COP25: Indígenas, los más afectados, los más invisibilizados
Judit Alonso
5 de diciembre de 2019
Pese a ser uno de los colectivos más afectados por el cambio climático, se sienten invisibilizados en las negociaciones al respecto. En la COP25 volvieron a reclamar su papel en la lucha contra el cambio climático.
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"Estamos hablando en una COP de sordos”, criticó Robinson López, Coordinador de Cambio Climático y Biodiversidad de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), reclamando la inclusión de los pueblos indígenas "con voz y voto en los escenarios climaticos”, ya que "de lo contrario es una feria de negocios sobre los territorios indigenas”.
La demanda resonó alto en la sala de prensa de la COP25, la cumbre climática que se está llevando a cabo en Madrid del 2 al 13 de diciembre. No obstante, este es uno de los pocos lugares en el espacio de las negociaciones que pueden utilizar los pueblos originarios que quedan al margen de las discusiones. "No tenemos un diálogo de igual a igual”, lamentó el dirigente, asegurando que "estas dinámicas deben cambiar”.
López volvió a recordar la importancia de "los saberes ancestrales, la conexión con el agua, con la tierra y la espiritualidad”, que "han permanecido en la oralidad”. Se tratan de "prácticas que hemos desarrollado de generación en generación”, apuntó a DW Miguel Guimaraes, del Departamento Ucayali de la Amazonia peruana. "Vemos el territorio de una manera integral, hay un respeto por la naturaleza”, explicó el miembro de la población Shipibo Konibo.
Guimaraes apuntó algunas de estas prácticas amigables con el medio ambiente, como la producción de madera sostenible. "Nunca tumbamos los árboles maderables, la actividad agrícola se produce en lugares deforestados”, dijo. Igualmente, "nunca se ha practicado pesca indiscriminada” ya que la sabiduría tradicional indica "en qué momentos hay que pescar”. Eso también sucede con la siembra, práctica que fortalece la seguridad alimentaria. "Son aportes que los pueblos indígenas dan, no se han comprobado cientificamente, pero han funcionado para los pueblos”, subrayó.
Saberes amenazados
No obstante, estos conocimientos están en peligro. "Nuestra medicina ancestral y saberes se están acabando, la contaminación en los territorios es muy grave”, lamentó Sandra Tukup, dirigente departamental de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonia Ecuatoriana (CONFENIAE).
Por este motivo, desde dicha organización se ha elaborado un ‘Plan de Implementacion' que conjuga proyectos relacionados con el cambio climático, la protección de los territorios ancestrales, la alimentación, el ‘Buen Vivir' y emprendimientos vinculados con la artesanía y el turismo comunitario, que se enmarcan dentro de la iniciativa ‘Cuencas Sagradas'. "Nosotros hemos venido protegiendo nuestros bosques, nos hemos expuesto para evitar la tala de árboles y la explotación petrolera”, dijo a DW la lideresa shuar.
Tukup destacó la movilización que se ha llevado a cabo en la conservación de los bosques, así como del agua y la biodiversidad. Por este motivo, la propuesta, que se ha desarrollado conjuntamente con Perú, se plantea como un ‘Pacto Verde' que propone un cambio de modelo, del actual extractivista, a otro enfocado en la conservación de la naturaleza, el bienestar humano y la justicia.
Experiencias exitosas
En la reserva comunal de Amarakaeri, en Madre de Dios (Perú), se está llevando a cabo una experiencia de desarrollo rural sostenible en territorios ancestrales que ha sido galardonada con el Premio Ecuatorial 2019 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). La distinción reconoce el trabajo de mitigación del cambio climático con la protección de más de 400.000 hectáreas de bosque mientras que se ofrecen medios de vida alternativos a las comunidades locales como "el turismo y aprovechamiento de la castaña ”, dijo Walter Quertehuari, presidente del Ejecutor del Contrato de Administración de la Reserva Comunal Amarakaeri.
Esta actividad se ejecuta a través de un plan maestro "con cuatro elementos: ambiental, económico, social y cultural”. Se trata de "un trabajo novedoso de nueva gobernanza”, que cuenta con un "enfoque intercultural en alianza con el Estado peruano” con el que se ha firmado un contrato indefinido y en el que existen compromisos por ambas partes y se "comparten roles y funciones”. "Somos socios, no beneficiarios”, apuntó.
La reserva peruana tiene en cuenta la visión que plantea el REDD+ Indígena Amazónico (RIA), una propuesta con enfoque indígena del mecanismo de mitigación de Naciones Unidas (REDD+) que va más allá de la captura del carbono y en la que se incluyen "los conocimientos ancestrales”, recordó Lopez. Aunque esta iniciativa, que se llevó a cabo en Colombia, Perú y Ecuador y fue financiada en un 90% por el Ministerio de Medio Ambiente alemán, terminó en 2017, la COICA prevé desarrollar una segunda fase que se extienda al resto de países que forman parte de la Cuenca Amazónica. "Es un proyecto ambicioso, está pensado a 10-15 años”, avanzó a DW Lopez, apuntando que la primera etapa de cuatro años empezaría en 2020. Para ello, está en búsqueda de apoyo financiero y aliados, entre los que se encuentra la organización alemana Alianza del Clima.
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Santa Clara de Uchunya, un pueblo en lucha en la Amazonía peruana
Los uchunya, una comunidad indígena del pueblo shipibo ubicada en Ucayali, se enfrentan a una empresa de palma aceitera que opera en sus tierras ancestrales. DW los visitó para retratar su vida cotidiana.
