Christiana Figueres: "Fue muy valiente traer la COP a Belém"
14 de noviembre de 2025
Con una destacada trayectoria diplomática, Christiana Figueres recorre ahora los pasillos de la COP30 en Belém, con una mirada casi periodística. La costarricense, que condujo las negociaciones hacia el éxito como jefa de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en 2015, cuando se firmó el Acuerdo de París, recoge impresiones de esta nueva ronda para alimentar el pódcast que produce junto a colegas.
Diez años después de aquel acuerdo histórico, Figueres reflexiona sobre cómo ha cambiado el liderazgo climático y en qué punto se encuentra hoy el mundo. En diálogo con DW, recupera el optimismo de entonces, celebra la velocidad inesperada de la transición energética global y advierte que, pese a los avances, aún estamos lejos de donde deberíamos estar. “Nos estamos moviendo de forma exponencial, no lineal”, afirma, al referirse tanto a la rápida descarbonización de las economías como al ritmo acelerado de los desastres climáticos.
Figueres elogió el “coraje” de Brasil al llevar la COP a Belém, reconociéndolo como una poderosa señal política celebrar la conferencia en el corazón de la Amazonía. Destacó que es la primera COP que tiene lugar en uno de los puntos de inflexión climáticos más críticos del mundo, atrayendo la atención global hacia la importancia del bosque tropical.
DW: Cuando se firmó el Acuerdo de París en 2015, muchos sintieron que el mundo cambiaría drásticamente. ¿Cómo se siente usted al mirar atrás hacia ese momento?
Christiana Figueres: Me siento profundamente agradecida por el momento de París. Cada día me impresiona más el “efecto París”: la economía se está descarbonizando mucho más rápido de lo que imaginamos hace diez años. Un dato muy reciente lo refleja: las emisiones de China se han mantenido planas o incluso han caído durante los últimos 18 meses, algo sorprendente porque cuando China alcanza su pico de emisiones, el mundo también lo hace.
A esto se suman otros indicadores alentadores: hoy tenemos quince veces más capacidad solar de la prevista en 2015 y una aceleración del sector energético que parecía imposible. Pero, junto a estos avances, persiste una brecha seria. Las NDC muestran apenas un 12% de reducción para 2035, cuando deberíamos estar por encima del 50 por ciento. El contraste entre ambos escenarios es enorme.
¿También le impresiona la rapidez y la gravedad de los fenómenos extremos que estamos viendo en el mundo?
Totalmente. Es algo que desafía cualquier predicción. La intensidad y frecuencia de los desastres climáticos está creciendo exponencialmente, al igual que su impacto sobre vidas humanas, ecosistemas y medios de subsistencia. Hoy vemos dos curvas avanzando a la vez: una de descarbonización y otra de destrucción, compitiendo entre sí.
En París, el papel de líderes femeninas como usted, Laurence Tubiana o Izabella Teixeira fue decisivo. ¿Cómo trabajaron juntas en aquel momento?
Había muchas mujeres en posiciones de liderazgo, y eso marcó una diferencia notable. Cuando una sala está llena de mujeres surge una energía particular, muy orientada a la colaboración. Lo vivimos claramente en la COP de Sudáfrica: la presidenta de la COP, la secretaria ejecutiva, la presidenta del G77 y la jefa de seguridad eran mujeres, y trabajábamos de forma muy estrecha. Más allá de ese caso, mujeres como Laurence, Izabella o Mary Robinson tuvieron un papel fundamental en el proceso.
¿Marca una diferencia? ¿Por qué?
Sí, y por eso queremos una secretaria general de la ONU. Aunque no existe una certeza absoluta, es probable que las mujeres, en general, tengan una mayor inclinación hacia la cooperación y la sabiduría colectiva. También tendemos a pensar más a largo plazo que a corto plazo. Quizá, por razones evolutivas, sentimos una responsabilidad más directa hacia las generaciones futuras. Todo esto influye en el liderazgo y en la forma de tomar decisiones.
En cuanto al papel de Brasil como líder de la COP y como país que alberga la selva tropical más grande del mundo, ¿qué piensa al respecto?
Creo que Brasil está haciendo un muy buen trabajo. Traer la COP a Belém fue una decisión valiente, especialmente considerando las limitaciones de infraestructura de la ciudad. Pero esa decisión envía una señal política poderosa: situar a la Amazonía -un ecosistema esencial- en el centro de la conversación global.
Es la primera vez que una COP se celebra en un punto de inflexión climático. También destaca la importancia de basar las políticas en la ciencia, de reconocer el papel central de la naturaleza y de valorar la labor histórica de los pueblos indígenas como guardianes del bosque. Esta edición reúne, además, a unas 5.000 personas indígenas, y Brasil ha impulsado el Fondo Bosques Tropicales para Siempre, con 5.500 millones de dólares destinados a la protección forestal.
Tradicionalmente, los gobiernos nacionales han sido vistos como los principales motores del progreso climático, pero hoy vemos a ciudades, regiones, empresas y comunidades tomando el liderazgo desde abajo. ¿Es ahí donde puede forjarse el verdadero progreso?
Sí. Hace diez años la responsabilidad recaía sobre los gobiernos nacionales y tratábamos de construir un “sonido envolvente” que integrara a todos los demás actores. Hoy la dinámica se ha invertido. El liderazgo principal proviene de ciudades, regiones, empresas, proveedores tecnológicos e instituciones financieras que avanzan más rápido que los propios Estados. Los gobiernos nacionales siguen teniendo un papel importante, pero ahora su función es acompañar, respaldar y rendir cuentas mientras otros actores impulsan el cambio de manera decisiva.
(rm/cp)