Tras el rechazo de la fiscalía de Düsseldorf de reabrir sumario en contra de Hartmut Hopp, abogados consideran recurrir a instancias superiores y no descartan llegar al Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
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Las víctimas de Colonia Dignidad recibieron con profunda decepción la decisión de la fiscalía general de Renania del Norte-Westfalia, con sede en Düsseldorf, de desestimar una queja por el cierre de la investigación contra el exmédico del asentamiento y brazo derecho de Paul Schäfer, líder de la secta alemana en Chile.
El Centro Europeo por los Derechos Constitucionales y Humanos (ECCHR, por sus siglas en inglés) y la abogada Petra Schlagenhauf, quien representa a un grupo de víctimas, habían solicitado la reapertura del sumario después de que en mayo de 2019 la fiscalía de Krefeld (lugar de residencia de Hartmut Hopp en Alemania) cerrara su investigación al argumentar que no existía sospecha fundada de delito.
Hopp era indagado por complicidad en el abuso de menores, participación en la muerte y desaparición de tres opositores de la dictadura detenidos en el enclave alemán y administración forzada de psicofármacos con consecuencia de daños corporales.
En su comunicado, el fiscal regional Holger Heming indica que, tras una revisión exhaustiva y teniendo en cuenta nuevos antecedentes aportados, “no hay razón suficiente para una sospecha fundada” que condujera a acusar a Hopp. Con su determinación, respalda la labor realizada anteriormente por la fiscalía de Krefeld.
Críticas a la justicia alemana
Víctimas, abogados y organizaciones de derechos humanos califican este fallo como una nueva confirmación de impunidad en el caso de Colonia Dignidad, pues todas las investigaciones iniciadas en Alemania han sido cerradas sin que se dictara acusación alguna. Asimismo, lamentan que este país se haya convertido en refugio para exjerarcas de la secta.
“Hopp fue condenado en Chile en debido proceso. Sin embargo, la justicia alemana no reconoció esta condena y tampoco acepta los testimonios de las víctimas chilenas y alemanas que han reconocido en Hopp a su victimario. Lo mismo ocurre con otros excolonos implicados en crímenes de lesa humanidad, que han huido a Alemania escapando de la justicia chilena”, lamenta Romero.
Consultado por DW, el abogado Hernán Fernández, representante de un grupo de víctimas del enclave, asegura que “la justicia alemana no repara los errores que ha cometido durante décadas en el caso Dignidad y vuelve a incurrir en pasividad, falta de diligencia y verdadera indolencia”.
En su opinión, “gran parte de la tragedia de las víctimas fue causada por las graves deficiencias de la justicia alemana que no hizo nada efectivo para protegerlas luego de la fuga de Schäfer (desde Alemania, acusado de pedofilia) y los jerarcas criminales en la década de los 60, ni en años posteriores”.
“Este es un duro golpe para quienes exigimos justicia por los crímenes cometidos en Colonia Dignidad”, señala a DW desde Chile la presidenta de la Asociación por la Memoria y los Derechos Humanos Colonia Dignidad, Margarita Romero.
Mismas acusaciones, diferentes fallos
En 2011, Hopp huyó de Chile, con lo que evadió la pena de cárcel de cinco años a la cual había sido condenado por complicidad en abuso de menores, y se refugió en Alemania. A pesar de que la justicia chilena emitió una orden de captura internacional, Hopp ha podido vivir libremente en el país europeo por casi una década, pues este no extradita a sus ciudadanos.
Tampoco la justicia alemana aceptó la solicitud del Estado chileno de que Hopp cumpliera su condena en una cárcel de este país. En 2018, en una decisión inapelable, el tribunal superior de Renania del Norte-Westfalia rechazó esta posibilidad, al argumentar que no se podía acreditar la participación del acusado en los delitos.
Llama la atención que mientras Hopp fue condenado en Chile, en Alemania la fiscalía no encuentra méritos para acusarlo. “Nosotros creemos que él aquí también debería estar en prisión”, dice a DW el abogado Andreas Schüller, de ECCHR.
“En nuestra opinión, el fiscal no investigó lo suficiente ni consultó a todos los testigos. Debió incorporar más fuentes. No puede ser que Hopp en Chile haya sido condenado por complicidad en abuso sexual, pero en Alemania no haya sido correctamente investigado. Eso es escandaloso”, agrega.
