El reciente enfrentamiento entre grupos armados colombianos y fuerzas armadas venezolanas en el estado Apure ha encendido las alertas de los expertos que han estado denunciando una guerra híbrida en la frontera.
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El enfrentamiento en el estado Apure dejó al menos dos soldados venezolanos muertos, 32 guerrilleros colombianos detenidos y seis campamentos desarticulados. Ese es el saldo oficial que difundió el Ministerio de Defensa venezolano en un comunicado, pero según los analistas consultados es parte del plan para dar la impresión que atacan al terrorismo cuando las causas podrían ser más complejas.
Para Luis y María Andarcia, cruzar la frontera por trochas es parte de su cotidianidad desde que comenzó la pandemia. El taxista y su mujer venden chatarra venezolana en Colombia, el negocio menos lucrativo con la carga más pesada de la larga lista de mercancías que atraviesan una de las fronteras más peligrosas del hemisferio. Civiles armados colombianos son quienes deciden quién puede cruzar el río entre ambos países.
"Ellos dicen que son los encargados, nos revisan, y dependiendo de la chatarra que uno lleve deciden cuánto nos cobran por pasar", cuenta a DW Luis Andarcia. "Yo me cuido de solo llevar chatarra, ellos preguntan si llevamos cobre que es el material estratégico; si alguien miente y le encuentran cobre al revisar, son capaces hasta de quitarle a uno la moto", explica. "Vivimos en la zozobra", se lamenta María Andarcia. "No nos gusta hacer esto pero no nos queda de otra, ya tenemos más de 50 años y no conseguimos trabajo por la crisis que hay en Venezuela".
El riesgo de cruzar la frontera es cada vez más alto. Según la ONG Control Ciudadano, cada 6 horas es asesinada una persona en los 6 estados venezolanos que tienen frontera con Colombia. Además, cada dos días desaparece o es secuestrada una persona y todos los días hay entre uno y dos enfrentamientos armados en la frontera. En una reciente ponencia donde estuvo presente DW, la presidenta de Control Ciudadano, Rocío San Miguel, explicó que " la presencia cada vez mayor de grupos armados al margen de la ley en la frontera, controlando todos los tráficos que en estos espacios se producen, entre ellos el de personas, ha llevado a la población a convivir con grupos armados irregulares y bandas delincuenciales a lo largo de la frontera".
Enfrentamiento armado
En el más reciente enfrentamiento, ocurrido el 21 de marzo en el estado Apure, dos soldados venezolanos murieron al detonarse minas anti personas, armamento que no es común en Venezuela y que la ONG Fundaredes viene denunciando desde 2018. El presidente de Fundaredes, Javier Tarazona, explicó a DW que lo ocurrido en Apure no fue un simple enfrentamiento entre militares venezolanos y guerrilleros colombianos. Según Tarazona, "estos últimos enfrentamientos de las Fuerzas Armadas venezolanas no son contra la FARC y contra el ELN en su conjunto, sino con disidentes de la FARC que se niegan a recibir las ordenes de Jesús Santrich e Iván Márquez y esto ha llevado a que sin duda alguna sean reiterativos estos enfrentamientos en territorio venezolano".
Rocío San Miguel concuerda cuando explica que hay una complicidad que poco se conoce sobre el papel que está jugando el ejército venezolano en esta situación. "Pareciera estar dándose una triangulación perversa en la frontera, que termina por proteger al ELN para que sigan actuando con bajo perfil y castigar a la disidencia de las FARC que tiende a actuar con un alto perfil; hay que realizar investigaciones porque de esta manera se comprometería muy gravemente la responsabilidad de los mandos del ejército que tienen jurisdicción en estos espacios fronterizos venezolanos", explica San Miguel.
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El comercio ilegal en la frontera
Tarazona denuncia que hay más de 9 frentes de disidentes de las FARC y 10 del ELN operando en 20 estados de Venezuela. "Si existiera una confrontación entre el Estado y estos grupos armados no tendríamos emisoras de frecuencia modulada de la guerrilla en el espectro radioeléctrico venezolano," dice Javier Tarazona. En el centro de todo está el comercio ilegal por la frontera, explica San Miguel. "La economía ilegal se encuentra en expansión cada día más; no solo involucra a grupos armados al margen de la ley sino también está involucrando cada día a más efectivos de cuerpos de seguridad del Estado venezolano y efectivos de las FF.AA. legales e ilegales en la frontera, escenario por excelencia de esta economía".
