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FútbolColombia

Colombia: violencia en el fútbol, el reflejo de la sociedad

Tobias Käufer
12 de mayo de 2023

Disturbios en el derbi local de Medellín entre el Atlético Nacional y el Independiente dejaron dos muertos y heridos. Los clubes exigen que se apliquen las leyes. No es un problema exclusivo de Colombia.

Policía colombiana en un estadio de fútbol.
La policía colombiana impide que los hinchas del Atlético Nacional irrumpan en el terreno de juego.Imagen: Cristian Bayona/ZUMAPRESS/picture alliance

El clásico entre el Atlético Nacional y el Independiente Medellín lleva décadas electrizando a la ciudad colombiana de Medellín. A finales de abril se vivieron allí escenas de violencia dentro y fuera del estadio. Los hichas de ambos equipos se atacaron y agredieron, como pasa a menudo en los últimos años. Al final de la sangrienta jornada hubo dos muertos y al menos 14 heridos según la Policía y los clubes, que parecen desbordados por la situación.

Debate sobre la violencia en el fútbol

Entretanto, en Colombia se ha desencadenado un acalorado debate sobre cómo controlar la violencia dentro y fuera de los estadios. Este no es un problema exclusivo de Medellín y Colombia, pero sí está relacionado con el jugador de la selección nacional Andrés Escobar, asesinado a tiros con su camiseta colombiana, cuando regresaba a su ciudad natal en 1994 y después de anotar un gol en propia puerta en un partido del mundial de Fútbol contra Estados Unidos. Desde entonces, Medellín tiene la mala fama de ser una de las ciudades futbolísticas más peligrosas del mundo. En realidad, es conocida por su eterno clima primaveral y por ser uno de los lugares de negocios más interesantes y dinámicos de América del Sur.

Problemas sociales se trasladan a estadios

"Creo que es un problema de la sociedad, que se transfiere al fútbol, porque la sociedad impregna al fútbol de alguna manera", dijo el presidente del Atlético Nacional, Mauricio Navarro, uno de los clubes más populares de toda América Latina. En entrevista con DW, Navarro lo comparó con las protestas políticas de los últimos años, cuando la llamada "Primera Línea" tomó las calles del país. "En ese momento, el nivel de violencia que vimos en el fútbol también se vivió en las calles", afirmó.

El vicepresidente del club, Benjamín Romero, habla de la intolerancia, que ha provocado que la vida tenga poco valor: "A alguien lo matan en la calle, porque le roban el teléfono. Si trasladamos eso al fútbol, a alguien lo matan en la calle porque lleva la camiseta del equipo contrario. Es una situación completamente absurda”.

Una foto gigante de Andrés Escobar en el campo de fútbol del club Atlético Nacional.Imagen: Tobias Käufer/DW

Aplicar las leyes 

Tanto en el Atlético Nacional como el Independiente Medellín creen que el Gobierno tiene que hacer cumplir las leyes "para que realmente haya consecuencias por actos violentos en estos escenarios, no solo en el fútbol sino en todos los ámbitos de la convivencia social”, dice Paula Andrea González, portavoz del Independiente, en entrevista con DW.

Romero agrega que "la única manera de acabar con esto es la cárcel, la prisión para delincuentes y violentos en el fútbol".

Clubes deben hacer más

Ambos clubes ya realizan actividades sociales, mantienen diálogos con las peñas y los ultras. En lo que respecta al comportamiento de los jugadores en el campo de juego, González admite que aún hay más margen de acción: "El club todavía tiene que cerrar una brecha entre lo que pasa en la familia, en la educación y en la formación de los jugadores en términos de personalidad". Es importante no permitir ninguna provocación, durante los 90 minutos de un partido y en medio de las emociones: "Es un tema en el que podemos trabajar culturalmente con los equipos y los jugadores".

Según los propios clubes, estos tienen un enorme interés en que mejore la situación, porque la violencia dentro y fuera del estadio tendría un impacto económico negativo. "Hay miedo de ir al estadio, y nuestros estadios no son tan cómodos como los de Estados Unidos o Europa", dice Navarro. "Tenemos que volver a lo que era hace treinta años o antes. En ese momento no había grupos de aficionados violentos. Sobre todo, las familias acudían a los estadios y había un ambiente mucho más tranquilo y de armonía. El fútbol está muy lejos de eso, no solo en Colombia.

(rmr/ers)

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