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COVID-19: Consejo Ético Alemán rechaza tarjeta de inmunidad

22 de septiembre de 2020

Por el momento, el Consejo de Ética Alemán desaconseja una tarjeta de inmunidad por COVID-19. Pero los científicos no quieren descartar por completo el proyecto.

Test de coronavirus realizado por una trabajadora de salud.
Imagen: Robert Michael/dpa-Zentralbild/dpa/picture-alliance

La idea era que las personas muestren simplemente una tarjeta de inmunidad antes de subir a un ómnibus, participar de un concierto o ingresar a un asilo de ancianos. ¿Podría organizarse así una vida más normal en medio de una pandemia? Aquellos que ya han superado el COVID-19 no tendrían que cumplir con las restricciones para contener la pandemia. Pero ¿no sería una sociedad de dos clases con nuevos privilegios y discriminación? ¿Y qué pasaría con la protección de datos?

En abril, la idea de una tarjeta de inmunidad también fue parte de un proyecto de ley del ministro alemán de Salud, Jens Spahn. Esto causó críticas, no sólo en la oposición, sino también en la propia coalición de gobierno. Poco después, Spahn decidió eliminar ese pasaje y consultar primero con el Consejo de Ética.

En el Consejo Ético Alemán, 24 científicos destacados de diferentes disciplinas discuten temas delicados como la eutanasia o el bienestar de los animales. La mitad de sus miembros son nombrados por el gobierno, y la otra mitad, por el Parlamento.

Consejo de Ética de Alemania.Imagen: Jürgen Heinrich/Imago Images

Con y sin anticuerpos

Mucho ha sucedido en la investigación sobre el COVID-19 desde abril. Al principio, los virólogos creían que los que sobrevivían a la enfermedad se volverían inmunes, es decir, no podrían volver a infectarse. Pero durante el verano, los informes de infecciones secundarias y la desaparición de anticuerpos en la sangre se hicieron más frecuentes. Actualmente se está investigando si el sistema inmunológico puede desarrollar una protección individual, y si lo hace, durante cuánto tiempo y con qué eficacia. A principios de septiembre, el virólogo suizo Richard Neher dijo a DW que "la idea de poder decir claramente con una tarjeta quién puede transmitir el virus y quién no, es una esperanza que no está realmente justificada".

Ahora, el Consejo de Ética "en vista del estado de la técnica médico-científica" aconseja por el momento no introducir una tarjeta de inmunidad controlada por el Estado. Pero si esa "inquietud" puede ser superada, la tarjeta de inmunidad podría ser una opción. Sin embargo, sólo la mitad del Consejo piensa así, la otra mitad sigue siendo crítica del proyecto.

Alena Buyx, presidenta del Consejo de Ética de Alemania, presenta en Berlín las recomendaciones.Imagen: Jürgen Heinrich/Imago Images

Pros y contras

Carl Friedlich Gethmann, portavoz de los defensores de la tarjeta de identidad, señala que con estas los políticos tendrían "orientación normativa para la precaución" a la mano, si la "situación de la evidencia" mejora, es decir, si no mejora la certeza científica de lo que significa la inmunidad en el caso del nuevo coronavirus.

Pero incluso en este grupo, el "pro" no significa un pedido de tarjeta de inmunidad que abra todas las puertas, aclara el profesor de filosofía Gethmann. Más bien, la tarjeta de identificación debe "utilizarse en casos específicos regulados legalmente, según la ocasión y el área". Por ejemplo, para personas que corren un riesgo especial, o para grupos profesionales en los que el contacto humano directo es importante.

Este grupo sostiene que el Estado debería retirar las restricciones a la libertad de las personas, pues se debe aceptar un cierto riesgo. El abuso debería ser regulado por el Estado como de costumbre, es decir, con multas u otras sanciones.

Con una tarjeta de inmunidad se podría visitar a familiares en los hogares para ancianos con mayor facilidad.Imagen: imago images/penofoto

Alternativas y efectos secundarios

Los que están en contra rechazan un documento de identidad, no sólo "por la incertidumbre científica, sino también por razones éticas y prácticas". Por ejemplo, se podría negar a las personas el ingreso a su centro de formación. Otros sí podrían requerirlos para actividades especiales como, por ejemplo, en medicina, enfermería, limpieza, guarderías o escuelas.

En esencia, se trata de que las personas no infecten a otras, y no tanto sobre si alguien es inmune o no, según la profesora de Ética Judith Simon. Para eso, las pruebas negativas rápidas serían suficientes. De este modo, los parientes o el personal de salud podrían visitar a sus familiares o a los discapacitados.

También existiría el peligro de los errores. "Por ejemplo, cuando las personas se exponen deliberadamente al riesgo de ser infectados por necesidad económica, o para asegurarse una ventaja", advierte Simon.

(ct/cp)

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