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Chocolate alemán, perspectivas en Nicaragua

Christian Ignatzi
14 de marzo de 2018

El fabricante de chocolate alemán Ritter Sport tiene su propia plantación de cacao en Nicaragua. El proyecto sale rentable, mejora la imagen de la empresa y da perspectivas a los habitantes de la región.

Ritter Sport Nicaragua
Imagen: DW/C. Ignatzi

El sol sale lentamente en este día de sábado lluvioso, mientras los gritos de los monos y los chillidos de los loros se confunden con el ruido del motor de una furgoneta. Dos docenas de trabajadores de la tierra se sientan apretujados en la zona de carga del vehículo. Dorothea Urbina es una de ellos. "Desde hace cuatro años trabajo aquí y esto es mejor que mi empleo anterior”, dice. Antes de entrar en la plantación de cacao del fabricante de chocolate alemán Ritter Sport, estaba en una plantación pequeña de cacao. Allí plantaba árboles y ganaba mucho menos, como muchas otras personas en Nicaragua.

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En el país más grande de América Central, dos quintos de la población ganaron dos dólares o menos al día en el año 2014. Así lo asegura el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas. La empresa Ritter Sport paga a sus empleados al menos un 20 por ciento más de lo que estipula el salario mínimo del país, que ronda apenas los 150 dólares.

Concepto de promoción de los empleados

Markus Schmid, responsable de infraestructura y procesado de la plantación, nacida en 2012, explica a DW el concepto de promoción de los empleados. "Hay que poder vivir del valor añadido de lo que uno produce. Si realizo una actividad simple, quizá eso no sea posible”. Según Schmid, el objetivo es crear puestos de empleo más cualificados. Para muchos, eso implica "learning by doing”. Dorothea Urbina ya sabía plantar árboles de cacao y recoger frutos antes de entrar en Ritter Sport. Allí ha aprendido tareas relativas al control de calidad en el procesado, cómo funcionan las máquinas y otras cosas. 

Árbol del cacao. Imagen: Ritter Sport

"Learning by doing"

Mientras su colega vuelve del camplo, Yadira Ramírez se halla en una nave frente a un montón de semillas de cacao y revuelve entre ellas. Busca piezas de fruta que la máquina cortadora ha dejado sin cortar. "Mi trabajo aquí es controlar que todo funcione con la máquina”, explica. "Compruebo la temperatura de secado y vigilo la duración de la fermentación”. Cuando el proceso se encuentra, como ahora, en plena marcha, Ramírez se dispone a seleccionar.  

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Para que el proceso sea eficiente y carente de riesgos, Ritter Sport ha desarrollado una máquina que corta los frutos del cacao automáticamente. Trabaja haciendo un ruido ensordecedor. Cientos de frutos de cacao rojos y amarillos yacen amontonados preparados para su procesado. Hasta seis toneladas por hora se pueden procesar con esta técnica patentada, que en el futuro también podrán utilizar las cooperativas con las que coopera Ritter Sport.

Sostenibilidad y perspectivas

Gracias a la producción propia, la empresa logra cacao más barato que el que podría comprar a precio de mercado. Hasta 2023, la plantación podría producir 2.500 toneladas de cacao por año. Andreas Ronken, director de Ritter Sport, dice que la compañía quiere "demostrar que es posible un modelo de plantación rentable económicamente, pero también sostenible. Queremos ofrecer a las personas que aquí viven nuevas perspectivas”.

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Eso significa construcción de escuelas en los pueblos vecinos, planes de pensiones y seguros médicos para los 350 trabajadores, además de un comité de empresa conformado por diez personas y 30 días de vacaciones anuales. Si así lo desean, los trabajadores reciben motocicletas que pueden disfrutar también de forma privada. Markus Schmid admite que eso puede despertar envidias entre otras personas de la zona, pero "eso también nos pasa en Alemania: la gente que gana menos envidia a aquellos con mejores salarios”.

Al final, todos se benefician. El fabricante de chocolate hace algo por su imagen y ahorra y los 350 empleados pueden disfrutar de una vida mejor y tienen más tiempo para sus familias. "Eso era muy importante para mí, porque tengo tres hijos”, dice Dorothea Urbina. La furgoneta la devuelve a casa. El domingo tiene libre, un lujo del que no todo el mundo goza en Nicaragua.

Autor: Christian Ignatzi desde Managua (MS/ELM)

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