Las consecuencias de la tensión en la frontera ya se evidencian con el aumento de venezolanos que huyen hacia Colombia. Fundaredes monitorea el proceso migratorio en la frontera y asegura que muchas familias de Apure buscan refugio en Arauca, en poblaciones colombianas donde no hay conflicto. La investigación de Fundaredes demuestra que "hay un impacto por el tema migratorio, estamos viendo a familias que dejan todo, que perdieron todo en medio de estos combates, y situaciones calamitosas en esta huida que emprenden", dice Tarazona.
Crece la violencia
La violencia en la frontera tiende a profundizarse según Rocío San Miguel, quien dijo a DW que "lo que hemos aprendido con respecto a economías ilegales en pasos fronterizos es que terminan siendo conflictivas, estos asuntos se dirimen por las armas, eso no los han enseñado los tráficos de drogas , de personas, de minerales en distintas partes del mundo". Lo que más le preocupa es que "esta situación perversa puede llegar en muy corto tiempo a homicidios colectivos similares o comparables a cifras de guerra que en algún momento el conflicto armado en Colombia demostró".
"Cuando escuchamos detonaciones y gritos al otro lado del río, dejé la chatarra a la orilla y me regresé corriendo, no vale perder la vida por cruzar a Colombia", explica Luis Andarcia, quien asegura que cada día es más difícil atravesar la frontera. Su mercancía es difícil de llevar a Colombia, a menudo se corta y sale herido con metales oxidados. Para Luis y María "no vale la pena el riesgo, pero es eso o nada, porque aquí en Venezuela no hay trabajo ni dinero y lo que nosotros podemos conseguir y está a nuestro alcance es chatarra".
Venezuela: un país desangrado
El 6 de diciembre se llevaron a cabo elecciones parlamentarias en Venezuela en medio de la peor crisis en años. Hambre y escasez caracterizan la vida cotidiana en el país. La necesidad se manifiesta de muchas formas.
Imagen: Jimmy Villalta/UIG/imago images
Neveras vacías
En 2018, la nación caribeña registró la inflación más alta en su historia: 65.374%, según el portal alemán Statista. En el mismo año, el Fondo Monetario Internacional incluso calculó la inflación en 1.370.000%. Debido a la falta de divisas, apenas se pueden importar bienes. Comprar en los supermercados es imposible para la mayoría de los venezolanos debido a los altos precios.
Imagen: Alvaro Fuente/ZUMA Press/imago images
Alimentando a los pobres en la ciudad de Valencia, estado Carabobo
Solo aquellos que traigan su propio plato o envase pueden comer algo. Incluso las organizaciones de ayuda humanitaria carecen de cubiertos desechables. El otrora rico país ha estado sufriendo una grave crisis de abastecimiento durante años. Hay escasez de todo: comida, medicinas y las cosas más básicas, como jabón y pañales.
Imagen: Juan Carlos Hernandez/ZUMA Wire/imago images
Los niños se mueren de hambre
En Caracas, los niños extienden desesperadamente los brazos cuando Caritas u otras organizaciones distribuyen alimentos. Muchos no han comido en días. El 96 por ciento de los hogares vive en la pobreza, 64 por ciento en pobreza extrema, según un estudio de la Universidad Católica Andrés Bello. La carne, el pescado, los huevos, las frutas y las vegetales solo se sirven en muy pocas familias.
Imagen: Roman Camacho/ZUMA Press/imago images
Sistema de salud al borde del colapso
El que lamentablemente tenga que ir a un centro de salud, como aquí en el Hospital San Juan de Dios de Caracas, tiene que pagar sus propios medicamentos y suministros como catéteres y jeringas. Más de un tercio de los 66.000 médicos con licencia ya abandonaron el país. El número de otros profesionales de la salud también se ha reducido, lo que ha llevado al sistema sanitario al borde del colapso.
Imagen: Dora Maier/Le Pictorium/imago images
Barro y madera como materiales gratuitos de construcción
Un niño juega en su casa de bahareque, un tipo de vivienda hecha de madera y barro cuya construcción se remonta a la época precolombina. Debido a la creciente pobreza extrema en las zonas rurales, estas estructuras se están volviendo más comunes nuevamente. Bajo estos techos no hay agua corriente ni electricidad.
