Colombia demuestra que diálogo es más eficaz que las balas
José Ospina-Valencia
27 de junio de 2017
Este 27 de junio de 2017 es un día histórico: 7.000 personas se desarmaron y prometieron respetar el Estado de derecho. Colombia no solo ha sabido hacer la guerra, también tiene una vasta experiencia en diálogos de paz.
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Los mejores hospitales de América Latina especializados en atender heridos de guerra están en Colombia, vacíos desde que se firmó el Acuerdo de Paz. Los aviones caza ya no lanzan bombas sino agua para apagar incendios forestales. Estos son apenas dos logros del éxito palpable del diálogo en Colombia, a pesar de las mayúsculas dificultades.
La culminación de la entrega de armas por parte de las FARC, tiene un alcance a futuro que va más allá de la celebración: el proceso de paz del Gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC puede generar en Colombia un positivo punto de inflexión para el desarrollo de la región.
Este 27 de junio culminaron, en realidad, 70 años de guerras fratricidas: "En estas siete décadas se han desmovilizado, con y sin acuerdos de paz, unos 60 mil combatientes de guerrillas de izquierda y paramilitares de derecha”, dice a DW Álvaro Villarraga Sarmiento, politólogo colombiano, quien destaca que "Colombia ha sido capaz de reintegrarlos a casi todos a la sociedad”. A pesar de que la mayor cantidad de reincidentes en la violencia han sido combatientes de bandas paramilitares.
"Por su cantidad de miembros y su gran potencial militar, las FARC eran la mayor y más peligrosa guerrilla. Por eso, su desarme es un paso definitivo para superar la guerra en Colombia”, apunta Villarraga, especializado en conflictos. Ahora queda pendiente el ELN como único grupo insurgente importante en guerra contra el Estado.
La reintegración: un éxito sin titulares de noticieros
La reintegración de los antiguos guerrilleros y paramilitares en Colombia ha sido un proceso tan silencioso como vital para la paz. "Colombia lleva 35 años reintegrando a excombatientes, siendo el país con la más larga experiencia de programas de reintegración del mundo”, recuerda Álvaro Villarraga.
Los colombianos, acostumbrados a escuchar noticias sobre violencia en zonas sin presencia ni asistencia del Estado, masacres de guerrillas, paramilitares y narcotraficantes, poco se han enterado de la labor de instituciones como la Agencia para la Reincorporación y Normalización (ARN). "Las noticias de la guerra siempre han opacado la silenciosa, pero sistemática y muy efectiva labor de construcción progresiva de la paz”, apunta Villarraga, miembro directivo del Centro Nacional de Memoria.
El diálogo en Colombia siempre ha tenido un impacto decisivo en el fortalecimiento de la democracia: "Los pactos de paz de los 90 influyeron en la realización de la Constitución de 1991, la más progresista de América Latina”, recuerda dicho politólogo, y prosigue que la nueva Constitución "acabó con el régimen excluyente y de expresiones autoritarias” vigente hasta ese momento. Un avance logrado gracias a pactos con diversas guerrillas, a las marchas de estudiantes, maestros y amas de casa que salieron a las calles de Colombia a respaldar los procesos de paz del momento y a exigir sencilla y llana "democracia”.
El diálogo político, tan vituperado a favor de la continuación de una guerra solo útil a unos pocos, ha sido, en realidad, el verdadero éxito de la democracia en construcción que es Colombia.
Colombia ha hecho la guerra, pero también ha sabido hacer la paz. Y, al final, siempre ha demostrado que el diálogo es más eficaz que las balas.
José Ospina-Valencia (ers)
De la guerra al arte
En Colombia continúa el proceso de desarme de las FARC. Artistas como Federico Uribe, César López, Felipe Ruiz y León Osorno se han apropiado de elementos de la guerra para hacer arte y cultura en favor de la Paz.
