El Westfälischen Nachrichten, de Münster, opina: "Todavía está por verse si esta Jornada Mundial de la Juventud provocará un renacimiento religioso. Mucho ya se habría ganado si la Iglesia consiguiera encauzar por la buena senda la creciente corriente de religiosidad y emociones errantes. Aun cuando el Papa Benedicto XVI visita su propia patria, se adentrará en terreno inexplorado. El por largos años guardián de la doctrina de la fe se topará con la alegría de vivir de la juventud del mundo. Habrá que ver qué acentos pone el Papa en Colonia."

La nueva función de Ratzinger

Die Tagespost, de Würzburgo, apunta: "Como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Ratzinger tenía que reforzar las líneas defensivas y cautelar su credo. Como Papa, puede ir a la ofensiva y promover lo hermoso de la fe católica. Su manera de ser, sencilla y cálida, le permitirá hacerlo con mayor credibilidad y carisma. Otra razón por la cual los días en Colonia podrían marcar un nuevo comienzo radica en que Ratzinger ya no tendrá que marcar distancia con la 'teología de la liberación' o criticar el pluralismo religioso, sino que podrá apuntar a aquél de donde viene la verdadera liberación: Jesucristo."

"La píldora y la hostia"

De Morgen, de Bruselas, comenta: "Uno podría preguntarse si todos estos jóvenes, que obviamente buscan un sentido que trasciende lo cotidiano y material, son también grandes admiradores del nuevo Papa. Dicho gráficamente: ¿cuántas de las chicas y mujeres que lo aclamarán en la misa habrán tomado ese día la píldora, antes de comulgar con la hostia? Este Papa busca subrayar la inamovilidad de la Iglesia, en un mundo que para muchos cambia demasiado rápido. Es probable que con ello genere en algunos la ilusión de seguridad pero, para muchos más, refuerza la imagen de una institución que pretende ponerse por encima de las personas, la sociedad, la evolución y el progreso."

Colonia: capital homosexual

El Corriede della Sera, de Milán, subraya: "Hay que hacer gala de paciencia cuando hordas de periodistas torturan permanentemente a los cardenales con preguntas acerca de la moral sexual, como si fuera esencial saber si los jóvenes utilizan o no preservativos. Todo es un poco más difícil y complejo, al estilo de esta ciudad tan digna y tolerante, que tiene una antiquísima tradición católica y en los últimos años se ha transformado no obstante en una de las capitales homosexuales de Europa. (...) La gente joven ha venido a Colonia porque 'crece el respeto por lo santo', como lo expresa el cardenal italiano Ruini."