Tras la euforia de París en 2015, los activistas del medio ambiente vuelven a reunirse en Polonia. Desde el júbilo de 2015, los tiempos han cambiado dramáticamente. Aún así, hay esperanza, opina Jens Thurau.
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Previo a la cumbre mundial sobre el clima en Polonia existe un ambiente de raro consenso: políticos, funcionarios gubernamentales, representantes de los grupos ecologistas y científicos difunden un cierto optimismo obstinado. Todos parecen estar señalizando que, a pesar de todas las malas noticias, no se rendirán en la lucha contra los gases de efecto invernadero.
Y es que ya se ha logrado mucho: cada vez más países están invirtiendo en energías renovables. Ahora, en Polonia, se trata de concretar las vagas promesas hechas previamente en París. Todos juntos. Tanto los países ricos como los pobres.
Sombras oscuras
Ojalá no estuviese la sombra oscurece esta conferencia sobre el clima, gracias a la decisión del año pasado del presidente estadounidense, Donald Trump, de sacar a Estados Unidos del Tratado de París. Ahora Brasil, bajo el nuevo presidente nacionalista Jair Bolsonaro, podría tomar el mismo rumbo. Para empezar, la conferencia del próximo año, planeada para celebrarse en la capital brasilera, ya fue cancelada por Bolsonaro.
Las emisiones están aumentando nuevamente en todo el mundo y el objetivo de que el aumento de la temperatura media global no supere los 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, establecido en París, no parece estar implementándose. Y no solo en Estados Unidos y Brasil, sino también en Australia y en muchos países de Europa del Este, donde los acuerdos multilaterales basados en simple buena voluntad no gozan actualmente de popularidad, por decirlo suavemente.
¿Y Alemania? Aunque protege abiertamente el clima, Berlín no ha logrado sus propios objetivos climáticos de cara al 2020. Ahora, deberá prepararse para un acalorado debate sobre la urgencia de reducir la minería de carbón, algo que podría tomar mucho tiempo.
Es por eso que la esperanza viene en este minuto desde abajo, desde la base. Ciudades, comunidades y empresas privadas en Estados Unidos, por ejemplo, están unidas a favor de contrarrestar el cambio climático, ignorando la línea que lleva Trump y su Gobierno. Los jóvenes en Alemania, tras años de pasividad, han vuelto a manifestarse a favor del medio ambiente. Y cada vez más personas están entendiendo lo que urge hacer, más allá de la reestructuración de la economía: poco a poco se empieza a consolidar un nuevo movimiento en las grandes ciudades. El coche con motor de combustión interna todavía sigue estando vigente, pero ciertamente, no por mucho tiempo. Así que existen motivos para mirar con cierto optimismo hacia el futuro.
Hacer la tarea
En Alemania, las recientes elecciones estatales y el auge del Partido Verde demuestran que muchas personas consideran que el cambio climático es uno de los problemas más apremiantes de la humanidad. Por otro lado, en todo el mundo, los populistas de derecha asumen crudas teorías conspirativas contra la abrumadora consideración científica de que el cambio climático ha sido provocado por el ser humano.
Así, en el actual contexto, en la conferencia de la ONU en Katowice, no queda más que, contra todo pronóstico, hacer la tarea: recolectar dinero para los países pobres, darle vida al Tratado de París, y esperar tiempos mejores, con ayuda de la presión de las bases.
(few/rml)
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Cambio climático: más de 10 años navegando por el Ártico
A finales de agosto de 2008, por primera vez los barcos pudieron navegar por el Ártico a través del Paso Noreste y Noroeste. Esto fue posible gracias al cambio climático. Los ecologistas temen por el frágil ecosistema.
Imagen: picture-alliance/dpa/D. Goldmann
Sin rompehielos
Durante mucho tiempo sólo aventureros e investigadores navegaban por el Ártico. Pero ahora que el hielo se está derritiendo, los barcos mercantes también pueden pasar por allí. El 29 de agosto de 2008 marcó un punto de inflexión: por primera vez los Pasos Noreste y Noroeste estaban libres para su navegación, sin la necesidad de usar rompehielos. Desde entonces, este período es cada vez más largo.
