Lo que para Alemania fue el escarabajo, fue para Francia el Citroën 2CV, el "patito feo”. Esta mínima expresión de un automóvil comenzó a dar movilidad a las masas en los años 30 del siglo XX. Rápidamente, los franceses se enamoraron del auto. No puede sorprender: sus datos angulares están basados en uno de los primeros sondeos de opinión, hecho en 1922.