Este 15 de noviembre jóvenes en todo el país salen de nuevo a las calles para pedir más recursos para la educación pública. Con trombones, violines, tubas y clarinetes convocaron al encuentro.
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Cerca de 70 estudiantes de música de universidades públicas de Bogotá se dieron cita el pasado 9 de noviembre en la carrera Séptima de la ciudad, una de las más transitadas, para enviar un mensaje al presidente, Iván Duque, quien acaba de cumplir 100 días en su gobierno.
"Unanse al paro / de los que estudian / nadie nos va a chantajear / Duque no quiso ayudar de verdad”.
Modificando el coro e interpretando la canción "El baile de los que sobran" del grupo chileno Los Prisioneros, estudiantes del conservatorio de la Universidad Nacional (UN), el programa de Música de la Academia Superior de Artes de Bogotá (ASAB) y el programa de licenciatura en música de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), entre otros, realizaron el “Gran Concierto por la Educación”, que contó con otras interpretaciones como “Colombia tierra querida”, “Fandanguería” y “Obertura Egmont” de Beethoven.
Por su parte, el Gobierno instó en los últimos días a mantener el diálogo entre el Ministerio de Educación, estudiantes, rectores y profesores. “Les pido que se sienten, como lo venían haciendo, con la ministra de Educación, sin levantarse de la mesa. Porque no es una mesa coyuntural, sino una mesa para pensar sobre el futuro de la educación en nuestro país”, aseguró el presidente Duque.
Desde el pasado 11 de octubre los estudiantes en Colombia han realizado diferentes marchas suspendiendo clases. La de este 15 de noviembre, llamada “Gran Marcha de Lápices por la Educación”, y a la cual se unen indígenas, líderes sociales y centrales obreras, inicia desde diferentes puntos de Bogotá y finaliza en la Plaza de Bolívar. En ciudades como Cali, Medellín, Barranquilla, entre otras, también habrá manifestaciones.
DW habló con organizadores del concierto
Según Camilo Suárez, estudiante de maestría de Dirección Sinfónica de la Universidad Nacional, “la idea surgió de un debate en el conservatorio de música, en donde se propuso realizar un concierto masivo con músicos de varias universidades de la capital. Pensamos en una forma atractiva de contarle a la sociedad el problema por el que pasa la educación y limpiar un poco el estigma que tienen los estudiantes de las universidades de Colombia de presuntos ‘tira-piedras’ y ‘terroristas’”.
Suárez, uno de los directores de orquesta del concierto, explica que el objetivo principal del concierto "es combatir la apatía que existe en Colombia, en donde ¡siempre bajamos la cabeza!: mientras vemos cómo roban a alguien, o a un policía recibiendo sobornos. Hay cientos de desplazados durmiendo en las calles, el sistema de salud deja morir a gente en las puertas de los hospitales".
Sobre las problemáticas puntuales como estudiante, Camilo Suárez asegura que "la educación pública colombiana tiene bastantes problemas de fondo, sin embargo en este momento lo que más nos preocupa es la falta de financiación estatal".
Lucha con música por la educación
Por su parte, Camilo Guevara, docente de violín del Conservatorio de Música de la Universidad Nacional, y otro de los directores de la orquesta, afirma que el sistema educativo en Colombia “es ineficiente, insuficiente e inequitativo. La desigualdad en este país es algo que afecta a la población en todos los aspectos. La educación lamentablemente no está al alcance de todos y no es de calidad”.
Guevara agrega que la situación de los profesores en Colombia es complicada y desigual. "Me atrevería a decir que es de las profesiones peor remuneradas en Colombia. Sumándole a esto la inestabilidad de algunos contratos que no dan las garantías ni la retribución suficiente, y en muchas ocasiones el calendario académico se ve afectado porque no hay dinero suficiente para hacer las contrataciones a tiempo. En efecto, los profesores en Colombia también sufrimos el déficit de financiación a la educación pública", concluye.
¿Por qué invitar a la marcha estudiantil a través de la música? “La música es un lenguaje que conecta, y a través de ella podemos transformar, por eso es importante movilizarnos por la educación".
(jov)
La diversidad de los pueblos indígenas en América Latina
Según datos de UNICEF, en América Latina existen actualmente 522 pueblos indígenas. México, Bolivia, Guatemala Perú y Colombia aglutinan el 87% de los pueblos indígenas de América Latina y el Caribe.
Imagen: Christopher Pillitz
Amazonia, fuente de diversidad
Según el Atlas Sociolingüístico de Pueblos Indígenas en América Latina de UNICEF, la Amazonia es la región con mayor diversidad de pueblos indígenas (316 grupos), seguida por Mesoamérica, la cuenca del Orinoco, los Andes y la región del Chaco. Brasil (foto) es el país con más diversidad de pueblos indígenas con un total de 241. Colombia es el segundo con (83), seguido por México (67) y Perú (43).
Imagen: DW/T. Fischermann
Diversidad de pueblos y lenguas
Cinco pueblos agrupan varios millones de personas: Quechua (foto), Nahua, Aymara, Maya yucateco y Ki'che; y seis aglutinan entre medio y un millón de habitantes: Mapuche, Maya q'eqchí, Kaqchikel, Mam, Mixteco y Otomí. Cerca de una quinta parte de los pueblos indígenas perdió su idioma nativo en las últimas décadas. De 313 idiomas indígenas, el 76% es hablado por menos de 10.000 personas.
Imagen: picture-alliance/Robert Hardin
Cada vez más urbanos
Aunque más del 60% de la población indígena de Brasil, Colombia, Ecuador, Honduras y Panamá todavía vive en zonas rurales, más del 40% de la de El Salvador, México y Perú reside en áreas urbanas. En Chile (foto) y Venezuela, la población que vive en ciudades supera el 60% del total. Éstos tienen 1,5 veces más acceso a electricidad y 1,7 veces más acceso a agua corriente que los de zonas rurales.