Imagen: Jimmy Villalta/UIG/imago images
No hay electricidad en Venezuela
Los apagones permanentes paralizan regularmente el país. La oposición señala las inversiones demoradas, la corrupción y el mantenimiento inadecuado de los sistemas eléctricos como las razones. Por ello, el gobierno tomó medidas drásticas para ahorrar electricidad. Por un tiempo, los funcionarios públicos incluso redujeron su semana laboral a dos días hábiles para ahorrar energía. Sin éxito.
Imagen: Humberto Matheus/ZUMA Press/imago images
Viviendo en la calle
Cuando se va la luz, hace un calor insoportable en las casas si no se tiene un aire acondicionado que funcione. Entonces la gente traslada la vida a las calles, como aquí en Maracaibo. Por años ha habido cortes de energía no solo regionales en Venezuela, sino también nacionales. El presidente Nicolás Maduro asegura que sus oponentes hacen actos selectivos de sabotaje contra la infraestructura.
Imagen: Humberto Matheus/ZUMA Press/imago images
Escasez aguda de agua
En la parroquia Santa Rosa, en la ciudad de Valencia, el suministro de agua ha colapsado de forma tal que hasta la gente se baña y lava su ropa y otras cosas en charcos al costado de la carretera. Ya no hay agua potable.
Imagen: Elena Fernandez/ZUMA Wire/imago images
Luz y agua
En el río Guaire fluyen solo aguas residuales y productos químicos tóxicos. En Venezuela, el agua y la electricidad son delicadamente interdependientes: la falta de electricidad y mantenimiento agrietaron las paredes de los embalses del país y el nivel del agua bajó. Como resultado, se generó menos electricidad en las centrales hidroeléctricas y se produjeron apagones. Un círculo vicioso.
Imagen: Adrien Vautier/Le Pictorium/imago images
En busca de agua potable
En Guacara, en el estado Carabobo, una residente camina por las calles con recipientes de plástico en busca de agua potable. En algunos lugares de Venezuela solo hay unas pocas horas de agua corriente tres días a la semana. Por esta razón, muchas familias llenan rápidamente todas las botellas y frascos que encuentren para tener un poco de agua cuando la sequía vuelva.
Imagen: Juan Carlos Hernandez/ZUMA Wire/imago images
Aguas contaminadas
Los venezolanos nadan en petróleo, pero no de buena manera: en el lago de Maracaibo, los pescadores arrojan sus redes desde neumáticos viejos, a pesar de que el agua está contaminada con petróleo. Las costas también están afectadas. Debido a fugas en oleoductos y una avería en una refinería cerca de Puerto Cabello, en el noroeste del país, unos 20.000 barriles de crudo se derramaron al mar.
Imagen: Miguel Gutierrez/Agencia EFE/imago images
"El pueblo necesita gasolina"
En Guacara, en el estado Carabobo, la gente espera con sus automóviles enfrente de las estaciones de servicio por más de dos semanas para cargar gasolina. Venezuela tiene que importar petróleo de Irán porque sus propias plantas petroleras en ruinas apenas pueden producirlo. Hace 10 años, la tasa de producción era de unos 2,3 millones de barriles al día. Ahora es menos de la mitad.
Imagen: Juan Carlos Hernandez/ZUMA Wire/imago images
El suministro de energía colapsó
En Caracas, la gente espera en la calle con sus bombonas de gas vacías con la esperanza de que por fin puedan volver a llenarlas. Dado que las fuentes de energía y gasolina fallan repetidamente en Venezuela, la gente ha cambiado al gas. Pero este recurso también se ha vuelto escaso.
Imagen: Miguel Gutierrez/Agencia EFE/imago images
Las aureolas se desvanecieron
Los rostros de Hugo Chávez, Fidel Castro, Evo Morales y Rafael Correa miran desde la pared de una casa en Caracas hacia un basurero desbordado. Muchos venezolanos veneraron como santos a los líderes socialistas de Venezuela, Cuba, Bolivia y Ecuador. En Venezuela, el "socialismo del siglo XXI" no ha cumplido su promesa de prosperidad para todos.