Coleros: ganarse la vida haciendo cola para los demás
Andreas Knobloch
14 de abril de 2021
Las largas colas se han convertido en un símbolo de la crisis económica en Cuba. Allí hay que hacer cola para todo durante horas. La necesidad ha hecho florecer un trabajo: el del colero.
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Actualmente, ir de compras en Cuba no es divertido. La situación ha mejorado un poco, pero puede pasar que 200 o 300 personas hagan cola ante una tienda, dice Ricardo Barragán, padre de familia de 59 años. Como todas las demás personas entrevistadas, él pidió que se le cambiara el nombre. Antes de que comenzara la pandemia, se ganaba la vida como artesano; desde entonces se mantiene a flote con trabajos ocasionales. A menudo, está todo todo el día en la calle buscando arroz o carne.
Tiendas de divisas y tiendas con pocos productos
Con la pandemia de coronavirus ha recrudecido la crisis económica y de pagos en la isla. Los ingresos procedentes del turismo desaparecieron casi por completo, y las sanciones, cada vez más estrictas de Estados Unidos dificultan que los cubanos del extranjero transfieran dinero. El Gobierno reaccionó a principios de año con una reforma monetaria, además de una reforma de precios y salarios. Después de 25 años, el peso cubano (CUP) es la única moneda en circulación. Sin embargo, hay otra moneda muy fuerte en Cuba: el dólar estadounidense.
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Para acceder a las divisas, el Gobierno abrió tiendas estatales de cambio de divisas en octubre de 2019, en las que se pueden comprar electrodomésticos y repuestos para automóviles y, desde junio de 2020, alimentos y productos higiénicos con tarjeta en moneda extranjera.
En los otros negocios, sin embargo, la oferta es muy reducida, y donde hay productos a la venta, se forman colas enormes. "Un día para la carne, mañana para el aceite de cocinar. Por eso, las colas no cesan”, se queja Barragán.
Hacer cola para otra gente
Mucha gente, sobre todo personas mayores, no pueden o no quieren hacer cola. Además, la población se preocupa por el riesgo de contagiarse con el coronavirus. Esto ha originado el surgimiento de un nuevo oficio: el colero, una persona que hace cola y cede su lugar por una pequeña suma o revende la mercancía en mercados clandestinos.
Marco Jiménez, de unos 40 años de edad, es colero. Antes de la conversión de la moneda, ganaba unos 12 dólares mensuales como óptico. Solía aumentar sus ingresos vendiendo gafas de manera inoficial. "A fines de 2019, sin embargo, no había más materiales, no había más vidrio, y nos enviaron a casa. Recibimos el salario durante dos meses, y luego nada", dice. Un amigo le dio la idea de ganar dinero haciendo cola.
Colas crecen hacia adelante, no hacia atrás
Las medidas higiénicas y la reducción de horarios de apertura por la pandemia potencian aún más la longitud de las colas. "Se puede salir desde las cinco de la mañana. A partir de ahí, la gente marca su lugar en la cola”, dice Jiménez. "En vez de retroceder, las filas en Cuba crecen hacia adelante. Cuando las tiendas abren a las nueve, aparecen las personas que ya marcaron. Entonces puede pasar que luego ya no sean diez, sino de repente setenta personas (las que estén) antes que uno”, afirma.
Algunos marcan y venden su lugar por casi dos dólares. Él suele pedir el doble y cree que el 80 por ciento de la gente en la cola suele vender sus puestos.
El Gobierno ha regulado numerosos productos: por ejemplo, un paquete de pollo por persona. Jiménez suele llevar consigo a dos o tres personas para poder comprar cantidades mayores. "De lo contrario, no valdría la pena", afirma. A veces también se acerca a los desconocidos, ante la tienda y les ofrece algo de dinero, 75 CUP (unos 3,5 dólares), para que lo acompañen y él pueda comprar más. Suele ganar como colero entre unos 750 y 1.000 CUP semanales, unos 40 dólares, dice. Solo trabaja entre dos o tres días a la semana para "no llamar la atención”, porque las multas son caras.
