Hay solo pequeños avances, medidas para asegurar la frágil tregua, pero no se puede hablar de un giro en el conflicto ucraniano.
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“El balance es mixto. Estas conversaciones también fueron muy difíciles”, dice el ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, tras la reunión en Villa Borsi, en el norte de Berlín. Steinmeier volvió a encontrarse con sus colegas de Francia, Rusia y Ucrania, para mediar en el conflicto ucraniano. En sus declaraciones, tras tres horas de conversaciones, el político socialdemócrata anuncia al menos una noticia positiva: el alto el fuego, que entró en vigor hace 15 meses, se incumple más de lo que se cumple, pero los combates han disminuido.
Asegurar la tregua
Las partes han acordado aumentar la distancia entre sus tropas en la zona en conflicto: soldados ucranianos de un lado y separatistas prorrusos del otro. “Y acordamos que la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) podrá monitorearlo”, comunicó Steinmeier. Pero hasta ahí llegaron las buenas noticias: “No puedo decir lo mismo en relación con el proceso político”, reconoció el ministro alemán de Exteriores.
Se trata sobre todo de la organización de elecciones comunales en el Este de Ucrania, que fue también acordada en la bielorrusa Minsk –como la tregua−, hace 15 meses. Para ello, el Parlamento ucraniano tendría que cambiar leyes, lo que ha sido imposible de conseguir en meses. Ucrania y Rusia, además, no logran ponerse de acuerdo sobre quién podrá participar en esas elecciones y como serán monitoreadas. Pavlo Klimkin, titular de Exteriores ucraniano, y Sergei Lávrov, su homólogo ruso, se culparon mutuamente en Berlín de este fracaso. Nada nuevo.
La culpa de los otros
Lavrov rechazó la exigencia ucraniana de que los observadores de la OSCE deberían estar armados. La seguridad de las elecciones puede asegurarse sin observadores armados, alegó. Klimkin reaccionó frustrado: “No pudimos alcanzar ningún acuerdo en temas claves. Y, desgraciadamente, estos desacuerdos conducen al estancamiento del proceso de Minsk”, concluyó.
Así que no quedó otra que insistir en reforzar la tregua: se acordó, según Steinmeier, una “desconcentración de los grupos militares a lo largo de la línea de contacto, incluido el establecimiento de zonas desmilitarizadas”. Para ello hay plazos concretos: “tiene que se posible conseguirlo”, insistió Steinmeier, intentando hacer presión sobre sus colegas.
La Villa Borsig, en Berlín, está, 2.100 kilómetros de la zona en conflicto en el Este de Ucrania. Sin embargo, la casa de huéspedes del ministerio alemán de Exteriores se ha convertido en principal sitio de negociación en torno al conflicto entre Rusia y Ucrania en el Este ucraniano. Ocho de los 12 encuentros del llamado formato de Normandía (Alemania, Francia, Ucrania y Rusia) han tenido lugar aquí. Aunque, en concreto, no han traído mucho.
Lo mejor que se puede decir es que, quizás, a largo plazo, la diplomacia ha evitado cosas peores que las que se han visto hasta ahora. Desde el inicio de los combates, hace dos años, casi 10.000 personas han muerto, últimamente menos, pero los combates siguen.
30 años de Chernobil, el legado soviético
Los sobrevivientes de Chernobil siguen luchando para que se reconozca el impacto del desastre 30 años después. Filip Warwick habló con la gente del lugar y exploró la Zona de exclusión en el aniversario de la explosión.
Imagen: DW/F. Warwick
Recordando a los seres queridos
Treinta y una personas murieron por la radiación tres meses después de la explosión en la planta de Chernobil, entonces parte soviética de Ucrania. Muchas murieron posteriormente, como bomberos y personal de rescate, porque no tenían conciencia del peligro de la radiación. Más de 90.000 trabajadores construyeron el sarcófago para contener al cuarto reactor dañado.