Imagen: DW/L. García Casas
Nuestro hogar, la selva amazónica
Santa Clara de Uchunya está situada a pocos kilómetros de Pucallpa. Esta comunidad indígena de la Amazonía peruana forma parte del pueblo shipibo y habita a orillas del río Aguaytía, afluente del Ucayali. Desde hace años, sin embargo, se han visto involucrados en un conflicto territorial con una empresa de palma aceitera.
Imagen: DW/L. García Casas
El reto de liderar una comunidad en lucha
Efer Silvano es el jefe de la comunidad uchunya, un cargo que se renueva cada tres años y se elige por votación. Aunque no hay veto alguno a las mujeres, en la práctica, ninguna ha sido escogida aún para ser jefa. En la imagen, el actual líder viste las ropas tradicionales de este pueblo que, no obstante, han sido excluidas de la indumentaria cotidiana del lugar.
Imagen: DW/E. Anarte
Imagen paradisíaca, realidad más compleja
La cabaña de la imagen da una idea de cómo son las viviendas de Santa Clara. El suelo tiene que estar elevado porque las inundaciones pueden convertir el claro en el que está construida la población en un lago. La elección del techo es muy importante a la hora de hacerse un hogar: la chapa puede proteger mucho mejor de la lluvia, pero también puede producir un calor insoportable.
Imagen: DW/E. Anarte
Un coche para la selva
En la selva amazónica peruana también hay vehículos a motor. Los “motocars” como el de la imagen son esenciales para la movilidad entre las poblaciones más aisladas de la región, especialmente si llueve, porque los caminos se vuelven intransitables para otros medios de transporte. Eso sí, la contaminación de la gasolina y el ruido que producen son el precio a pagar, y difícil de pasar por alto.
Imagen: DW/E. Anarte
La “cocha” es la respuesta a todo
El lago Uchunya, al que los locales se refieren como “la cocha”, es una pieza clave de la organización económica de la comunidad. Cuando no tienen agua corriente, vienen aquí a bañarse o a lavar la ropa. Además, de sus aguas obtienen el pescado que tanto les gusta desayunar. Por supuesto, también es un agradable lugar para pasar su tiempo libre.
Imagen: DW/L. García Casas
Bien acompañado se trabaja mejor
Aunque cada uno tiene sus tierras (las "chacras"), en muchos sentidos la vida aquí requiere de colaboración. Las redes familiares de apoyo son de vital importancia, pero también la cooperación entre miembros de la comunidad. En la imagen, varios uchunya -mujeres, hombres e incluso menores- pelan yuca conjuntamente.
Imagen: DW/E. Anarte
Plátano para desayunar, almorzar y cenar
El plátano no es solo una fruta o un complemento para la ensalada en estas latitudes. La banana es la base de la dieta local y se come en multitud de formas, a menudo frita o machacada. Por eso muchas de las tierras que cultivan los uchunya están repletas de los árboles que dan estos frutos, los cuales resisten muy bien el calor de la zona.
Imagen: DW/L. García Casas
Las reglas del partido son las mismas
El deporte también está enormemente presente en el día a día de la comunidad. Cada tarde, al terminar las labores, se organizan partidos de fútbol masculino entre los vecinos. Las mujeres, mientras tanto, juegan al vóleibol, aunque algunos hombres también se les unen. Como en Europa, el fútbol femenino en igualdad de condiciones sigue siendo un asunto pendiente.
Imagen: DW/E. Anarte
Una iglesia vacía en medio de la selva
Hace años que la comunidad carece de un líder religioso cristiano. De acuerdo con los locales, el último misionero, de nacionalidad estadounidense, abandonó la población por problemas de alcoholismo. En la actualidad, los uchunya no tienen un credo oficial, aunque algunos de sus miembros profesan el cristianismo a título individual.
Imagen: DW/E. Anarte
Soldando bajo el calor amazónico
Neiser es el único mecánico de la comunidad. Aunque la mayoría de los hombres uchunya son autosuficientes y saben construir su casa, cazar, cultivar y pescar, el desarrollo de nuevas necesidades, como la de reparar los motocars, fomenta una relativa especialización del trabajo en esta población indígena.
Imagen: DW/E. Anarte
Frontera y fuente de vida
El río Aguaytía es clave para la economía local, ya que es una importante fuente de pescado. Al otro lado, donde se encuentra en esta imagen el comunero Walter, están las tierras ancestrales donde opera la empresa de palma aceitera. Como consecuencia de la disputa, los uchunya ya no pueden obtener tantos alimentos de la caza como antes.
Imagen: DW/E. Anarte
Arte para comer
La popular artesanía shipibo también está presente en Santa Clara de Uchunya, aunque todos dicen que mucho menos que en el pasado. Cuencos cuidadosamente elaborados como los de la imagen se utilizan para comer y beber, además de ser motivo de orgullo local.
Imagen: DW/L. García Casas
La mejor arma: la sonrisa de un niño
Aunque los uchunya llevan años enfrentados a la empresa que, dicen, les ha arrebatado parte de sus tierras ancestrales, la alegría es un don que nadie ha logrado robarles aún. Tampoco la ilusión de los más pequeños, que pronto tendrán que decidir si continuar con el modo de vida tradicional o intentar estudiar y tomar caminos que los llevarán, al menos a corto plazo, lejos de la comunidad.