Imagen: Rosario Carmona
Conviviendo con la pobreza
Según un informe del Banco Mundial, la pobreza afecta al 43% de los hogares indígenas, más del doble de la proporción de no indígenas. El 24% de todos los hogares indígenas vive en condiciones de pobreza extrema, es decir 2,7 veces más que la proporción de hogares no indígenas. En 2011, en Guatemala, tres de cada cuatro habitantes de zonas con pobreza crónica pertenecían a un hogar indígena.
Imagen: picture-alliance/Demotix
Educación superior: un privilegio para muy pocos
El reporte del Banco Mundial 'Latinoamérica indígena en el siglo XXI' apunta que la finalización de estudios primarios entre indígenas urbanos es 1,6
veces mayor que entre los que habitan en zonas rurales, mientras que los que terminan la educación secundaria es 3,6 veces mayor y los que cursan estudios superiores es 7,7 veces mayor. El acceso a la universidad es un privilegio para muy pocos.
Imagen: Uskam Camey
Brecha digital: exclusión social
A pesar de la aparente familiaridad de este miembro de la tribu Kayapó (Brasil) con la tecnología, los miembros de pueblos indígenas no se han beneficiado de su masificación. Estos tienen cuatro veces menos acceso a internet que los no indígenas en Bolivia y seis veces menos acceso en Ecuador. Asimismo, los indígenas tienen la mitad de acceso a un computador que los no indígenas en Bolivia.
Imagen: AP
Implicados en la vida política
Los pueblos indígenas participan activamente en la vida política de sus comunidades, ya sea a través de parlamentos locales o nacionales, en los municipios o a nivel estatal. Sus líderes están involucrados en partidos políticos nacionales o han creado sus propios partidos. Así, existen partidos indígenas muy influyentes en Bolivia y Ecuador, pero también en Venezuela, Colombia y Nicaragua.
Imagen: Reuters/J. L. Plata
Empoderamiento ciudadano
Con una población de más de 800.000 habitantes, principalmente de origen aymara (foto), El Alto (Bolivia), comenzó a organizarse en juntas vecinales. A través de éstas, exigieron tener acceso a sus propios recursos financieros y ejercer control sobre ellos. Las Juntas se crearon con el objetivo de que éstas planificaran, financiaran y construyeran infraestructura básica y proporcionaran servicios.
Imagen: picture-alliance/dpa/EPA/BOLIVIAN INFORMATION AGENCY
Protección vulnerada
Cerca del 45% de cuenca del Amazonas está protegida en el marco de diversas formas legales. A pesar de que 15 de los 22 países de la región han ratificado el Convenio Nr. 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a menudo se vulnera el proceso de Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI) que pretende garantizar su participación en cambios que pueden afectar su estilo de vida.
Imagen: Survival International
Indígenas en el punto de mira
Los representantes de pueblos indígenas son víctimas de criminalización y hostigamiento y suelen sufrir amenazas, violencia e incluso la muerte al posicionarse en contra de la instalación de grandes infraestructuras en su territorio. En la fotografía, miembros de las comunidades indígenas en contra del proyecto hidroeléctrico Las Cruces, ubicado en el río San Pedro Mezquital, en Nayarit (México).
Imagen: AIDA/C. Thompson
Minería: fuente de conflictos
La minería también es una amenaza para los pueblos indígenas y provoca migraciones y conflictos. Se calcula que una quinta parte de la cuenca amazónica tiene potencial minero: 1,6 millones de kilómetros cuadrados, 20% de los cuales están en tierras indígenas. La extracción ilegal de oro también se ha propagado en la región, provocando deforestación, contaminación de los ríos y violencia.
Imagen: Jorge Mario Ramírez López
Defendiendo el territorio
Los Munduruku (foto), que cuentan con una población de entre 12.000 y 15.000 personas que viven en la orilla del río Tapajós, en los estados de Pará, Amazonas y Mato Grosso (Brasil), sufren el peligro de ambas actividades. Durante tres siglos, han tratado de demarcar oficialmente su territorio, una área de 178.000 hectáreas amenazado por actividades de extracción y proyectos hidroeléctricos.
Imagen: DW/N. Pontes
Socios clave en la lucha contra el cambio climático
El reconocimiento y la protección de los territorios indígenas es una estrategia eficaz para prevenir la deforestación y combatir el cambio climático. Entre 2000 y 2012, la deforestación en la Amazonia brasileña fue de 0,6% dentro de los territorios indígenas protegidos legalmente, mientras que fuera llegó al 7%, lo que produjo 27 veces más emisiones de dióxido de carbono.
Imagen: Ádon Bicalho/IPAM
Los grandes desconocidos
Algunas comunidades indígenas siguen negándose a tener contacto con el mundo exterior y viven en áreas aisladas, usando lanzas y dardos envenenados para cazar monos y aves. Es el caso de los Waorani (foto) que viven en la selva amazónica, en Ecuador. En las últimas décadas, muchos de ellos han pasado de vivir como cazadores a asentarse en el Parque Nacional Yasuní.
Imagen: AP
Contacto mortal
Lamentablemente algunos de los que han sido contactados han sufrido las consecuencias. Los indígenas matsés o “mayorunas” que viven en la ribera del río Yaquerana, en la frontera entre Brasil y Perú, conocidos como “el pueblo del jaguar" (foto) fueron contactados por primera vez en 1969. A raíz de este encuentro muchos murieron por enfermedades como tuberculosis y hepatitis.
Imagen: Christopher Pillitz
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