China se niega a congelar deuda por pandemia a países pobres
12 de octubre de 2020
A pesar de que China es el principal acreedor de los países más pobres, se niega a participar en moratoria colectiva de la deuda, según el Banco Mundial (BM). La idea busca dar un alivio a los más golpeados por COVID-19.
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La parte del gigante asiático en el pasivo total adeudado a los países del G20 por otras naciones aumentó del 45% en 2013 al 63% a fines de 2019, señaló el BM en un comunicado. "Durante el mismo período, la parte de Japón, el segundo mayor acreedor en el G20, se mantuvo prácticamente sin cambios en un 15%", agregó. En abril, el G20 presentó la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda (DSSI) para aliviar a los países más vulnerables golpeados por la pandemia de COVID-19. Esto entró a regir el 1 de mayo, durante un año.
Desde entonces, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el G7 han pedido que se extienda, lamentando la falta de participación de los acreedores del sector privado, lo cual debilita la iniciativa.
El presidente del Banco Mundial, David Malpass, subrayó el lunes su "frustración" durante una conferencia telefónica. Además, lamentó la "participación parcial" de los acreedores bilaterales oficiales. "Algunos de los mayores acreedores bilaterales oficiales, incluidos algunos de China, aún no participan en la moratoria", dijo.
Pekín declara banco propio como "comercial” para evadir responsabilidad
Esta iniciativa beneficia a más de 70 países pobres, incluidos Honduras, Haití y Nicaragua en América Latina. La deuda total de los países elegibles para la DSSI subió un 9,5% en 2019, antes de la pandemia, a 744.000 millones de dólares, una cifra récord. Sobre este monto, 178.000 millones corresponden a deuda bilateral, en su mayoría con miembros del G20.
A fines de septiembre, los ministros de Finanzas del G7 dijeron que estaban a favor de extender la moratoria, pero pidieron una participación justa entre todos los acreedores. También lamentaron "profundamente" las medidas adoptadas por algunos países para evitar participar en esta iniciativa, por ejemplo, clasificando a sus instituciones públicas como prestamistas comerciales. Sin nombrarlo, apuntaron implícitamente a China, cuyo Banco de Desarrollo es considerado por Pekín como un banco comercial, lo que permite que no sea incluido en una iniciativa de moratoria de deuda.
Según el G7, la DSSI ya ha permitido a 43 países diferir 5.000 millones de dólares en pagos oficiales del servicio de la deuda para liberar dinero para responder a la pandemia covid-19.
jov (afp, bancomundial)
Honduras: coronavirus y el infierno de las cárceles
En las cárceles de Honduras los reclusos temen contagiarse con el coronavirus. La distancia social es imposible en las celdas abarrotadas. Esto también aumenta la tensión mental de quienes están privados de su libertad.
Imagen: Reuters/A. Latif
Cuando el sol se pone...
Para Yerbin Israel Estrada (centro) la peor parte del día es cuando el sol se pone. Entonces cientos de reclusos de la prisión de La Esperanza, en Honduras, tienen que abandonar el pequeño patio y volver a sus estrechas celdas. "Es entonces cuando comienza realmente el infierno", dice el joven de 26 años, que cumple una condena de seis años por posesión de marihuana.
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Una apremiante estrechez
Como muchos otros reclusos, Estrada está alojado en una celda completamente superpoblada. En algunas celdas viven hasta 130 personas juntas en un espacio muy reducido y comparten camas. Por la noche, dice Estrada, oye los quejidos de sus vecinos y las ratas que corren por la celda.
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La ley de la calle
Las condiciones en esa cárcel son devastadoras. Hay espacio para 70 personas, pero, de hecho, hay más de 450 delincuentes encarcelados allí. Las quejas son inútiles: porque el lema es: 'Mirar, escuchar, callar'. Ese es también el lema de las pandillas en América Central. Estrada dice: "La única forma de salir de aquí es mantener la cabeza agachada".
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Prohibidas las visitas
El único alivio para los reclusos hasta ahora han sido los días en los que sus esposas y familias los visitaban. Con la llegada del coronavirus a Honduras, las autoridades prohibieron las visitas. Y como, de todos modos, las tarifas de las llamadas telefónicas son inasequibles y solo hay tres teléfonos funcionando, los reclusos están ahora prácticamente aislados del mundo exterior.
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Alto riesgo de infección
Según la Universidad Johns Hopkins, actualmente hay unos 3700 contagiados de coronavirus y más de 170 muertos en Honduras. El gobierno informa de cifras más bajas y habla de 2.000 personas infectadas. Pero los expertos creen que el número es mayor, porque no se hacen suficientes test en el país. Muchos reclusos temen infectarse en la cárcel.
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Sin esperanza
Además de los riesgos para la salud que plantea el hacinamiento, la pandemia ha supuesto una carga psicológica para los ocupantes. "Prohibir las visitas es lo peor que puede pasar Es lo que necesitan, porque les da esperanza", dice a DW Jacinto Hernández, psicólogo de la prisión La Esperanza.
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Consecuencias fatales
Hasta ahora ha habido pocas infecciones de coronavirus en las 29 cárceles del país. Pero si la COVID-19 se propagara masivamente dentro de una prisión, las consecuencias podrían ser desastrosas. Las penitenciarías en Honduras no permiten mantener distancia social. 22.000 personas se encuentran encerradas en edificios que, en realidad, solo tienen capacidad para 10.000 reclusos.