Imagen: picture-alliance/Okapia/H. Kanus
Del Atlántico al Pacífico por el Ártico
El Paso Noreste tiene 6500 kilómetros de largo y desde Asia, pasando por Rusia y Noruega, conecta el Atlántico con el Pacífico. El Paso del Noroeste, que es algo más corto. En ambas rutas, los barcos atraviesan el estrecho de Bering y luego el océano Ártico. Esto solo es posible si la capa de hielo no obstruye el camino.
Imagen: DW
Las alternativas son más largas
Para llegar desde Róterdam a Tokio, los barcos navegan por India y luego atraviesan el canal de Suez en Egipto. Este trayecto es 6000 kilómetros más lago que a través del Paso Noreste. Los barcos que viajan desde Asia hasta la costa este de Estados Unidos lo hacen por el Pacífico y luego atraviesan el Canal de Panamá. Una vez más, el Paso Noroeste es 4000 kilómetros más corto.
Imagen: picture-alliance/dpa/A. Shaker
Los pioneros
En el año 2009, la empresa “Beluga Reederei” envió por primera vez a dos barcos cargueros alemanes por el Paso Noreste. Desde entonces, el tráfico de buques ha aumentado en la región. El océano Ártico todavía no es tan transitado, porque la ruta solo está temporalmente libre, dice Burkhard Lemper, del Instituto para la economía y la logística en Bremen.
Imagen: picture-alliance/dpa/Beluga Shipping
Paso libre
Es difícil asegurar cuánto va a avanzar el calentamiento en el Polo Norte. Pero "todo el mundo está de acuerdo en que el Ártico estará libre de hielo en los próximos 30 a 50 años", dice Christian Haas, del Instituto Alfred Wegener en Bremerhaven. Los investigadores describen al Ártico como libre de hielo cuando au superficie disminuye a menos 1 millón de kilómetros cuadrados durante el verano.
Imagen: picture-alliance/dpa/D. Goldmann
¿Cuánto tiempo durará la calma?
Los biólogos temen por la vida silvestre en el Ártico. Por ejemplo, las ballenas beluga, las ballenas de Groenlandia y las morsas están en peligro, indicaron los investigadores estadounidenses en julio en la Academia de Ciencias de los Estados Unidos. Habían investigado 80 poblaciones de mamíferos marinos y encontraron que más de la mitad de ellos viven a lo largo de los Pasos Noreste y Noroeste.
Imagen: picture-alliance/dpa/McPHOTO
Habitantes muy especiales
Los científicos temen que los narvales puedan sufrir las consecuencias del tráfico marítimo en el océano Ártico. Los mamíferos marinos siempre están en los hielos cerca de la costa. Llama la atención el colmillo helicodial del macho, que puede llegar a medir hasta 3 metros. Aquí una réplica en tamaño real en el acuario Ozeaneum en Stralsund, Alemania.
Imagen: picture-alliance/dpa/S. Sauer
Antártida como ejemplo
Los investigadores y ambientalistas exigen establecer pautas para el transporte marítimo en el Ártico: los buques deberían evitar los principales cotos de caza de las ballenas, adaptar sus tiempos de navegación a las submigraciones, reducir el ruido y la velocidad. "Esto todavía no existe en el Ártico, y es una gran diferencia con la Antártida", dice el biólogo Christian Bussau, de Greenpeace.
Imagen: Reuters/A. Meneghini
¿La calma antes de la tormenta?
Según Bussau, experto de Greenpeace, sólo pasan por año 50 barcos por el Paso Noreste y Noroeste. La Asociación alemana de navieros habla de una cifra de dos dígitos. "No obstante, el tiempo apremia", dice Bussau, vaticinando que "a la larga, habrá mucho movimiento en el Ártico". Pero hasta ahora no hay regulaciones ambientales para el transporte marítimo en esta región.