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PolíticaÁfrica

Coronavirus: cuando la política responde con remedios falsos

Cai Nebe
15 de julio de 2020

Desde la aparición del COVID-19, políticos de todo el mundo se aferran a cualquier recurso para parar los contagios. No hay razón para reírse de ellos desde los países industrializados, opina Cai Nebe.

Colegiales en un patio de una escuela en Madagascar.
Repartiendo el brebaje Covid Organics en el patio de un colegio en Madasgacar.Imagen: picture-alliance/dpa/L. Bezain

Esta historia suena un poco a cliché, a escándalos de corrupción en África. La ministra de Educación de Madagascar, Rijasoa Andriamanana, fue despedida en junio por comprar dulces por 2 millones de dólares. ¿Quién es capaz de hacer algo así?

No fue despedida por la compra de las golosinas, sino por el plan que tenía con ellas. La ministra quería alentar a los escolares a beber Covid Organics, un brebaje de hierbas que su jefe, el presidente Andry Rajoelina, promocionaba incansablemente para proteger a Madagascar del coronavirus. Aparentemente, la política pensó que el brebaje sabía tan horrible que los niños debían recibir tres paletas dulces como recompensa por beberse esa pócima. Sin embargo, esa medida se percibió como mala publicidad para Covid Organics, brebaje que se obtiene de la planta artemisia.

Todo esto sucedió sin que exista evidencia científica alguna sobre las virtudes de esa sustancia. Tampoco su efectividad fue demostrada por el gobierno de Madasgascar, país que está experimentando un aumento significativo de contagios de coronavirus.

Culpables, los "imperialistas"

Después de que Rajoelina anunciara que Madagascar contaba con un remedio contra el coronavirus, el presidente del país reaccionó como de costumbre, sacando pecho, ante las críticas. "Si un país europeo hubiera descubierto este remedio, ¿se dudaría tanto al respecto? Apenas puedo creerlo", explicó a la prensa internacional.

En cualquier caso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió contra el uso de medicamentos no sometidos a pruebas previas. La Unión Africana quiso comprobar la evidencia científica y las investigaciones de los efectos de Covid Organics sobre el virus, pero no hay ninguna información sobre la poción de Rajoelina.

Aún así, la defensa de este remedio surtió efecto, porque llegaron al país pedidos de Liberia, Nigeria, Guinea-Bisáu, Guinea Ecuatorial, Senegal y otros países. El presidente de Tanzania, John Magufuli, apoyó públicamente el brebaje e inmediatamente envió un avión para recoger una entrega. Y eso que Magufuli no parece estar preocupado por el coronavirus: no implementó ningún confinamiento y prácticamente instó a los tanzanos a reunirse en lugares concurridos. Y por si fuera poco, cuestionó además al propio laboratorio del gobierno de Tanzania, enviando allí una muestra ficticia de COVID-19 para demostrar que los resultados de las pruebas no eran fiables y que por eso las cifras de los casos de COVID-19 en el país estaban abultadas. También culpó a los "imperialistas” y habló de una conspiración de la OMS.

Redactor de DW, Cai NebeImagen: DW/P. Böll

Negación también en Sudáfrica

Este comportamiento hipócrita y extraño de los líderes políticos, para algunos quizás ridículo, es preocupante, porque pone en peligro vidas humanas. Lamentablemente no es nada nuevo. El expresidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, por ejemplo, negó en el pasado los peligros del VIH y el sida, lo que costó la vida a más de 300.000 sudafricanos. En 1997, cuando Mbeki era vicepresidente y el VIH se propagaba rápidamente por todo el país, se lanzó al mercado el medicamento "Virodene", que no se había probado con anterioridad. El componente principal era una solución altamente tóxica. Mbeki y sus amigos políticos apoyaron este dudoso medicamento que los médicos y científicos del país habían rechazado. Mbeki incluso afirmó entonces que los detractores del supuesto remedio querían ver sufrir a los africanos.

¿Le suena todo lo dicho anteriormente?

No hay motivo para reír

El deseo de encontrar una solución africana a un problema cada vez más africano es comprensible, como también algunas reacciones de los políticos. Reírse de ellos, en este caso, no sirve de ayuda.

La población africana y sus políticos están hartos de parecer débiles e indefensos ante una tragedia inevitable. Frases como, "fue muy grave para los países industrializados, ¿qué tan grave será para África?", les indignan. Sobre todo, porque los europeos y los estadounidenses lo dicen desde una posición bastante cómoda y con sistemas de salud mucho mejor financiados. La rabia y la sensación de injusticia se ven agravadas, en muchos países africanos, por la certeza de que la pandemia dejará al continente económicamente más pobre, hambriento, enfermo y más dependiente que nunca. La gente experimentará esa realidad de primera mano, en lugar de verla sentada ante la televisión.

El comportamiento de las Rajoelinas y los Magufulis puede ser incomprensible, estúpido y cruel ante la pandemia y la muerte, pero no debemos olvidar que también hay líderes occidentales, como Donald Trump, que recomendaron un remedio dudoso y no probado con anterioridad contra el coronavirus: la hidroxicloroquina. ¿Y quién se rió en ese caso?

(rmr/ems)

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