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Coco Chanel: empresaria, emprendedora y revolucionaria

dpa/ lbm19 de agosto de 2008

Coco Chanel se llamaba en realidad Gabrielle y acostumbraba a usar el apodo de "mademoiselle". Hace 125 años en la francesa Saumur, nació, en lugar poco decoroso, la reina de la elegancia.

Coco Chanel nació hace 125 años para revolucionar el mundo de la moda.Imagen: AP

La vida de Coco Chanel comenzó con un error: el funcionario que registró su nacimiento, acontecido el 19 de agosto de 1883 en un asilo de pobres, la bautizó sobre el papel como Gabrielle "Chasnel". Poco importaba por aquel entonces una “s” de más o de menos. Chanel aún no era sinónimo de glamour, una marca de prestigio en todo el mundo, una máquina de producir dinero, sino nada más que el apellido de un padre ilegítimo.

Un año después del gazapo, Albert Chanel se casó con Jeanne, la madre de Coco, quien falleció una década más tarde. A partir de entonces, el progenitor despareció y la niña tuvo como único hogar un orfanato de monjas que la marcó para el resto de su vida. Se dice que de esta triste época proviene su tendencia a la ropa de líneas puras, práctica, que por momentos recuerda a la estética de los uniformes escolares.

Con sus propias manos

Coco Chanel.Imagen: AP

A Gabrielle "Coco" Chanel le gustaba que la llamaran mademoiselle tanto como rodearse de misterio. Acerca de su origen poco claro tejió toda una leyenda, en la que Albert Chanel era un inmigrante en ultramar y las monjas unas tías muy estrictas encomendadas con su cuidado.

"Me molesta que la gente diga que tuve suerte. Nadie ha trabajado más duro que yo", diría la diseñadora más famosa del siglo XX sobre su carrera. Y tenía razón. Coco construyó un imperio con sus propias manos, si bien comenzó como amante del rico Etienne Balsan, el hijo de una dinastía textil por cuya estela mademoiselle dejó a los 21 años su empleo en una lavandería.

Pero el verdadero amor de su vida fue el atractivo inglés Arthur “Boy” Capel. Él la alentó en su trabajo y le sugirió que fuera un sastre de ropa masculina quien confeccionara sus diseños. De Capel provino el dinero necesario para alquilar su primer atelier de moda, en la parisina Rue Cambon. Y no pasó mucho tiempo hasta que Coco Chanel estuvo en condiciones de devolverle lo prestado y convertirse en una empresaria completamente independiente.

Inimaginable en aquellos tiempos

Chanel Número 5: un perfume todavía hoy legendario.Imagen: picture-alliance/ dpa

Coco Chanel usó el algodón en la vestimenta femenina, algo inimaginable en aquellos tiempos. Le puso pantalones a las mujeres. Su "vestidito negro" se convirtió en un clásico, los trajes sueltos de tweed o los "twinsets", que recuerdan a la simpleza y el sentido práctico aprendidos en el orfanato, causaron furor.

Todo lo que Chanel tocaba se convertía en oro. Combinaba sus diseños con largos collares de perlas y los hacía irresistibles. Con sus ojos negros, su cabello corto, su piel bronceada y su delgada silueta enamoró pronto a la alta sociedad francesa. Las damas abandonaron el tradicional sobrecargo para imitar el estilo de la pequeña Coco, delicada y mucho más simple. Su perfume Chanel Número 5, lanzado en 1921, está considerado todavía hoy uno de los mejores.

Trabajando hasta el final

Nueve años después de que finalizara la II Guerra Mundial, Coco Chanel volvió a París de su exilio en Suiza. Con más de 70 años se atrevió a empezar de nuevo, y el mundo de la moda cayó por completo a sus pies. Hasta su muerte en 1971, la enérgica dama trabajó en el establecimiento de una marca que hoy, bajo la genial línea creativa de Karl Lagerfeld, sigue representando como ninguna otra a la elegancia francesa.

En lo personal no tuvo la misma suerte. Boy Capel murió en 1919 en un accidente de automóvil. Otras relaciones, como la que mantuvo con el duque de Westminster, fracasaron. La mujer deseada por tantos acabó su vida sola, pero dejó tras de sí una valiosa herencia: Coco Chanel le dio con sus creaciones a las mujeres la libertad de movimiento necesaria para una vida independiente.

"Hoy en día”, decía Chanel en los años 30, “las mujeres conducen coches. ¡Eso no es posible vistiendo crinolina!"

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