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Comedor popular: trabajo enfocado en el potencial humano

Cristina Papaleo desde Buenos Aires
21 de octubre de 2023

En medio de la crisis económica argentina, la Fundación Margarita Barrientos y el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ayudan a miles de personas a mejorar su situación laboral y a desarrollar su potencial humano.

Entrada al edificio de la Fundación Margarita Barrientos, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Entrada al edificio de la Fundación Margarita Barrientos, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.Imagen: Cristina Papaleo/DW

Es una mañana primaveral en la Ciudad de Buenos Aires. Es viernes (20.10.2023) y en las calles de la capital argentina todo se desarrolla en calma, y nada deja entrever que Argentina está a punto de enfrentarse a unas de las elecciones generales más cruciales de la historia del país, con el consecuente nerviosismo que eso provoca.

Pero, apenas a unos nueve kilómetros de Corrientes y Malabia, una de las esquinas más concurridas del tradicional barrio porteño de Villa Crespo, el paisaje cambia. Las viviendas son más humildes, y se nota el paso de un barrio de clase media a un barrio popular, antes llamados 'villas miseria'. Aquí, a diferencia del centro, todavía hay carteles de campaña en las calles, a pesar de la veda electoral que rige desde el viernes.

Un afiche de campaña en una calle de Villa Soldati, Ciudad de Buenos Aires.Imagen: Cristina Papaleo/DW

Allá se encuentra Margarita Barrientos, una referente social del trabajo comunitario en el barrio popular Los Piletones, en la localidad de Villa Soldati. Voy con Ivo Luzzani, gerente del área de Trabajo y Gestión Comunitaria del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (CABA), quien se encarga de coordinar el trabajo de mantenimiento y limpieza de los espacios públicos del lugar. Luzzani, de 38 años, dice a DW que el ministerio "trabaja con las cooperativas que realizan tareas comunitarias dentro de los barrios populares, para poder generar oportunidades de empleo. El lema principal es poder igualar el punto de partida de la gente”.

La calle de entrada al barrio popular Los Piletones, en Villa Soldati, Ciudad de Buenos Aires.Imagen: Cristina Papaleo/DW

Posibilidades para el desarrollo de potencial humano

Las personas que viven y trabajan en Los Piletones no solo tienen necesidades urgentes para poder alimentarse y educarse, dice Luzzani, sino también deseos de mejorar sus posibilidades en el mercado laboral y progresar en una profesión que les permita salir adelante, en medio de la grave situación económica que azota a los argentinos, una de las tantas crisis cíclicas del país. "No hay ‘meritocracia' si algunos nacen con todo, y otros con nada”, subraya.

Entrada a la Fundación Margarita Barrientos, realizada por la referente social a través de trabajo comunitario, para ayudar a las personas de bajos ingresos o ingresos nulos.Imagen: Cristina Papaleo/DW

Nos dirigimos a Los Piletones para ver de cerca cómo se trabaja y se vive en el centro comunitario, que comenzó con un comedor popular fundado en 1996 por Margarita Barrientos, y que hoy es un modelo para muchos de los comedores populares del conurbano bonaerense.

A la entrada del barrio nos espera Martín Barrientos, sobrino de Margarita, quien nos conduce por las instalaciones de la fundación. "Gracias al presupuesto de la Ciudad y a las donaciones particulares, Margarita logra dar de comer a la gente, con 3.600 platos de comida por día. Aparte de eso, tenemos una panadería de fabricación propia y repartimos el pan, galletas y pizzas en forma gratuita", explica.

Martín Barrientos, sobrino de Margarita Barrientos y coordinador del trabajo en la fundación, nos guió durante la visita a las instalaciones.Imagen: Cristina Papaleo/DW

"Además, contamos con un centro de salud, un jardín de primera infancia, una escuela de música, un centro odontológico, talleres de carpintería, herrería, y computación”, cuenta. Caminamos por las calles, que se ven ordenadas y limpias. "No sabés lo que era esto antes”, dice. Y nos muestra los nuevos edificios de viviendas recién terminados.

En el local de la cocina nos reciben las mujeres que trabajan allí. En un enorme fuentón están las milanesas de ternera que son preparadas con sumo cuidado, una por una. El ambiente es cálido y alegre; las instalaciones, pulcras y funcionales. Cada una de las empleadas lleva gorra y guantes para cumplir con los estándares de higiene. "El plato de hoy es de milanesas con arroz, y una sopa de puchero”, dice Martín Barrientos. En la Fundación trabajan unas 60 personas.