Imagen: DW/F. Warwick
Superviviente con suerte
Sergei Novikov es uno de los pocos afortunados. En 1986, estuvo seis meses como miembro del equipo de seguridad en Pripyat, a tres kilómetros del reactor cuatro de Chernobil. En la llamada Zona de exclusión, Novikov tuvo una experiencia muy cercana a la muerte, posiblemente relacionada con la radiación. Estuvo hospitalizado durante más de un año y le dijeron que solo tenía algunos meses de vida.
Imagen: DW/F. Warwick
Contando los días
La mujer de Novikov, Raisa, tenía un calendario mientras su marido trabajaba en Chernobil. Marcaba con una cruz amarilla los días que él trabajaba allí, y en azul, los días que recibía carta de su esposo. Los conocidos como "liquidadores" era personal civil y militar reclutado para lidiar con las consecuencias del desastre. Entre 600.000 y 800.000 mil personas se encargaron de la limpieza.
Imagen: DW/F. Warwick
Icono de Chernobil
El icono del salvador de Chernobil representa a Jesucristo en el cielo recostado junto a la madre de Dios y al arcángel Miguel. Debajo se halla el paisaje infértil orginado por el desastre de Chernobil así como aquéllos que murieron por la radiación. Jesús bendice a las figuras en blanco, trabajadores y personal militar, que sacrificaron sus vidas para contener la explosión y salvar vidas.
Imagen: DW/F. Warwick
Solos después del desastre
Nail Mardagalimov es el jefe de la Asociación Kramtorsk para la Rememoración de Chernobil y uno de los miles de hombres enviados a la Zona de exclusión como liquidadores. Los supervivientes han luchado durante décadas para que se les compense con una pensión. "Todos pusimos nuestras fuerzas y salud para salvar nuestro país. Y ahora nos han dejado solos", dijo él a DW.
Imagen: DW/F. Warwick
Bajo el cielo contaminado
Una muñeca está en el suelo de una guardería en Kopachi. El pueblo sigue aún abandonado y muy contaminado por la radiación equivalente a 20 veces las bombas atómica de Hiroshima y Nagasaki.
Imagen: DW/F. Warwick
La última habitante
La ciudad más grande de la Zona de exclusión era Zalysia, de unos 3.500 habitantes. Fueron evacuados entre 1986 y 1987. Algunos se integraron en la difícil sociedad soviética y alrededor de 1.000 regresaron a la zona. La última habitante de Zalysia, Rosalia, murió en diciembre pasado con más de 80 años en la casa (imagen) donde creció y vivió antes de ser evacuada.
Imagen: DW/F. Warwick
Ciudad fantasma
A tres kilómetros de la planta, Pripyat, fue construida como ciudad utopía por la élite soviética. La gente procedía de Moscú, Leningrado y Kiev, atraída por el alto nivel de vida. Un gremio de compañías occidentales está construyendo un sarcófago móvil que cubrirá el reactor cuatro siniestrado y a su envejecido sacorfágo. Se supone que la obra se finalizará en 2017.
Imagen: DW/F. Warwick
De regreso a la naturaleza
Este centro de deportes fue una de las instalaciones que contribuían a la alta calidad de vida en Pripyat. Atletas soviéticos de renombre visitaban con frecuencia la ciudad.
Imagen: DW/F. Warwick
Escuela número 3
Un tercio de la población en Pripyat era menor de 18 años, alrededor de 17.000 personas. La ciudad tenía quince escuelas primarias, cinco secundarias y una facultad técnica.
Imagen: DW/F. Warwick
Saqueo
Cientos de máscaras de gas están dispersas por el piso en la escuela número 3 de Pripyat. Los ladrones las sacaban de los almacenes para extraer pequeñas cantidades de plata en los filtros. Las máscaras eran una parte indispensable de las clases de defensa personal, donde los escolares eran entrenados para casos de emergencias atómicas, biológicas y químicas.
Imagen: DW/F. Warwick
Memorial soviético
Pripyat no parece que se sienta parte de Ucrania, nos dice el guía Vita Polyakova. "Este es un memorial de la Unión Soviética y los errores que uno puede extraer de la forma de vida soviética."