Cientos de miles de maoríes sufrieron abuso en Nueva Zelanda
16 de diciembre de 2020
Un tribunal investiga los delitos cometidos contra menores y discapacitados en instituciones de acogida durante cincuenta años.
Publicidad
Hasta 256.000 menores y adultos vulnerables, principalmente maoríes y de las islas del Pacífico, pudieron ser víctimas de abusos sexuales o de otro tipo entre los años 1950 y 1999 mientras estuvieron bajo el cuidado de hogares de acogida o instituciones públicas y religiosas, según un informe preliminar publicado este miércoles (16.12.2020).
"El dolor y la angustia causada es inexcusable", dijo el ministro del Servicio Público Chris Hipkins, que describió el informe como "difícil de leer". "Todos los niños a cuidado del estado deberían estar a salvo de cualquier daño, pero los testimonios demuestran que, demasiado a menudo, ocurrió todo lo contario", añadió. Entre el 21% y el 42% de los ingresados en este tipo de instituciones fue víctima de abusos, calcula el informe.
Muchos de los niños que fueron víctimas de abusos "provienen de segmentos de las comunidades en desventaja o marginadas", de acuerdo al informe interino de la Comisión Real conformada en febrero de 2018 por la primera ministra Jacinda Ardern para que el país "no cometa estos mismos errores nuevamente".
De los 50 sobrevivientes entrevistados por la Comisión, 40 revelaron que fueron víctimas en estas instituciones de abuso físico o sexual, que incluye el toqueteo y la penetración, mientras que 33 de ellos sufrieron ambos tipos, lo que les dejó secuelas de por vida. Las víctimas, que estaban principalmente entre los 5 y los 17 años de edad, sufrieron en la mayoría de los casos abusos durante toda una década.
Testimonios desgarradores
"Aquella vez fui violado por el cura. Tenía una habitación, en un rincón de la sacristía... recuerdo que me dijo que tenía que limpiar mi cuerpo después de contarle que fui violado por (el perpetrador). Me dijeron 'cierra el pico que Dios lo resolverá", contó Mark, de 71 años, según el documento.
Otro superviviente maorí, Peter, intentó suicidarse arrojándose con un vehículo por un barranco. "No quería vivir más. Me tiré por el acantilado y me estrellé de frente... una vez más, si alguien se hubiera parado a preguntarse por qué, habría descubierto algo, pero no lo hicieron", lamentó.
El informe también destaca que un abuso sexual abría las puertas a otros, recuerda John, un maorí de 53 años, quien describe que estos delitos eran encubiertos como exámenes médicos. "Me sentía humillado porque nos desnudaban completamente. Nos examinaban por enfermedades de transmisión sexual... buscaban drogas en sitios privados y solo tenía doce o trece", contó John a la comisión.
El racismo y la discriminación son elementos claves detrás de estos abusos físicos, emocionales, psicológicos, médicos, educativos, espirituales y de negligencia cultural perpetrados contra estas personas que muchas veces fueron puestas al cuidado de las instituciones debido a que su vivienda no era segura o adecuada.
"A pesar de lo malos que pudieron haber sido sus hogares, muchos de ellos quedaron en peores condiciones que cuando llegaron", recalca este informe, que explica que a muchos de los sobrevivientes, entre ellos personas con discapacidad de las islas del Pacífico con un dominio del inglés limitado, les costó denunciar.
La Comisión Real, instancia con poderes especiales y que es creada para asuntos graves de interés público, es presidida por la juez Coral Shaw, quien debe entregar sus recomendaciones a finales en 2023.
lgc (efe/reuters)
Lucha contra la explotación sexual infantil en Colombia
La ONG holandesa “Down to Zero Alliance” combate la prostitución infantil. Eline van Nes visitó Bogotá y Riohacha en Colombia para averiguar más sobre esta lucha contra el abuso comercial de niñas y niños.
Imagen: DW/E. van Nes
Vendiendo su cuerpo como mercancía
En Santa Fe, un populoso barrio de Bogotá conocido como la "zona de tolerancia", niñas, niños y travestis se paran en las calles para vender sexo. La edad de consentimiento en Colombia es de 14 años. Sin embargo, es un delito grave si alguien paga a una niña o un niño menor de 18 años por sexo. La prostitución es legal en Colombia, pero se limita a los burdeles y zonas designadas.
Imagen: DW/E. van Nes
Un lugar para sentirse seguro
Esta es una de las 16 niñas acogidas por la Fundación Renacer, un refugio para víctimas de explotación sexual comercial. La explotación sexual comercial de la niñez comprende la prostitución infantil, la pornografía infantil y el tráfico infantil con fines sexuales. A las niñas y niños - de 7 a 17 años de edad - se les brinda ayuda y apoyo psicológico.
Imagen: DW/E. van Nes
Un techo sobre sus cabezas
En el refugio, cada niña y niño tiene su propia cama y casillero para sus pertenencias. En promedio, las víctimas permanecen un año aquí, en donde reciben alimentos y asistencia psicológica. Algunos niños fueron abandonados por sus familias, otros tienen familiares que los visitan de vez en cuando, pero no tienen los medios para protegerlos de la explotación sexual comercial.
Imagen: DW/E. van Nes
Un hogar para niños colombianos y venezolanos
Una de las chicas en un refugio para víctimas de explotación sexual comercial frente a un mural de la organización. Las dos banderas representan los países de origen. Hay chicas colombianas, venezolanas e indígenas wayuu. Las niñas y los niños sufren cambios de humor extremos, pasando del llanto incesante a la violencia física.
Imagen: DW/E. van Nes
Creciente sensibilización
Mario Gómez es un fiscal de Bogotá, especializado en trata de personas. Gómez dirige una campaña nacional para aumentar la conciencia sobre los peligros que se esconden tras ofertas de trabajo que parecen demasiado buenas para ser honestas. Muchas víctimas no quieren hablar de su situación. Algunos no se ven como víctimas de la explotación sexual, otros se avergüenzan o tienen miedo de represalias
Imagen: DW/E. van Nes
Reflexionando sobre su futuro
William Plazas, un voluntario de 17 años, en su habitación. Según William, muchos colombianos y venezolanos en problemas económicos consideran la prostitución como una salida a la falta de dinero. Él conoce a muchas niñas y niños que son explotados sexualmente, pero no son conscientes de ello. Algunos niños, niñas y jóvenes hacen “favores sexuales” por conseguir un nuevo teléfono móvil.
Imagen: DW/E. van Nes
Un vínculo fuerte
Luz Ángela Lavao, la madre de William, protege a sus hijos, especialmente a su hija de 13 años, Valentina, porque viven muy cerca del distrito rojo de Bogotá. William tiene una fuerte relación con su madre y comparte todo con ella. Fue gracias a su madre que William terminó siendo voluntario de la Fundación Renacer, donde se involucró en proyectos de prevención.
Imagen: DW/E. van Nes
Superando su trauma
Una joven víctima de explotación sexual muestra un dibujo de su hogar. Para proteger a los niños, sus caras son ocultadas. La fotógrafa tampoco le hace preguntas sobre sus malas experiencias a los niños. Sus dibujos y juegos revelan cuán traumatizados están los niños y jóvenes, qué extrañan o sueñan. Y, en el caso de los venezolanos, a quién y qué han tenido que abandonar en su país.