(rmr/ers)
Vacunas VIP en América Latina: una lista de los adelantados y ventajistas
Quien parte y reparte, se lleva la mejor parte, parece el lema de ciertos funcionarios en América Latina. Corrupción, nepotismo, cinismo y mentira son los ingredientes de este escándalo. He aquí algunos ejemplos.
Imagen: AFP/Peruvian Presidency/K. Navarro
Ginés González García, exministro de Salud de Argentina
Todo estalló con el periodista Horacio Verbitsky, quien contó que por su amistad con el ministro de Salud González, había sido vacunado. Según Periodismo y Punto, "González tenía 3.000 dosis de vacunas rusa que repartía a su gusto entre funcionarios, familiares, amantes, amigos y amigos de los amigos”. La revelación desató una ola de protestas. Renunció el 19 de febrero, a pedido del presidente.
Imagen: Juan Mabromata/AFP/Getty Images
Eduardo Duhalde, expresidente de Argentina
También figura el expresidente Eduardo Duhalde, su esposa Hilda González y las hijas, Juliana y María Eva, además de segundas y terceras líneas de distintos ministerios. Duhalde ocupó la vicepresidencia durante el primer mandato de Carlos Menem. Fue gobernador de la provincia de Buenos Aires; y entre 2002 y 2003, presidente de Argentina.
Imagen: AP
Martín Vizcarra, expresidente de Perú
El "Vacuna Gate" estalló con la noticia de que el expresidente Martín Vizcarra accedió a la vacuna junto a su hermano mayor y su esposa, cuando era presidente. Tras él, centenas de funcionarios, desde ministros y viceministros, entre otros, iniciaron el proceso para recibir las dosis de Sinopharm de forma clandestina. La Fiscalía abrió investigaciones a Vizcarra y centenas de funiconarios.
Imagen: picture-alliance/dpa/Presidencia Peru/A. Valle
Pilar Mazzetti, exministra de Salud de Perú
Tal ha sido la magnitud del caso en Perú que el 16 de febrero el diario oficial El Peruano publicó una norma que anuló las gracias dadas a la hoy exministra de Salud, Pilar Mazzetti, por los servicios prestados a la nación. La resolución salió tras conocerse que Mazzetti se vacunó contra el coronavirus, junto con otros más de 400 funcionarios. Ella dijo que renunciaba por "maltrato del Congreso".
Imagen: Paolo Aguilar/Agencia EFE/imago images
Elizabeth Astete Rodríguez, exministra de Relaciones Exteriores de Perú
Astete renunció el 14 de febrero indicando que le ofrecieron vacunarse "con un remanente del lote de vacunas a cargo de la Universidad Privada Cayetano Heredia". Su inoculación se llevó a cabo dos semanas antes que la del presidente de la República, Francisco Sagasti. La hoy excanciller Astete dijo que tomó consciencia del error que cometió y no recibió la segunda dosis.
Imagen: Xinhua/imago images
Juan Carlos Zevallos, exministro de Salud de Ecuador
Juan Carlos Zevallos renunció el pasado 26 de febrero en medio de un escándalo por el suministro de la vacuna a personas alejadas de la primera línea, entre ellas su madre. Zevallos renunció al puesto "dada la situación política actual y con el fin de posibilitar la continuidad" del plan de vacunación, dijo el presidente Lenin Moreno.
Imagen: J.J. Guillén/Agencia EFE/imago images
Nicolás Maduro Guerra, hijo de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela
Nicolás Maduro Guerra, hijo del presidente venezolano Nicolás Maduro y diputado de la Asamblea Nacional, es el más adelantado en Venezuela. Ya el 12 de diciembre de 2020 recibió la vacuna rusa. Su caso fue presentado como supuesto participante en la fase III de los ensayos clínicos de Sputnik V. Críticos afirman que "nadie cree que justo él hubiera recibido una dosis de placebo".