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Sociedad

“Querían enterrarnos, pero no sabían que éramos semillas”

Juliana González
8 de marzo de 2018

Dos sobrevivientes del conflicto armado colombiano recibieron en Berlín el Premio a la Mujer Anne-Klein: la periodista Jineth Bedoya y la lideresa social Mayerlis Angarita, de la red de mujeres “Narrar para vivir”.

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Imagen: Heinrich-Böll Stiftung/S.Röhl

Dos mujeres obligadas a soportar los horrores de la guerra en cuerpo propio. Lo femenino como campo de batalla, como instrumento de venganza. Pero mujeres que son la resiliencia misma. Sus voces abren canales para millones. La fecha que marcó el calvario de Jineth, el 25 de mayo, ha sido dedicada a las víctimas de la violencia sexual en Colombia.

El encuentro para hablar de sus iniciativas fue ensombrecido por la noticia de que el Consejo de Estado suspende provisionalmente la función de control que tiene la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación de la Implementación del acuerdo de Paz (CSIVI). Sin ella se afecta el cumplimiento de medidas de género. Uno de los logros de estas activistas.

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A este revés judicial, se suman los homicidios y amenazas a líderes sociales. Este año han asesinado a 18. "Solo en el papel, las víctimas somos el centro", expresa preocupada Mayerlis. La ley estipula que 8 millones de víctimas registradas deberán ser reparadas económicamente hasta el año 2021. "A medida que el proceso de reparación fue aumentando, las medidas han ido disminuyendo. En algún momento se tenía que romper el hilo, y éste es el momento", sentencia Jineth. El momento es prematuro: solo 750.000 personas han sido reparadas. El déficit fiscal, las próximas elecciones de Congreso y Presidencia tienen a más de 7 millones de sobrevivientes en el limbo.

La palabra como herramienta de perdón

Cada historia empieza con un silencio que se rompe. Para Jineth, "estamos ante un nuevo despertar de las mujeres. Es un momento histórico para reclamar la equidad en los derechos fundamentales". Mayerlis agrega: "Nosotras también vivimos la violencia intrafamiliar, y no dijimos nada; y también la violencia armada nos calló". Una verdad que duele como un puño. En Colombia, 95 por ciento de los delitos de violencia contra la mujer y 98 por ciento de los delitos sexuales en el marco del conflicto quedan en la impunidad. Y, según datos de la Fiscalía, de cada 100 mujeres que denuncian, 10 acaban siendo víctimas de feminicidios.

Mayerlis Angarita y Jineth Bedoya en la entrega del premio. Imagen: Heinrich-Böll Stiftung/S.Röhl

La impunidad, el miedo a la estigmatización, la dependencia económica son factores que refuerzan el silencio. En un arrebato de vida, Mayerlis resume su misión: "(Los violentos) querían enterrarnos, pero no sabían que éramos semillas, semillas vivas, que daríamos frutos". Y así empezó el trabajo terapéutico, de empoderamiento económico y legal a las sobrevivientes del conflicto armado en Colombia. En la actualidad, el colectivo "Narrar para vivir" cuenta con 840 mujeres que, en la zona de los Montes de María, cuyo nombre poético traiciona el legado de teatro de guerra, comparten sus dolores y exigen la verdad. El movimiento "No es hora de callar" (#noeshoradecallar) ha llegado a 4.000 mujeres en diferentes regiones de Colombia. "Las mujeres que sobrevivimos a la violencia en Colombia aprendimos, en medio del más profundo dolor, que la justicia muchas veces no son cien años de cárcel", aclara Jineth.

Los medios de comunicación deben transformar la narrativa

Mayerlis Angarita y Jineth BedoyaImagen: Heinrich-Böll Stiftung/S.Röhl

"Los medios de comunicación tienen una responsabilidad. La publicación de historias de mujeres maltratadas o asesinadas por su pareja ha generado un efecto dominó". El trabajo de Jineth Bedoya, reportera de guerra, incide en la narrativa de los periodistas. "En nuestras manos está la posibilidad de darle la vuelta a la violencia de género, pero sobre todo de empoderar la voz de las mujeres". Y es que en Colombia cada 12 minutos una mujer es agredida.

La Organización Mundial de la Salud señala que una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual de pareja o por terceros en algún momento de su vida. México, Colombia y la Argentina encabezan la lista latinoamericana. 

Las sobrevivientes, las avanzadoras. Definiciones de aquellas que se niegan a ser víctimas. Saben que el lenguaje es clave para reconstruir el tejido social desde la realidad que tienen, aún si ésta es la más precaria.

Autor: Juliana González (VT)

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