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Colombia: negociar la paz, sí o no

Mirra Banchón26 de mayo de 2014

Salida negociada al conflicto armado en Colombia, sí o no. El crucial momento que vive el país pone en segundo plano cualquier otro tema para la segunda vuelta electoral, opinan especialistas consultados por DW.

Imagen: Reuters

Que la segunda vuelta electoral vaya a tener lugar en junio entre el actual presidente Juan Manuel Santos (25,45%) y Oscar Iván Zuluaga (29,21%) se traduce en votar a favor o en contra de continuar con el proceso de diálogos con las FARC y, quizá posteriormente, con los grupos armados.

“Para Colombia será la última oportunidad de llegar a una paz negociada”, dice a DW Anna Ayuso, investigadora del CIDOB, think tank europeo con sede en Barcelona.

Mayor polarización

“En otra sociedad sería un tema que tendría al 100% de la clase política y al 100% de la sociedad detrás, pero en la colombiana se ve que no”, dice a DW Marie Nagy, diputada ecologista belga que ha apoyado, desde la familia de Los Verdes en el Parlamento Europeo, el proceso de paz colombiano.

Marie Nagy (foto de archivo).Imagen: DW/M. Banchón

“El bajo nivel de la campaña, que ha sido muy sucio, ha hecho perder de vista el tema central y, probablemente, ocultó también las otras propuestas en términos de sociedad, de economía, de seguridad, de equidad”, explica Nagy.

Con seguridad, el tema polarizará aún más la campaña por la segunda vuelta”, dice Ayuso y contextualiza la oposición al diálogo con las FARC históricamente: “El conflicto lleva muchos años, hay muchas víctimas, no hay familias que no hayan sido golpeadas por la violencia de un lado o del otro. Eso ha generado mucho resentimiento. Los que se oponen al diálogo, no se fían de la guerrilla, y quieren criminalizar todo el proceso. Ofrecerle a la guerrilla una salida política lo entienden como impunidad. Y ahí se encalla el asunto”.

En su opinión, hay paralelismos con otros procesos de paz, como el de Sudáfrica y el de Irlanda. “En éste”, recuerda, “están saliendo ahora cosas que en su momento se callaron para poder llegar a un acuerdo para la paz, es apenas el punto de partida de un proceso muy largo”.

Por otro lado, subraya la importancia del momento: “la población colombiana está con ganas de terminar y hacer ciertas concesiones que de otra manera no haría. Es una última oportunidad. Y el ejemplo es Oriente Medio: no se logró cuando estaban los laboristas, cuando se estaban dispuestos a un máximo de concesiones y desde ahí todo ha sido peor”.

El papel de Europa

Nagy lamenta que en el camino en busca de la paz, los colombianos se han quedado un poco solos. En su opinión, “desde Europa hay que apoyar el principio de que en Colombia hay que llegar a un acuerdo de paz para terminar el conflicto armado, el punto de partida de la posibilidad de tener un debate político con garantías constitucionales”.

La primera vuelta electoral colombiana coincidió con las elecciones al Parlamento Europeo. Y desde la Oficina Internacional de Derechos Humanos Acción Colombia (OIDHACO), su portavoz, Vicente Vaillies, recuerda: “Al igual que ha ocurrido en todos los procesos de paz, incluido el de Irlanda, Colombia necesita del apoyo de la comunidad internacional y de la Unión Europea. Desafortunadamente, la Unión Europea durante muchos años ha dejado de lado los grandes problemas que padece Colombia y sus mayores esfuerzos se han basado en aspectos comerciales”.

Con todo, también para avanzar en temas comerciales –como la explotación de recursos naturales en muchos de los territorios golpeados por el conflicto-, se requiere de un país pacificado, recuerda Ayuso. “La posición de la UE y el Parlamento por ahora es de apoyo político”, señala. “El apoyo concreto vendrá con el seguimiento, el control, la implementación. Pero no puede hacer mucho, mientras no se firme el acuerdo de paz”, puntualiza.

Pero ése, según los resultados de la primera vuelta que ponen primero a Zuluaga, probable continuador de la política de mano dura del expresidente Uribe, “desafortunadamente es un tema que no está ganado de antemano, en el que no hay un consenso en la sociedad colombiana. Es preocupante”, concluye Nagy.

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