Alemania ha resuelto abandonar la energía atómica. Pero, en la Baja Sajonia, una empresa sigue produciendo combustible nuclear para reactores de otros países europeos. Y eso causa polémica.
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Walter Schumacher, de la "Liga de Acción contra la Energía Atómica”, de Aquisgrán, está muy decepcionado de la ministra alemana del Medio Ambiente, Bárbara Hendricks. Cuenta que la ministra visitó dos veces el año pasado esa ciudad y "siempre aseguró que abogaba por el cierre de las centrales atómicas belgas Tihange 2 y Doel 3”. Estas se ubican no lejos de Aquisgrán, del otro lado de la frontera, y se las considera ruinosas. "Pero luego resulta que la fábrica atómica de Lingen, en la Baja Sajonia, suministra combustible nuclear a esas centrales y que la señora Hendricks lo autorizó”, dice con indignación Schumacher.
Efectivamente, una empresa de Lingen produce combustible nuclear para centrales de otros países de la Unión Europea, sobre todo para Bélgica y Francia. No es de extrañar, ya que opera dicha fábrica la filial alemana del consorcio energético francés Areva. Y sabido es que, a diferencia de los alemanes, los franceses siguen apostando por la energía atómica. Hasta abril del año próximo han de enviarse a Bélgica cerca de 50 transportes con combustible nuclear, que ya están aprobados.
Hendricks, con las manos atadas
La ministra alemana se ha pronunciado reiteradamente por el cierre de las centrales nucleares belgas. No obstante, no ve posibilidades de evitar el suministro de combustible nuclear desde Alemania. Ante el Bundestag, Hendricks aseguró este viernes (28.04.2017) que "no hay bases legales sólidas para prohibir los envíos”.
Además, afirmó que sería irresponsable dar la impresión de que el cese de los suministros de Alemania podría poner fin al funcionamiento de reactores nucleares belgas, dado que Bélgica es un Estado soberano que decide sobre su propia política energética. No obstante, la ministra se propone estudiar bajo qué condiciones legales sería posible cerrar la fábrica de Lingen. Algo que, de todos modos, puede tomar mucho tiempo.
Amenaza para la seguridad nacional
Grupos ambientalistas y organizaciones no gubernamentales tienen una visión muy diferente: "El Gobierno alemán no debe seguir parapetándose tras interpretaciones legales insostenibles, que omiten por completo la realidad”, opina por ejemplo Angelika Klaußen, de "Médicos Internacionales para la Prevención de una Guerra Atómica”. La organización encargó un informe al que se remiten también Los Verdes en el Parlamento alemán.
En síntesis, este llega a la conclusión de que, precisamente porque el Gobierno alemán considera problemáticos los reactores belgas, debe prohibir los suministros. Y esto porque su utilización pone en peligro la seguridad interna o externa de la propia Alemania. Las controvertidas centrales nucleares belgas se ubican cerca de la frontera, de manera que si se libera radiactividad, por ejemplo tras una avería, por lo menos la región germana limítrofe se vería de inmediato afectada.
Discurso contradictorio
La experta en cuestiones nucleares de Los Verdes Sylvia Kotting-Uhl, sostiene que la argumentación del Gobierno alemán es contradictoria. "Quien exhorta al Gobierno de un país vecino a cerrar una central atómica, no puede contribuir a su funcionamiento con el suministro de combustible nuclear”, afirma. También La Izquierda exige el cese inmediato de esas exportaciones.
La Unión Cristianosocial de Baviera (CSU) se opuso claramente en el Bundestag a la moción de Los Verdes, que quedó pospuesta. "Esta es una maniobra electoral”, opinó la experta en clima de la CSU, Anja Weisgerber. Efectivamente, el 14 de mayo habrá elecciones regionales en Renania del Norte-Westfalia. Pero en ese Estado, colindante con Bélgica, todos los partidos piden el cese de la exportación de combustible nuclear.
Autor: Jens Thurau (ERS/DZC)
Tras Fukushima, ¿adiós a la energía nuclear?
La catástrofe nuclear de Fukushima ocurrida hace seis años tuvo consecuencias desastrosas para muchas personas, para Japón y para la industria atómica. ¿Sigue teniendo futuro esta tecnología de riesgo o está superada?
