Un estudio de la Universidad de Cardiff indica que se detectó fosfano en la atmósfera del planeta, y que su origen podría tener que ver con la presencia de microbios.
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Un estudio publicado este lunes (14.09.2020) por la revista Nature Astronomy asegura que el planeta Venus tiene el "potencial de albergar o haber albergado vida”. La bombástica noticia surge de una investigación realizada por un equipo de la Universidad de Cardiff, en Gales (Reino Unido), que trabajaron entre 2017 y 2019 en el tema desde telescopios ubicados en Estados Unidos y Chile.
Los estudios determinaron que en las capas nubosas de Venus se encuentra "aparentemente” el gas fosfano, que también existe en la Tierra. Se trata de un derivado del fósforo cuya presencia podría explicarse por procesos derivados de la existencia de seres vivientes. De acuerdo con los expertos, el descubrimiento "sugiere que Venus podría acoger procesos fotoquímicos o geoquímicos, o por analogía, de la producción biológica de fosfano en la Tierra, gracias a la presencia de vida”, aunque se apuran en aclarar que ello no implica necesariamente "una evidencia robusta de vida microbiana” en el planeta.
Como sea, es la primera vez que se halla fosfano en uno de los cuatro planetas telúricos del Sistema Solar, aparte de la Tierra. La profesora Jane S. Greaves, quien dirigió el estudio, dijo a la agencia AFP que está confiada en que descartaron "todos los procesos susceptibles de explicar su presencia en la atmósfera de Venus”, por lo que solo queda como hipótesis un proceso desconocido o una forma de vida.
Venus ha sido, de algún modo, dejado de lado por las agencias espaciales, que han privilegiado a Marte como objeto de estudio. La atmósfera tóxica de Venus y sus altas temperaturas (hasta 400 grados Celsius) parecían descartarla como un ambiente susceptible de generar las condiciones para el surgimiento de formas de vida microbiana. Este estudio parece dar un giro en 180 grados a esa afirmación.
"De haber vida, creemos que tendría un tamaño pequeño , para flotar libremente”, explica la científica, quien insiste en que "la detección de fosfano no supone una prueba robusta de vida, sino que solo constata una química anormal inexplicada”. Pero el hecho de que la cantidad de fosfano sea 10.000 veces superior a la esperable por producción no biológica hace que se enciendan las alertas, o al menos surja la duda. Por lo mismo, los expertos esperan profundizar más en los análisis y abogan por el eventual envío de una sonda.
Las primeras evidencias fueron halladas en 2018 desde el telescopio James Clerk Maxwell, en Hawái, y las posteriores, que confirmaron los primeros descubrimientos, que eran más bien débiles, se realizaron desde el observatorio ALMA, en el norte de Chile. El estudio no fue aceptado por la revista Science, mucho más prestigiosa, un dato que vale la pena tener en cuenta. Los autores del artículo, dicen, buscan que otros expertos realicen las mismas observaciones para confirmar o descartar los hallazgos.
DZC (EFE, AFP)
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