Centro para adultos mayores: pasar dignamente la última etapa 

Algunos adultos mayores miran televisión y conversan en el centro de día "José Silva". "Vienen entre 30 y 40 abuelas y abuelos en total por día de lunes a viernes. La comida se cocina aparte, porque algunos consume menos sal, y con una dieta más equilibrada”, explica nuestro guía. Junto a esas instalaciones está la biblioteca "Apostando al Futuro”.

Una de las mujeres mayores que vienen al centro es Remi: "Me gusta mucho porque nos dan comida, nos invitan a estar juntos, a conversar”, comenta a DW.

Remi es una de las mujeres adultas mayores que vienen al centro de día de la Fundación Margarita Barrientos.Imagen: Cristina Papaleo/DW

Pero los centros comunitarios no solo benefician a los habitantes de Los Piletones: "Acá llegan abuelas y abuelos, y gente de otros barrios de la provincia de Buenos Aires que quedan muy lejos. Para ellos, son 1.500 pesos menos que tienen que gastar en un sándwich, que aquí reciben gratis”, dice Martín Barrientos.

Centros de salud para niños y adultos 

Luego pasamos al centro médico. "En el barrio viven más de 100.000 personas, y este es el único centro de salud. Ahora tenemos un ecógrafo, también gracias a donaciones particulares. Así, los habitantes no tienen que ir a un hospital, ya que eso implica gastos de transporte, y reciben medicación”.

Las instalaciones del centro médico y del centro odontológico se ven impecables: "Tenemos un convenio con odontólogos de la Universidad Maimónides. Esto es especialmente para los niños, a los que se les enseña desde temprano a mantener la salud bucal".

Centro odontológico en cooperación con la Universidad Maimónides, en la Fundación Margarita Barrientos.Imagen: Cristina Papaleo/DW

"El centro de primera infancia ‘Thiago Andrés' se solventa con fondos del gobierno la Ciudad de Buenos Aires, así como los sueldos de las educadoras y del personal de limpieza. Claro que el trabajo que hace la fundación es la columna vertebral para que todo esto sea posible”, resalta Ivo Luzzani. Allí hay instalaciones adecuadas para los más pequeños, con baños con lavabos bajos, por ejemplo.

La escuela de música clásica, un sueño hecho realidad

Pero no solo de pan vive el hombre, y la mujer tampoco. La escuela de música clásica es un sueño hecho realidad de Margarita Barrientos: "Es muy importante que haya enseñanza musical como parte del proyecto educativo”, comenta Luzzani. Una enorme cantidad de instrumentos, como chelos, bajos y guitarras, pueblan la sala de música. "Margarita siempre quiso crear una escuela de música clásica para los niños y adolescentes. Muchos le decían que cómo se le ocurría, que en una villa no se escucha eso, que en un lugar humilde se escucha cumbia, rock, chamamé. Pero ella siguió con su idea, y hoy hay más de 30 chicos que vienen a aprender música clásica”, relata Barrientos.

"Margarita siempre va un paso más adelante, tiene otra visión de la sociedad. Por eso, todo lo que ella emprende, le sirve a la gente. Eso se ve todos los días”, asegura.

Centro para mujeres víctimas de violencia de género

Por último ingresamos al Centro de Atención para Víctimas de Violencia Familiar Margarita Barrientos, una amplia construcción en planta baja, con habitaciones para cada una de las mujeres que llegan buscando protección ante situaciones de violencia de género, y albergue, para ellas y para sus hijos. El alojamiento es libre, de puertas abiertas, con el fin de que las mujeres también puedan participar activamente en la sociedad. Reciben asesoramiento de psicólogos, pedagogos y abogados. Se quedan hasta que se sienten mejor, y se les consigue trabajo, y también documentos, de ser necesario. "Otras, lamentablemente, vuelven al hogar donde fueron víctimas de violencia. Pero muchas inician una nueva vida”, explica Alicia, que se encarga de organizar las llegadas y estadías de las mujeres.

Con el convenio con las cooperativas, más allá del pago y los alimentos, "a las personas de los barrios les brindamos un plus: talleres de oficios, orientación laboral, desde cómo armar un currículum hasta cómo reparar celulares, plomería, electricidad, para mejorar las posibilidades de trabajo también fuera del barrio”, subraya Ivo Luzzani. A los que ya tienen un emprendimiento, como una panadería, o un taller textil, se los asesora con cursos y para adquirir financiamiento, desde subsidios hasta microcréditos para mejorarlos. La gente misma pide trabajar en otros oficios, en enfermería en un hospital, o cuidando a adultos mayores, por ejemplo. "Y muchas potencialidades se ven coartadas porque no tienen los medios para desarrollarse", sostiene Luzzani. "La idea del trabajo está enfocada en el potencial humano. Eso es muy diferente al asistencialismo. Yo creo que una de las salidas a la crisis es por ahí", concluye.

(dz)

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