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TecnologíaPortugal

Corcho: el material del vino y el espacio

Oliver Ristau
17 de marzo de 2024

El corcho sirve para cerrar botellas de vino y champán, pero también para proteger a los cohetes del calor de la ignición.

Un par de hombres abren la corteza de un alcornoque.
La corteza de los alcornoques se descorteza cada nueve años.Imagen: C. Kaiser/blickwinkel/picture alliance

El mayor productor mundial de corcho, Amorim, espera que aumente la demanda, ya que el material retiene mucho carbono. Su plantación se nombra Río Frío, a pesar de estar en el sur de Portugal, donde las temperaturas son muy altas. Este clima es favorable para los alcornoques, dice Nuno Oliveira.

Nuno es ingeniero en Río Frío y su trabajo es hacer más fructífero el bosque local de alcornoques. Él trabaja en Corticeira Amorim, la principal productora de tapones de corcho para vino y champán en el mundo.

25 años hasta la primera cosecha

Por ahora, apenas hay experiencia en el cultivo comercial y a gran escala de encinas, porque más del 90% de la población actual de alcornoques se ha auto sembrado. Tradicionalmente, para los agricultores, el cultivo del corcho no era más que una actividad secundaria.

La corteza de los robles jóvenes suele tardar 25 años en ser lo suficientemente gruesa como para pelarla por primera vez. Después, se puede cosechar cada nueve años. Solo tras la segunda cosecha tiene la corteza la calidad necesaria para hacer tapones para vinos de alta calidad.

Los alcornocales almacenan mucho CO2

Como la producción de corcho es una tradición en Portugal desde hace más de cien años, todo este largo periodo de transición no ha dificultado aún el abastecimiento de la industria corchera. Los árboles pueden vivir 200 años y la superficie total de Portugal, España y otros países del Mediterráneo es suficientemente grande para garantizar el abastecimiento de la industria.

Amorim compra corcho a productores independientes. El CEO, Antonio de Ríos Amorim, anunció que la empresa se adentra en la industria forestal con Río Frío. Así buscan reducir a la mitad el tiempo de cosecha, a 10-12 años. La inversión se compensará en 30 años, y atraerá inversores interesados en almacenamiento de carbono.

Como el alcornoque no se tala, sino que se puede cosechar unas veinte veces a lo largo de su vida, el corcho almacena mucho CO2. "Son 73 toneladas por tonelada de corcho", calcula Antonio Amorim. Un bosque de corcho que pudiera cosecharse más rápidamente sería "rentable" y podría abastecer el aumento previsto de la demanda

Corcho para SpaceX

Además de su huella climática positiva, el corcho también interesa a muchas industrias gracias a sus numerosas propiedades técnicas. Por ejemplo, los transbordadores espaciales de la NASA y los cohetes de SpaceX utilizan corcho como escudo térmico, ya que el material no es inflamable.

Muchos de los incendios forestales en los veranos anteriores se propagaron principalmente atravesando eucaliptos y pinos. Los alcornocales, en cambio, actúan como barreras naturales que limitan la propagación de incendios forestales.

Amorim tiene fábricas en Portugal donde la corteza se seca y se transforma en tapones de una sola pieza para vinos caros y lo que queda se transforma en granulado de corcho, que es la materia prima para muchas otras aplicaciones, como revestimientos de suelos, aislantes ente otros.

Material natural versátil

La razón de esta versatilidad es la estructura de la corteza del corcho. Está formada por panales con unos 40 millones de células por centímetro cúbico. Cada célula actúa como aislante térmico y absorbe el sonido y los golpes.

La idea de utilizar las propiedades anti vibratorias y aislantes del corcho para los transformadores de potencia puede generar grandes ingresos para la industria del corcho.

Amorim cree que si la electrificación avanza como se espera, la demanda crecerá mucho. Y esto requerirá bosques más productivos como los previstos en Río Frío. El ingeniero forestal Oliveira está convencido de que esto puede funcionar en la que probablemente sea la plantación de alcornoques más antigua y, con 5.000 hectáreas, la mayor creada por el hombre.

Dejar que los alcornoques crezcan sin trabas.

Una de las medidas es aumentar el número de árboles de 100 a 400 por hectárea. Y luego hay que dejarlos crecer. "Si las plántulas se dejan en gran parte solas, crecerán rápidamente y en línea recta hacia el sol", espera Oliveira.

Las ventajas ecológicas de los extensos alcornocales deben preservarse a pesar de la plantación más tupida. "La biodiversidad es uno de los aspectos más importantes del Montado", afirma Oliveira. "Proporciona un hábitat para muchas especies de flora y fauna. Entre ellas, especies en peligro de extinción como el lince ibérico".

Durante el crecimiento de Río Frío tampoco será necesaria mucha gestión, ya que la planta es poco exigente, requiere poca agua y puede prosperar en suelos arenosos.

(mw/mn)

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