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Con dinero se ganan los Paralímpicos

Melanie Last
6 de septiembre de 2021

Los Juegos Paralímpicos de Tokio han demostrado que solo las naciones ricas pueden competir al más alto nivel. Melanie Last, de DW, se pregunta: ¿de verdad necesitamos un medallero?

Imagen: ISSEI KATO/REUTERS

¿Son los Juegos Paralímpicos realmente una plataforma deportiva, una enorme fiesta para los atletas que glorifica la sana competencia, o en realidad es solo un escenario donde las naciones buscan diferenciarse unas de otras y comparar quién es mejor, quién es más fuerte, tanto en lo deportivo como en lo político?

En todo caso, la cita no parece tratar sobre disfrutar del deporte cuando los países se dedican solo a mirar el medallero. Y lo hacen de forma abierta, señalando por adelantado cuáles son sus objetivos, cuántas medallas deben obtener sus deportistas. Para Alemania el medallero se veía terrible tras el cuarto día de competencia: puesto 40, y sin siquiera un oro. A mitad de los Juegos Paralímpicos sumaba dos oros y había subido al lugar 24.  Al final remató en el puesto 12, con 13 medallas doradas. De esta manera, el objetivo de la Asociación Alemana de Deportes para Discapacitados (DBS) de estar entre los diez primeros no se logró.

Melanie Last.Imagen: Privat

El dinero determina el éxito

Pero de nuevo: ¿qué tan importante es el medallero? Algo está claro: los países que más dinero invierten estarán siempre a la vanguardia. En China y Estados Unidos, por ejemplo, los paradeportistas son profesionales, mientras que en Alemania los atletas deben, además, trabajar y luchar por conseguir patrocinadores para estar financieramente tranquilos. Sí, hay aportes de la Fundación Alemana de Ayuda Deportiva, que otorga entre 700 y 800 euros al mes, y otros aspiran a la seguridad mínima que otorga el programa de financiamiento deportivo del Ejército, que entrega 1.200 euros mensuales. Y sí, está claro que sin esas ayudas Alemania de seguro no habría sumado 13 medallas de oro. Pero también está claro que este apoyo económico rara vez es suficiente para que un deportista se pueda considerar profesional. Llegar a fin de mes es un acto de funambulismo a expensas del rendimiento deportivo.

La pregunta es: ¿cuántos deportistas de alto nivel quiere permitirse Alemania? ¿Y qué tan solidario es el país con sus atletas discapacitados?

¿Fallo en la inclusión?

Con todos los esfuerzos de inclusión y los intentos de alcanzar la igualdad, todavía no se consigue que los atletas con y sin discapacidades puedan entrenar en condiciones similares en Alemania. Un escenario distinto al que se puede ver en el pequeño vecino Países Bajos, donde -valga la pena remarcarlo- pueden celebrar la obtención de más medallas paralímpicas que los alemanes. Allí los deportistas entrenan en los mismos recintos, con los mismos equipamientos que sus colegas no discapacitados, reciben las mismas oportunidades y cuentan con entrenadores especializados en paradeportes.

Además, allá los niños y jóvenes paradeportistas, independiente de la disciplina que practiquen, reciben de parte del Estado las prótesis y las sillas de ruedas. El financiamiento no pasa por las manos de los seguros médicos, que en determinadas circunstancias dan más ventajas a quienes ganan más dinero. La idea de la inclusión se vive en Países Bajos de otra manera, lo que se traspasa a los deportes.

Los Juegos Paralímpicos de Tokio han vuelto a mostrar que la promoción de los deportistas discapacitados comienza en la sociedad, con igualdad de oportunidades y solidaridad. Lo que vuelve a plantear la pregunta de si no tendría lógica organizar una fiesta deportiva donde todos compitan juntos, dado el sentido del espíritu olímpico. Pero bueno, eso ya es otro tema. (dz/ms)

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