Cocinar es “cool”
7 de noviembre de 2007Los alemanes buscan en Londres las nuevas tendencias, dicen los especialistas. Muestra de ello son los programas que ofrecen diversos canales de televisión en Alemania, en los que jóvenes cocineros elaboran platillos “azotando” cremas y “aventando” filetes, imitando el innegable estilo de Jamie Oliver, una celebridad de la culinaria popular en su natal Gran Bretaña.
Y para resaltar que la gastronomía no tiene porqué ser aburrida o solemne, estos cocineros visten jeans, t-shirts y tenis en lugar de la tradicional filipina –el uniforme de chef-, mientras preparan los platos en coloridas cocinas. Lo mejor es que han logrado interesar a las nuevas generaciones por la comida fácil y saludable.
Entretenimiento culinario
El hamburgués Tim Mälzer, quien dice haber trabajado al lado de Oliver en Londres, es el personaje más famoso y representativo de esta nueva ola en Alemania. A sus 36 años ya posee una cadena de restaurantes, Das Weiße Haus (La casa blanca), y hasta su propio programa televisivo Schmeckt nicht gibt's nicht (Imposible que no te guste).
En su territorio, Jamie Oliver de 32 años es seguido diariamente por 1.5 millones de espectadores, sin embargo, en Alemania apenas alcanza los 370,000.
Además de Mälzer y Oliver, Ralf Zacherl también pertenece a este selecto club. Sólo que a diferencia de sus colegas, este alemán de 34 años tiene como público en su show “El Cocinero del planeta" a los más pequeños, a quienes encantan sus nutritivas creaciones con un toque de diversión.
"Los shows de estos cocineros son superfluos, solo entretenimiento", dijo Wolfram Siebeck, el más renombrado escritor alemán en temas culinarios y quien también tuvo su propio programa gastronómico.
No obstante, Siebeck opina que en su intento por hacer de la cocina algo cool Jamie Oliver y sus imitadores alemanes han alejado de la televisión ese aura imponente que transmitían los chefs profesionales en el pasado. No utilizan medidas o tiempos exactos de cocción y los productores les dan la libertad de jugar en los estudios, planteó.
“Big brother” en la cocina
No sólo se trata de mostrar una actitud relajada al preparar platillos en la pantalla chica. En Gran Bretaña, los investigadores de tendencias consideran que los ataques del 11 de septiembre de 2001 propiciaron un entusiasmo hacia los cambios sociales. Tendencia que también se percibe en Alemania, a través de sus exitosos shows de televisión.
"Jamie Oliver es un buen ejemplo del cambio de valores sociales: la familia es importante otra vez, se están descubriendo nuevas formas de socialización", explicó Eike Wenzel, redactor en jefe del Instituto del Futuro de Alemania.
Wenzel indicó que sin lugar a dudas la gran demanda de alimentos orgánicos existente en Alemania es prueba de que sus ciudadanos verdaderamente se interesan en la cocina. "Los espectáculos de cocina en televisión muestran que la salud y el placer pueden ir juntos. El entretenimiento con cocineros estrella y lo saludable en los nuevos supermercados orgánicos".
En contraparte, para Roman Retzbach, investigador de tendencias y futurólogo, se trata simplemente de voyeurismo. “Mirar, pero no hacer", lo que además evita comprar decenas de libros de cocina que jamás serán usados y que quedarán abandonados en algún rincón.
Siglos de mala alimentación
Resulta una incongruencia que en un país en el cual los supermercados de descuento experimentan un auge sin precedentes, sus pobladores están dispuestos a pagar mucho dinero por ingredientes de alta calidad, recomendados por estos jóvenes cocineros, aunque la tendencia a comprar el alimento biológicamente cultivado no significa que los gustos se van refinando.
"Los alemanes siempre hemos comido mal. Desde la Guerra de los 30 Años, la pobreza nos obligó siempre a comer lo mismo: papas y papas", relató Wolfram Siebeck, quien, sin embargo, reconoció que desde el siglo pasado Alemania ha tenido un cambio positivo en lo referente a una sana alimentación, aunque todavía queda un largo camino por recorrer en este sentido.
"Hace 20 años escribí la frase: 'Cocinar mal no es ningún logro, pero sólo los alemanes se sienten orgullosos de ello”, agregó este reconocido crítico gastronómico y columnista del diario Die Zeit. “Y hoy todavía puede aplicarse”, acotó.