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Consejo de Seguridad: Alemania en campaña

Emilia Rojas19 de julio de 2004

Alemania está redoblando sus esfuerzos por conquistar apoyo internacional, con miras a contar con un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Un objetivo que se perfila difícil de alcanzar a corto plazo.

Los codiciados asientos del Consejo de Seguridad de la ONU.Imagen: AP

Al ministro de Relaciones Exteriores alemán, Joschka Fischer, no le ha ido del todo bien en la gira que está realizando por diversos países asiáticos. El jefe de la diplomacia berlinesa no ha logrado precisamente un apoyo entusiasta a los deseos germanos de contar con un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, tema que figura como uno de los cometidos importantes del viaje. Sólo India se ha mostrado plenamente favorable a tales aspiraciones. Pero, por mucho peso que tenga ese país, su respaldo no es desinteresado. También el gobierno indio quisiera ingresar al exclusivo club y espera, como contrapartida, contar también con la ayuda de Alemania.

Reserva asiática

China, Bangladesh y Sri Lanka, en cambio, se mantienen reservados. Pero al menos parece haber amplia coincidencia en cuanto a que habría que reformar el Consejo de Seguridad, el órgano en que realmente se toman decisiones eficaces en la política mundial. Es allí donde, por ejemplo, se puede resolver aplicar sanciones o incluso emprender una operación militar contra un país, dentro del marco del derecho internacional. Y, por mucho que haya quienes duden de su capacidad de acción, lo cierto es que es el principal instrumento multilateral disponible en este plano. Incluso Estados Unidos, que lo pasó por alto al lanzar su arremetida bélica contra Irak, ha tenido que volver a su seno en busca de apoyo para el proceso de postguerra en ese país.

La necesidad de reformas queda en evidencia al observar la composición actual del Consejo, que refleja la correlación de fuerzas del tiempo de la II Guerra Mundial. Las potencias vencedoras de aquella contienda (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Rusia), junto a China, son las que disponen desde entonces de un asiento permanente, que lleva aparejado el derecho a veto. Una constelación lógica hace casi 60 años, pero a estas alturas anacrónica. Hoy en día, muchos consideran que cada región debería contar con un representante en ese pequeño círculo. Se trataría de buscar una especie de justicia geográfica, según indica el profesor Otto Keck, que tienen una cátedra sobre organizaciones internacionales en la universidad de Potsdam.

Méritos alemanes

Otro factor importante es que algunos países han cobrado creciente influencia en el ámbito internacional, sin que hasta la fecha ello se vea reflejado en la estructura del Consejo de Seguridad. Tal es el caso de Japón y Alemania, convertidos desde hace ya tiempo en aspirantes a un cupo permanente. Los alemanes pueden fundamentar sus deseos en hechos concretos. Alemania no sólo ocupa el tercer lugar en cuanto a las contribuciones financieras a la ONU, sino que también se ha ido convirtiendo en uno de los países que más tropas aportan a las misiones de Naciones Unidas en diversos lugares del mundo.

No obstante, llegar a contar con un sillón estable no será fácil. De partida, la reforma del Consejo de Seguridad implicará arduas negociaciones, que pueden transformarse en batallas diplomáticas en vista de que hay múltiples potenciales interesados. Tan sólo en América Latina podría pensarse en México, Brasil y Argentina. Por lo pronto, los latinoamericanos se han mostrado bastante favorables a las intenciones germanas y Fischer probablemente encuentre allí buenos aliados. Pero de poco servirán si Washington no está de acuerdo y vuelve a bloquear una ampliación del organismo, como lo hiciera ya años atrás.

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