Imagen: Federico Uribe
Balas de vida
Mientras se cumple el Acuerdo Paz y las FARC entregan las armas, artistas colombianos crean. Inspirándose en material de guerra, Federico Uribe construye una serie de esculturas de animales salvajes, robando a las balas el sabor a muerte. El artista nos cautiva con un juego de formas y colores que nos hacen olvidar la guerra.
Imagen: Federico Uribe
Amor peligroso
Las balas, símbolo de desolación, aquí construyen el pelaje, los dientes y las plumas de leones, zorros, conejos, aves y otros animales de la fauna nacional.
Imagen: Federico Uribe
Balas salvajes
La serie "Quedemos en paz" está hecha a base de balas de armas recicladas que Federico Uribe compra por peso. Se redefinen los objetos con la utilizacion de más objetos. "Ya una bala no representa lo mismo cuando es expuesta de una manera distinta", afirma en entrevista con el portal Vice Colombia.
Imagen: Federico Uribe
Tortugas Pacíficas
El artista, que también estudió en Estados Unidos, construye un mundo salvaje donde sus protagonistas son los animales que hacen parte de la fauna colombiana.
Imagen: Federico Uribe
Águila de los Andes
Su idea era despertar belleza a partir del símbolo de violencia, pues el reto es demostrar que la vida siempre se renueva y la belleza siempre está presente: aunque provenga de lo que normalmente no es bello.
Imagen: Federico Uribe
Zorro
A pesar de encontrarse en un país donde la violencia ha sido protagonista por muchos años, esta obra no trata de sumarse a aquellas que se usan como símbolo por sí mismo. Uribe, con sus paisajes del mundo salvaje, tiene un fin puramente estético en el que logra volver a definir las balas con un significado de belleza.
Imagen: Federico Uribe
Con las balas abiertas
Con su trabajo, Federico Uribe se ha propuesto entender el peso simbólico de cada material que utiliza en sus series. Lo importante, pues, es crear sus imágenes con coherencia: que el material de construcción aporte un nuevo elemento al objeto deseado.
Imagen: Federico Uribe
Leopardo
Sus esculturas, que evidencian animales majestuosos, son una forma de decirle a los colombianos que "(les) toca asumir la responsabilidad de ser una nación, pues ya todos estamos cansados de la guerra". Sin embargo, su obra no es una crítica a la violencia: es, más bien, un proceso de reconciliación.
Imagen: Federico Uribe
Sáltale a la vida
Estas obras, más que recalcar formas de violencia, se enfocan en demostrar que la vida siempre está presente, sea por medio de balas y armas de destrucción.
Imagen: Federico Uribe
¿Qué miras?
"Yo soy propositivo y los artistas estamos para reconciliar la belleza con la vida en los ojos del espectador. En esta guerra todos somos responsables de lo que hemos vivido, por eso acá no juzgo ni critico a nadie", dice Uribe.
Imagen: Federico Uribe
Armas transformadas por el respeto a la vida
Otro artista que ha transformado armas en arte es Felipe Ruiz. Metamorfosis del Arma Blanca, es la propuesta de convertir un arma mortal en un objeto artístico. Denomina su apuesta "Escultura - puesta en escena", la cual consta de una serie de construcciones escultóricas, basadas en insectos y aves, de varias dimensiones, que intervienen en un espacio determinado.
Imagen: Felipe Ruiz
Balita
"Cuando la paz nazca del corazón y no de la política, no habrá necesidad de firmar acuerdos", dice Balita, caricatura creada por León Octavio en 1976 y que invita a reflexionar sobre la tolerancia y el respeto. Un día se encontró una bala sin disparar y sintió que se había escapado porque no quería cumplir con su misión. Lo había escogido porque publicaba historietas en un diario de Cali.
Imagen: Leon Octavio Osorno
La Escopetarra
Este singular instrumento fue creado por el músico y compositor César López después de haber visto a un militar cargar un fusil como si fuera una guitarra. Un ejemplar se encuentra expuesto en la sede de las Naciones Unidas. El lema de César: Toda bala es perdida. Galería creada por Santiago Ospina García con material de los artistas y de Vice Colombia.