directa de las empresas chinas, por ejemplo en proyectos de infraestructura en los sectores de la energía o el transporte, es ahora más importante. "A pesar de su creciente experiencia con América Latina, a China le siguen sorprendiendo los problemas", afirma Myers.

Una situación en la que todos ganan

Sin embargo, China acepta estos riesgos porque espera obtener réditos políticos: "China utiliza los préstamos y las inversiones para asegurarse votos en los organismos de la ONU y el apoyo a su política de 'una sola China'", afirma el investigador de Stanford. "Pero esto funciona sobre todo con los países pequeños y sobreendeudados". A finales de 2018, por ejemplo, El Salvador rompió sus lazos diplomáticos con Taiwán a cambio de la promesa de China de ayudar al país a construir un estadio, una biblioteca de varios pisos y una planta de tratamiento de aguas residuales. Antes, la República Dominicana y Panamá ya habían reconocido la política de "una sola China", dando también la espalda a Estados Unidos.

"Puede ser muy útil para los países más pequeños enfrentar a las dos superpotencias", afirma Trinkunas. El objetivo de cambiar de bando, dice, podría ser no solo atraer la inversión china, sino también conseguir más apoyo de Estados Unidos.

Sin embargo, a menudo China y sus empresas son simplemente los financiadores más atractivos para los gobiernos latinoamericanos, a pesar de que a menudo condicionan sus inversiones al uso de equipos y mano de obra chinos. Porque, a diferencia de los socios occidentales, no se preocupan por los derechos humanos, la conservación de la naturaleza o la corrupción, afirma Trinkunas.

Ayuda en la crisis de la pandemia

Marcelo Ebrard, ministro de Exteriores de México. Imagen: Marco Gonzalez/NOTIMEX/dpa/picture alliance

La retirada de China de la región no es total. Pekín está ahora incluso cortejando al gobierno de México, el único país de la región que aún mantiene fuertes lazos económicos con Estados Unidos. Pero también es uno de los pocos países en los que China ha aumentado sus inversiones. A principios de este año, el ministro mexicano de Asuntos Exteriores, Marcelo Ebrard, confirmó que su país quería intensificar su asociación estratégica con China.

En la crisis del coronavirus, China proporcionó apoyo temprano, como mascarillas, a varios países de América Latina. En Brasil se desarrollaron ensayos clínicos de la vacuna china CoronaVac. Está previsto que Chile reciba esta semana dos millones de dosis de la vacuna china Sinovac.

"La ayuda de China en la crisis del COVID es sin duda un gesto de solidaridad", afirma Margaret Myers. "Pero también es una oportunidad para mostrar los desarrollos de las empresas chinas en biomedicina y diagnósticos de inteligencia artificial", describe Myers.

Al igual que en el plano económico y político, esto pone de manifiesto otro aspecto que caracteriza a China como parte del sur global, lo que la diferencia de Estados Unidos como socio para América Latina. "Muchos de estos países se enfrentan a los mismos problemas y están abiertos a encontrar soluciones comunes para ellos”, concluye la analista,.

(jov/er)

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