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PolíticaCorea del Norte

Corea del Norte, Corea del Sur y las elecciones en EE. UU.

Alexander Görlach.
Alexander Görlach
5 de noviembre de 2024

Las relaciones entre las dos Coreas están en su punto más bajo. Ambos países observan con expectación los resultados de las elecciones en Estados Unidos.

El régimen de Corea del Norte ha desarrollado misiles de largo alcance que podrían alcanzar cualquier ciudad de Estados Unidos.Imagen: YNA/dpa/picture alliance

El Sur democrático de la península de Corea se encuentra cada vez más en el punto de mira de la dictadura norcoreana de la Edad de Piedra del clan Kim. Kim Jong-un es ya la tercera generación de esta dinastía gobernante. 

Estados Unidos es la potencia protectora de Corea del Sur desde que ambas partes acordaran un armisticio tras la Guerra de Corea, en 1953. Alrededor de 30.000 soldados estadounidenses están estacionados en Corea del Sur.

Antes, Kim quería, sobre todo, evitar que Estados Unidos fuera una amenaza para él y que apoyara el deseo de un cambio de régimen en Corea del Norte. Para ello, hizo desarrollar misiles de largo alcance, que ya son capaces de alcanzar cualquier ciudad de Estados Unidos.

Además, si nadie detiene el curso de los acontecimientos, estos misiles podrían ser equipados con cabezas nucleares. No en vano el mundo libre intenta impedir que Pyongyang enriquezca uranio con fines militares.

Corea del Norte complace a Rusia y China

Gracias a los cambios geopolíticos desencadenados por la guerra de Rusia en Ucrania, hace dos años y medio, Kim se siente seguro y en condiciones de desafiar al Sur y, con él, a Estados Unidos y sus socios en la región.

Desde que Vladimir Putin atacó a Ucrania, el Kremlin depende cada vez más de la munición, las armas y, más recientemente, de los soldados del siniestro imperio de Kim. A cambio, Kim recibe apoyo de Rusia para sistemas de misiles, satélites y, quizás, incluso para el programa nuclear.

Pyongyang también ha aumentado su cooperación con la dictadura vecina, la República Popular China de Xi Jinping. Pekín también está deseando que Putin conquiste Ucrania. Es cierto que la República Popular no obtiene de ello ninguna ventaja económica o militar directa.

Pero, como Xi ha declarado que su relación con Putin es una amistad "sin límites", teme que una derrota también le contagie a él. Al mismo tiempo, Xi ve con escepticismo la relación entre Kim y Putin y quiere evitar que actúen a sus espaldas. 

Corea del Sur se arma

Recientemente, Kim hizo volar por los aires las carreteras que conducen a Corea del Sur. Además, anunció que un tratado de paz y el fin de la guerra ya no eran objetivos de su Gobierno.

Siguiendo la retórica del Kremlin y Pekín, Kim declaró que EE. UU. estaba intentando cambiar el equilibrio de poder en la península coreana.

Es cierto que la implicación y la postura de Estados Unidos en la región se han transformado, pero esto se debe a que los Gobiernos, desde Filipinas hasta la nación insular democrática de Taiwán, pasando por Japón y Australia, quieren ampliar sus alianzas con Washington. Y la razón de este estrechamiento de lazos es reaccionar al intento de Xi Jinping de someter a los países de Asia a su yugo con presión militar y económica.

El Gobierno de Seúl ha actuado ante esta nueva situación de amenaza y, entre otras cosas, ha debatido el emplazamiento de armas nucleares en Corea del Sur. Las acciones de Xi ya han avivado la carrera armamentística nuclear con India y suponen una amenaza real para la paz mundial.

El anuncio del Gobierno surcoreano de aumentar la producción de armas en el país y convertirse en exportador de armamento en el futuro también debe interpretarse en este contexto: protegerse a sí mismo, pero también a sus amigos y socios, incluida Alemania.

Seúl espera que Estados Unidos ayude a la región a defenderse. Esto se aplica, sobre todo, en el caso de que Xi inicie una guerra contra Taiwán para conquistar la isla e incorporarla a China.

Decisión en Washington

Los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos, Kamala Harris y Donald Trump, apoyarían probablemente a Corea del Sur contra una agresión de Corea del Norte consentida por China y Rusia.

Pero las alianzas no son para Trump demasiado importantes. Y Harris querría evitar a toda costa involucrar a EE. UU. en una guerra iniciada por los principales actores totalitarios.

Así pues, puede ser que funcione la idea de Kim de que EE. UU. no se interpondría en su camino. La esperanza reside ahora en que el nuevo líder de la Casa Blanca no dé la espalda a Corea del Sur.

(ms/cp)

 

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