“El Estado alemán debe hacerse cargo de que está protegiendo a criminales que permanecen en la más absoluta impunidad. No conocemos las razones reales de la falta de justicia frente a crímenes que se han investigado por años y cuyos antecedentes se encuentran en múltiples declaraciones de los propios perpetradores, presentes en expedientes judiciales de las diferentes causas en Chile”, afirma Romero.
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Nuevas acciones legales
Schüller anuncia que, junto con Schlagenhauf, estudiará las acciones judiciales y administrativas posibles tras la decisión de la fiscalía de Düsseldorf, pero reconoce que se trata de caminos largos y complicados.
Uno de ellos es una queja ante el Tribunal Superior de Düsseldorf por la decisión de la fiscalía. Otra posibilidad es un reclamo ante el Ministerio de Justicia del estado federado de Renania del Norte-Westfalen, el cual es la instancia superior de control sobre el servicio de la fiscalía. “Uno se puede quejar sobre la decisión y el desempeño de la fiscalía y el ministerio eventualmente podría encargarle llevar a cabo determinadas investigaciones”, dice Schüller.
Agotadas estas y otras instancias nacionales, no descarta acudir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en Estrasburgo.
“Las víctimas tienen derecho a verdad y justicia. Es un derecho reconocido internacionalmente”, subraya Romero. En opinión de Fernández, “nunca los policías, fiscales ni jueces alemanes han tenido una actividad efectiva y comprometida ante los atroces delitos y violaciones masivas de derechos humanos en Colonia Dignidad. El Estado alemán debe ser llevado ante la justicia internacional”.
(rr)
Colonia Dignidad: crónica de una secta
Durante más de cuatro décadas, un asentamiento alemán en el sur de Chile fue escenario de brutales crímenes, sin que este país ni Alemania intervinieran para detenerlos. Esta es la historia de Colonia Dignidad.
Imagen: Picture alliance/dpa/M. Hernandez
El líder, Paul Schäfer
Todo comenzó en Siegburg con la Misión Social Privada, una obra benéfica surgida en la Alemania de post guerra. Su líder espiritual, Paul Schäfer (1921-2010), atrajo a cientos de seguidores. Huyendo de acusaciones de pedofilia, abandonó Alemania en 1961. Lo acompañaron más de 200 personas, entre ellas varios niños cuyos padres fueron engañados para autorizar el viaje.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/N. Pisarenko
Una colonia alemana en el sur de Chile
El grupo viajó a Chile, donde compró un terreno cerca de Parral, unos 300 km al sur de Santiago, y fundó la Sociedad Benefactora y Educacional Dignidad. Así nacía Colonia Dignidad, una comunidad dedicada a labores agrícolas, que construyó casas, una escuela, un hospital y también cercos y un férreo sistema de vigilancia para impedir el contacto con el exterior.
Imagen: Picture alliance/dpa/M. Hernandez
Vida de secta
Pronto se sumaron nuevos seguidores llegados de Alemania, atraídos por el sueño de una tierra próspera donde comenzar una nueva vida. La colonia llegó a tener unos 300 miembros. Allí las familias eran separadas: hombres, mujeres y niños vivían en casas diferentes. Se trataba de un sistema altamente jerárquico y dominador, en que cualquier disidencia era castigada.
Imagen: picture-alliance /dpa/Villa Baviera
Riqueza construida con trabajo esclavo
La vida estaba dedicada al trabajo, sin derecho a sueldo, descanso ni vacaciones. Los colonos sufrían castigos físicos y sicológicos, y quienes se rebelaban eran drogados para que se mantuvieran sumisos. Con las ganancias, Schäfer y sus cercanos compraron más propiedades, maquinaria y sofisticados sistemas de seguridad. El patrimonio incluía 16 mil hectáreas y cuentas en el extranjero.
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Abuso sexual
Para los chilenos, la colonia representaba el ideal del alemán esforzado y trabajador. Al interior de la secta, en tanto, Schäfer instauró un macabro sistema para dominar las voluntades y abusar sexualmente de niños. Cuando los alemanes crecieron, comenzó a invitar al internado o actividades de fin de semana a niños chilenos de familias pobres de la zona, de quienes continuó abusando.
