Protestas de 2020: ¿cómo cambió Bielorrusia desde entonces?
8 de agosto de 2025
Nadie lo habría previsto cuando, hace cinco años, comenzaron las mayores protestas de la historia de Bielorrusia. Y eso en un país que llevaba más de un cuarto de siglo gobernado de forma autocrática por Alexander Lukashenko.
Desde el día de las elecciones presidenciales, el 9 de agosto, la gente salió a las calles para protestar contra los resultados electorales falsificados a favor de Lukashenko. Pero también fueron impulsados por la falta de medidas de protección de las autoridades contra la pandemia de COVID, así como por la detención de los candidatos presidenciales de la oposición con más posibilidades y de miles de ciudadanos.
Las mujeres organizaron marchas y los estudiantes, huelgas; protestaron trabajadores, actores y deportistas, hubo despidos de diplomáticos, cartas abiertas de médicos y profesores. Las fuerzas de seguridad del país respondieron con una ola de violencia. Las personas maltratadas tuvieron que ser trasladadas directamente de las comisarías a los hospitales.
Y la historia hollywoodesca del ama de casa Svetlana Tikhanovskaia, que se presentó a las elecciones presidenciales en lugar de su marido Sergei Tikhanovsky, entonces encarcelado, no tuvo un final feliz. Se vio obligada a exiliarse en Lituania.
A lo largo de los años, Alexander Lukashenko se aseguró cada vez más el apoyo de Rusia. Ayudó a Vladimir Putin en la guerra contra Ucrania, provocó una crisis migratoria en la frontera con la Unión Europea, se reeligió para otro mandato de cinco años y sigue sin pensar en dimitir.
El régimen quiere ocultar la represión
De las protestas masivas en Bielorrusia ya ni siquiera quedan rastros digitales. Los medios de comunicación que informaron en su momento hoy están cerrados o trabajan desde el extranjero. Pero incluso sus sitios web están bloqueados por las autoridades bielorrusas.
Además, muchas personas han borrado sus fotos y videos de los acontecimientos de 2020 para no proporcionar a las autoridades material que les permita localizar a los participantes en las protestas. También han desaparecido artículos, informes, archivos y publicaciones en las redes sociales.
Al mismo tiempo, al régimen de Bielorrusia le resulta cada vez más difícil ocultar el enorme alcance de la represión. Según datos del centro de derechos humanos Viasna ("primavera”), desde 2020 al menos 8.519 personas han sido perseguidas penalmente por motivos políticos y más de 60.000 han sido detenidas en el país.
Entre los presos más conocidos se encuentra la activista y flautista Maria Kolesnikova, condenada a once años de prisión. Sus familiares siguen sin tener contacto con ella. Lo mismo ocurre con el banquero y filántropo Viktor Babariko, que cumple una condena de 14 años de prisión. Y el activista de derechos humanos Alés Bialiatski es actualmente el único premio Nobel del mundo que tiene que trabajar seis días a la semana en una colonia penal. "El estado de salud de Bialiatski está empeorando, tiene problemas de visión y en las piernas", afirma Leonid Sudalenko, antiguo preso político y compañero de Bialiatski en Viasna, en una entrevista con DW.
Aún hoy se persigue a los bielorrusos en relación con las protestas de 2020. Las razones para el encarcelamiento son diversas. Algunos aparecieron en una foto durante las protestas. Otros han dado "me gusta" a contenidos "extremistas" en Internet, aunque en Bielorrusia todos los medios de comunicación independientes son considerados "extremistas", incluida la DW. Algunos han dejado comentarios "incorrectos" en Internet, han apoyado al candidato "incorrecto" en las elecciones de 2020 o han enviado donaciones o paquetes a presos políticos. La lista de delitos "extremistas" es larga.
En los últimos meses, el régimen ha liberado a pequeños grupos de presos políticos, más de 300 personas en total. En junio de 2025, entre ellos se encontraba Sergei Tikhanovsky, bloguero y esposo de la líder de las fuerzas democráticas bielorrusas, Svetlana Tikhanovskaia. Fue puesto en libertad el día de la reunión de Alexander Lukashenko con el enviado especial del presidente estadounidense Donald Trump, Keith Kellogg.
Hoy en día, el régimen bielorruso no oculta que liberaría a presos políticos a cambio de concesiones por parte de Occidente.
¿Qué puede hacer Occidente?
Artyom Shraibman cree que Occidente podría apoyar más a las personas encarceladas en Bielorrusia. "Podría negociar más activamente la liberación de estas personas y ofrecer a Lukashenko diversas concesiones en relación con su reputación y su diplomacia: llamadas, visitas y contactos".
"Probablemente, todo esto no cambiará radicalmente la situación en Bielorrusia”, afirma el experto. "Más bien podría cambiar las perspectivas y el destino de personas concretas, de víctimas concretas de este régimen. Esto está en gran medida en manos de Occidente. Pero como Bielorrusia no era ni es una prioridad, hasta ahora no hay una voluntad seria de abordar el tema”.
(md/el)