Imagen: UN Photo/IAEA/Greg Webb
Más radiactividad que una bomba atómica
En marzo de 2011, tras varios terremotos y un tsunami, se produce fusión del núcleo en tres centrales atómicas y explosiones de hidrógeno en cuatro de ellas. Para muchas personas, esa posibilidad era inimaginable. Tras el accidente, fue liberado Cesio 137 en cantidad 500 veces superior al de la bomba de Hiroshima.
Imagen: picture alliance/dpa/Abc Tv
Enormes costos y daños
Las consecuencias de la catástrofe son inmensas. Según cifras del Gobierno japonés, los costos ascienden a unos 21.5 billones de yenes, es decir, unos 177 mil millones de euros. A ello hay que añadir el sufrimiento humano y los daños que la radiactividad ha causado a otros países.
Imagen: picture-alliance/dpa
El Pacífico seguirá contaminado
Sobre todo están contaminadas las aguas del subsuelo. Una parte se bombea hacia afuera y la otra acaba desembocando en el Pacífico.
Imagen: Getty Images/C. Furlong
Cáncer de tiroides 20 veces más frecuente
Dentro de la tragedia, Japón tuvo suerte. El viento arrastró la radiactividad en dirección al mar, por lo que, de esta manera, los 50 millones de personas que viven en Tokio quedaron a resguardo. Pero la región de Fukushima quedó muy contaminada. 200.000 personas perdieron su hogar y se diagnostica cáncer de tiroides en niños con una frecuencia veinte veces mayor que la habitual.
Imagen: Reuters
La mayoría contra la energía atómica
De los antiguos 54 reactores, funcionan ahora solamente dos. El Gobierno se sigue aferrando a la energía atómica y trata de reactivar algunos reactores, pero las regiones afectadas se oponen a ello. Hasta ahora, con éxito.
Imagen: REUTERS
Profunda crisis en la industria atómica
Seis años después de la catástrofe, los consorcios de energía atómica atraviesan una profunda crisis. Tanto en Japón, como en Estados Unidos o Francia sólo obtienen pérdidas, no se venden más centrales nucleares y los planes para construirlas sufren retrasos.
Imagen: Reuters
Un desastre no exportable
Francia depositó grandes esperanzas en una central de nueva generación, el reactor de agua a presión europeo (EPR por sus siglas en inglés). Al parecer, es más seguro, exportable y tendría que haber inicado su funcionamiento en 2012 en Flamanville. Pero no se inaugurará hasta 2018 y costará más de 10 mil millones de euros, tres veces más de lo previsto.
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¿Construye Reino Unido una central atómica?
Reino Unido lleva años planeando la construcción de dos reactores EPR en Hinkley Point. Se estima que los costos rondarán los 33 mil millones de euros y que estará lista en 2019. El proyecto suscita muchas dudas, pues esta energía será mucho más cara que la solar y la eólica y, sin masivas subvenciones, no sería competitiva.
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Centrales, ni regaladas
Hubo un día que las centrales atómicas eran algo lucrativo. Pero muchas instalaciones se han quedado anticuadas, hay que repararlas y únicamente producen pérdidas. Por ese motivo, el consorcio suizo Alpig quería regalar sus dos centrales atómicas, que superan las tres décadas de vida, a la energética francesa Edf. El obsequio fue rechazado.
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El apagado nuclear en Alemania sigue adelante
Alemania decidió acabar con la energía nuclear tras la catástrofe de Fukushima. Hasta el momento, se han apagado nueve reactores. Los ocho restantes lo harán de aquí a 2022. Los consorcios pagan 23.000 millones de euros a un fondo estatal para financiar los costos de la basura nuclear. Pero el Estado no contribuirá a financiar el caro desmantelamiento de las centrales nucleares.
Imagen: picture-alliance/dpa/D. Ebener
Aumenta el miedo a un accidente nuclear
En la Unión Europea y Suiza siguen funcionando 132 reactores. Estaban pensados para tener una vida de entre 30 y 35 años. De media, tienen 32 años. Se producen cada vez más averías en sus instalaciones y se conocen deficiencias en su seguridad. Todo ello indica que es hora de que se produzca su apagado, porque la actual situación es como una ruleta rusa.