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Prisión infranqueable
Escapar de Colonia Dignidad era casi imposible. Implicaba superar altas rejas, el río, los perros y férreos sistemas de vigilancia. Además, los colonos habían entregado sus pasaportes, no sabían español ni conocían la zona. Quienes lograban llegar a la embajada alemana en Santiago, eran devueltos a la colonia. Algunos se retractaban bajo engaños o amenazas, o se les atribuían problemas mentales.
Imagen: picture-alliance/dpa/epa/M. Ruiz
Wolfgang Kneese, el primer fugado
El primero en lograr huir de la secta, después de tres intentos que le valieron torturas y persecución judicial, fue el joven Wolfgang Kneese. En 1967 regresó a Alemania, donde denunció los crímenes que se cometían en la colonia. En 2008 recibió la Cruz Federal al Mérito (Bundesverdienstkreuz) por su infatigable búsqueda de justicia y respeto a los derechos humanos de las víctimas de la secta.
Imagen: picture-alliance/dpa/J.Carstensen
Fachada idílica
A pesar de las tempranas denuncias y del revuelo en la prensa, las autoridades de Chile y Alemania no reaccionaron. La colonia proyectaba una idílica imagen con su hospital benéfico, el coro y el restaurant externo en la localidad de Bulnes, con cecinas y pastelería alemana. Al interior, los crímenes continuaron y se agregaron nuevos, como la fabricación y el tráfico de armas.
Imagen: Archivo Villa Baviera
Adopciones irregulares
Con engaños como darlos por muertos ante sus padres, unos 20 niños chilenos fueron adoptados en forma irregular. Recibieron nombres alemanes, aprendieron el idioma de los colonos y debieron trabajar como esclavos. A la izquierda, Rafael Labrín, quien creció como Dieter Scholz. Junto a él otras víctimas: la ex colona Astrid Tymm y Johan Cisternas, quien de niño asistía a actividades en la colonia.
Imagen: FDCL/J. Stehle
Colaboración con la dictadura
Colonia Dignidad cooperó con la DINA, la policía secreta de la dictadura de Augusto Pinochet, de varias formas. Según consta en expedientes judiciales, aquí fueron detenidos, torturados y asesinados prisioneros políticos. Se calcula que los cuerpos de unas 100 personas habrían sido enterrados en fosas, luego exhumados y hechos desaparecer definitivamente. Los familiares continúan la búsqueda.
Imagen: AFDD Talca
El fin de Schäfer
Con la vuelta a la democracia, en 1991 el presidente Aylwin le quitó la personalidad jurídica a Colonia Dignidad, la que comenzó a llamarse Villa Baviera. Vinieron denuncias de abuso sexual de chilenos contra Schäfer y se destaparon los crímenes. Varios jerarcas fueron condenados; Schäfer huyó en 1997 y se escondió en Argentina. Fue detenido en 2005, condenado en Chile y murió en prisión en 2010.
Imagen: picture-alliance/dpa
El médico de la colonia
Mano derecha de Schäfer, el Dr. Hartmut Hopp era el ministro de relaciones exteriores de la colonia. Un privilegiado que fue enviado a estudiar a Estados Unidos y dirigía el hospital. Condenado como cómplice de abuso de menores, huyó a Alemania y vive libremente en Krefeld. La justicia alemana rechazó ejecutar la condena chilena y cerró investigaciones propias por no encontrar prueba de delito.
Imagen: picture-alliance/dpa/M. Agost
Culpas, castigos y compensaciones
Junto con reconocer su responsabilidad moral, Alemania ha ofrecido un fondo de ayuda de hasta 10 mil euros para cada ex colono afectado, lo que las víctimas consideran insuficiente. En Chile, donde sí ha habido condenas a victimarios, un grupo de afectados anunció una demanda contra el Estado en la que exige cada uno un millón de dólares de reparación.
Imagen: FDCL e.V.
El futuro y la memoria
Después de la partida de Schäfer comenzó un proceso de apertura. Unos 200 miembros abandonaron el enclave; algunos se quedaron en Chile y muchos regresaron a Alemania. Junto con justicia y reparación, los afectados exigen que Villa Baviera deje de ser un centro turístico, con hotel y restorán, y se convierta en sitio de memoria, donde se conozca la verdad y se honre a las víctimas.