Colombia propone diálogo con Panamá por migrantes en Necoclí
1 de agosto de 2021
"Se iniciarán inmediatos diálogos con la República de Panamá para acordar que esos flujos migratorios tengan una atención en la llegada", dijo Diego Molano.
Publicidad
Colombia planteó este sábado (31.07.2021) dialogar con Panamá para aliviar la crisis provocada por un inusual flujo de personas migrantes africanas, cubanas, haitianas y venezolanas con destino a Norteamérica en la frontera entre ambos países.
"Se iniciarán inmediatos diálogos con la República de Panamá para acordar que esos flujos migratorios tengan una atención en la llegada" al país centroamericano, anunció el ministro de Defensa colombiano, Diego Molano, en una declaración a medios.
Desde hace varias semanas miles de migrantes aguardan en el puerto colombiano de Necoclí embarcaciones que los lleven hasta la frontera con Panamá, siguiente parada en su travesía a Estados Unidos o Canadá. La llegada de una gran cantidad de migrantes superó la capacidad de la naviera local para llevarlos al municipio fronterizo de Acandí: unas 10.000 personas -entre ellas numerosos niños, niñas y embarazadas- están varadas en el municipio de 45.000 habitantes, según Molano.
La aglomeración de personas en plena pandemia hace temer a las autoridades un brote de coronavirus cuando amaina la tercera ola que sufre Colombia. Pero habitantes de Necoclí celebran la presencia de los grupos de migrantes porque dinamizan la economía del pequeño puerto turístico castigado por la pandemia.
Los grupos de migrantes arriendan cuartos de hoteles y casas particulares a la espera de un cupo en la docena de botes que a diario cruzan el golfo de Urabá, uno de los principales puntos de tránsito de personas que buscan cruzar a pie hacía Panamá a través del corredor selvático conocido como Tapón del Darién, con rumbo a Centroamérica.
Según Panamá, unas mil personas migrantes irregulares cruzan el Tapón del Darién cada mes. En tanto, autoridades colombianas denuncian redes internacionales que trasladan a los grupos de Chile -u otros países del continente- al departamento de Nariño, en la frontera con Ecuador, donde "mafias" les cobran hasta 300 dólares para llevarlos a los límites con Panamá. "No permitiremos que ninguna persona, ni ningún grupo al margen de la Ley, busque aprovecharse de los migrantes (....) para conseguir recursos que alimenten actividades ilícitas", advirtió Molano.
ama (afp, caracol, el tiempo)
La larga marcha de los migrantes latinos hacia EE. UU.
Luego de caminar miles de kilómetros para llegar a la frontera con EE. UU., los migrantes se topan allí con un cerco de ocho metros de altura, de acero u hojalata. Para ellos, simboliza rechazo y discriminación.
Imagen: Getty Images/AFP/G. Arias
Ocho metros hasta EE. UU.
Se estima que el cerco que conforma la frontera entre México y EE. UU. tiene ocho metros de altura. Los migrantes quieren cruzarla cueste lo que cueste, ya que sueñan con poder llevar una vida digna en ese país. Pero detrás de la frontera los espera la política represiva de Donald Trump, que, como casi ningún otro gobierno estadounidense, continúa azuzando a la gente con su discurso antimigración.
Imagen: Getty Images/AFP/G. Arias
El ingreso ilegal a la "Tierra prometida"
Uno de los migrantes ha logrado cruzar la frontera y llegar a EE. UU. Pero si podrá permanecer allí, está por verse. Si las autoridades de EE. UU. lo atrapasen, sería deportado de inmediato a México.
Imagen: Getty Images/AFP/G. Arias
Poco antes del salto hacia una nueva vida
Luego de miles de kilómetros de caminata, solo una pared de hierro separa a los migrantes de su meta. Cruzar el cerco requiere de mucha energía y valor, que ellos ya tuvieron al tomar la decisión de irse de su país en pésimas condiciones. Viajan en grandes grupos, para poder defenderse de la violencia de bandas criminales que aprovechan su indefensión.
Imagen: Getty Images/AFP/G. Arias
"Somos mexicanos, somos imparables"
Así reza este cartel, en la playa de Tijuana, insuflando coraje a los que se van de México y de países centroamericanos hacia EE. UU., en busca de un futuro mejor. Desde hace generaciones, personas de Centro- y Sudamérica intentan ingresar a EE. UU. desde México para quedarse a vivir y a trabajar allí.
Imagen: Getty Images/AFP/G. Arias
Cerco de hojalata
Esta parte de la frontera México-EE. UU. aún deja mucho que desear, como lo demuestra la hojalata de la que está hecha. Pasar al otro lado no parece ser tarea difícil para muchos de los que lo intentan.
Imagen: Getty Images/AFP/G. Arias
Miedo a la invasión
No es un sitio en guerra, sino solo el punto geográfico donde termina EE. UU. y comienza México, en San Diego, California. Esa gran ciudad en la frontera es a menudo un foco de atención debido al temor que tiene EE. UU. de que entren migrantes a través de ella. Por eso reforzaron la zona limítrofe con cientos de soldados y con cercos de alambre de púas.
Imagen: Getty Images/AFP/G. Arias
Agotamiento después del viaje
Estos migrantes no pueden más: luego de la caminata de miles de kilómetros, tratan de dormir donde y como pueden. Aquí, en Juchitán de Zaragoza, la gente descansa en el suelo, a falta de alojamiento. Luego de una corta pausa, seguirán su largo camino hacia EE. UU., con la esperanza a prueba de todo, y luchando por llegar a cumplir su sueño.
Imagen: Getty Images/S. Platt
La caravana de la pobreza
Al igual que llegaron los migrantes en 2015 desde Siria o Irak, a través de las autopistas austriacas, hasta Alemania, esta caravana marcha por las rutas de México en dirección a la frontera con EE. UU. La mayoría de los migrantes provienen de países donde reinan la corrupción, la pobreza y la violencia, como Honduras, Nicaragua, Guatemala y El Salvador.