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Chirac consolida su poder

ers.10 de junio de 2002

Con más de un 40% de los votos en los comicios parlamentarios, la derecha francesa puede esperar con tranquilidad la celebración de la segunda vuelta en aquellos distritos en los que no hubo mayorías absolutas.

Jacques Chirac vota, esperando no verse forzado a una nueva cohabitación.Imagen: AP

Las cosas están saliendo bien para el presidente francés, Jacques Chirac. La mayoría abrumadora con que logró la reelección en el cargo, ciertamente no fue mérito propio, sino de la solidaridad de todos los sectores democráticos, que se unieron para poner coto a los avances del Frente Nacional.

Pero ahora, los resultados de la primera vuelta de los comicios parlamentarios confirman su propia base de poder. Aunque la composición definitiva de la nueva Asamblea Nacional se conocerá sólo después de la segunda vuelta, ya no tiene mucho que temer.

Los partidos de izquierda, en cambio, han perdido claramente el favor del electorado. En parte, por no haber aprendido la lección de abril, cuando la atomización de candidaturas despojó a Lionel Jospin de la posibilidad de instalarse en el Elíseo. En parte, también, por la falta de convicción con que dirigió la campaña ahora el líder socialista Francois Hollande. Pero, sobre todo, porque los franceses no quisieron someterse a un nuevo problema, reeditando la "cohabitación" en el gobierno.

Así las cosas, la breve gestión del actual primer ministro, el liberal-conservador Jean-Pierre Raffarin, ha sido recompensada con un respaldo elocuente de la ciudadanía.

Le Pen en retroceso

Una de las señales importantes emanadas esta vez de las urnas es el retroceso de la ultraderecha. El líder del Frente Nacional, que llegó a disputar la presidencia a Chirac, no sólo perdió terreno desde su sorprendente victoria de la primera vuelta presidencial, en la que obtuvo cerca de un 18% de los votos. También retrocedió con respecto a los resultados de las parlamentarias de hace cinco años.

Aunque el bando de la extrema derecha anti-europeísta sigue siendo la tercera fuerza política del país, Jean Marie Le Pen no surgió esta vez de las urnas como una figura capaz de poner en aprietos reales a la democracia. Es verdad que algunos de sus candidatos darán la batalla en la segunda vuelta, pero sólo se le asignan posibilidades reales a un puñado de ellos. En este aspecto, tanto los franceses como sus vecinos europeos respiran aliviados.

Abrumadora abstención

Sin embargo, no todo marcha realmente a pedir de boca en Francia, desde el punto de vista de la democracia. Sintomático resulta el alto nivel de abstención, que bordeó el 36%. Insensato sería atribuirlo sólo al torneo de tenis que concluyó este domingo en París. Tampoco el mundial de fútbol sirve como disculpa. Pero lo cierto es que los franceses parecían más preocupados por la lesión del muslo de Zidane que por su futuro gobierno.

La apatía del electorado resulta tanto más inquietante, teniendo en cuenta que el terremoto inicial de las presidenciales había remecido la conciencia cívica de la población. Pero el sacudón no bastó para clarificar las alternativas políticas, en unas elecciones en las que también batió récord el número de candidatos: más de 8 400, para 577 escaños. En consecuencia, tampoco fue suficiente para motivar a esa tercera parte del electorado que prefirió no acudir a las urnas.

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