Las noticias de estos días no podían ser más contradictorias: “aumenta el hambre en el mundo”, alerta Naciones Unidas; “países emergentes logran mayor crecimiento económico en último cuarto de siglo”, afirma la Organización Mundial del Comercio; “miles de obreros de fábricas de autos en países industrializados temen pérdida de sus trabajos”, se escucha y se siente en Alemania. Tres noticias, un sólo mundo. Todos éstos, “fenómenos de la globalización” que son tema central del evento internacional que tiene lugar este fin de semana en Berlín. La Conferencia sobre el Comercio Mundial propone lo que debe convertirse en tarea más importante de las próximas décadas: “una globalización más justa”.

Cooperación más constructiva

La llamada “globalización” de la economía ha impulsado movimientos estructurales que crean esperanzas en unos y aterrorizan a otros, tanto en países en vías de desarrollo como en los industrializados. Alemania, anfitriona del evento, quiere “canalizar el debate a la búsqueda de estrategias e instrumentos de cooperación más constructivos que la mera crítica contra la globalización”, afirman los organizadores. La conferencia es presidida por el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Joschka Fischer, destacado líder del partido de Los Verdes, pionero en la agenda ecológica mundial. Organizaciones y empresas internacionales, críticos y expertos en desarrollo también están presentes.

¿Más o menos pobreza en un mundo globalizado?

En los próximos 25 años la población mundial crecerá de 6 a 8 mil millones de personas. Siete mil millones vivirán en países pobres o en vías de desarrollo. ¿Bajo cuáles condiciones podrá el comercio ayudar a liberar a miles y miles de millones de personas de la pobreza?; ¿Cómo debe funcionar una globalización que evite más crisis que pongan a tambalear el sistema financiero internacional? Interrogantes aún abiertas

Las dos caras de la moneda

Alemania puntea las exportaciones. Pero la presión a aumentar la eficiencia crece entre más beneficios percibe del proceso de globalización. Muchos alemanes temen perder los altos estándares sociales, ambientales y financieros de que hasta ahora había disfrutado el país y se preguntan si Alemania podrá reformar sus estructuras sin quedar rezagada. No en vano se cuestiona también el estado del equilibrio entre las políticas comerciales y ambientales. Al fin y al cabo los cambios climáticos, las especies en peligro de extinción y la reducción de recursos no renovables amenazan, igualmente, el desarrollo sostenible.