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Coronavirus, los países emergentes y las consecuencias

23 de octubre de 2020

La crisis del coronavirus golpeó duramente a los países emergentes, que sufren fuga de capitales, el colapso de sus monedas y unas deudas nacionales en rápido ascenso. ¿Cuán profunda es la crisis?

Brasilien Sao Paolo Straßenszene Paraisópolis
Imagen: Uniao dos Moradores e do Comércio de Paraisópolis

Christian Sewing no cree que la pandemia de coronavirus vaya a conducir a una nueva crisis financiera internacional. Estamos mucho mejor preparados que en 2008, dijo el director del Deutsche Bank a mediados de octubre en Berlín. "Eso debería darnos la seguridad de que podemos salir de la crisis de nuevo", afirmó convencido.

Pero también tiene claro que no será fácil para los países emergentes, muchos de los cuales ya atravesaban dificultades antes de la pandemia. Y advertía, sobre todo, de posibles problemas cambiarios.

Monedas cayendo en picado

La lira turca, por ejemplo, ha perdido este año casi un tercio de su valor frente a las monedas occidentales y acumula un 80% de depreciación en una década. Y no es la única que registra mínimos. El real brasileño y muchas otras también. Aunque la tendencia a la baja iniciada con la pandemia se ha estabilizado un poco, según el experto en divisas de DZ Bank Sören Hettler, "la brecha sigue siendo grande".

Para Klaus-Jürgen Gern, del Instituto para la Economía Mundial (IfW) de Kiel, el rápido aumento de la deuda nacional en los países emergentes será también un problema. "En primavera hubo una fuga real de capitales de inversores internacionales", explica en entrevista con DW. Actualmente los inversores mantienen bonos de mercados emergentes por valor de 400.000 millones de dólares, cuando a principios de año el volumen era de 550.000 millones, según datos actuales de la firma londinense TS Lombard.

La tendencia, no obstante, se ha relajado. El éxodo de capitales se ha ralentizado y, en algunos casos, el dinero incluso está volviendo a fluir hacia los mercados emergentes.  Eso se debe, en parte, a que "hay un exceso de liquidez en los mercados financieros internacionales", explica Gern.

Paquetes de ayuda del FMI

El Fondo Monetario Internacional elaboró ​​un paquete de ayuda para Sudáfrica por valor de unos 4.300 millones de dólares en julio. Ya lo había hecho para Pakistán, con 1.400 millones, en abril. Y concedió a Egipto una inyección financiera de 2.700 millones en mayo, por citar solo algunos de los países receptores. A finales de septiembre, el FMI aumentó su Línea de Crédito Flexible (FCL) para Colombia en más de seis mil millones de dólares, hasta los 17.200 millones.Hasta el 21 de octubre, el propio organismo calcula que proporcionó unos 250.000 millones del total de un billón en fondos disponibles para las economías en crisis. Según cuánto dure la pandemia, estas inmensas reservas podrían incluso no ser suficientes para cubrir la necesidad de créditos de emergencia.

Gern no ve por ahora un impacto importante en Alemania de la crisis de los mercados emergentes. Por supuesto que hay efectos de retroalimentación, admite. "Pero son limitados; ni siquiera Brasil es un país particularmente importante para el comercio exterior alemán, ya que supone solo un uno por ciento de las exportaciones". Además, China, principal socio comercial de Alemania, es el país emergente que mejor ha gestionado la crisis.

Diversidad de criterios entre los inversores

Los movimientos de capitales por parte de los inversores institucionales muestran evaluaciones distintas de la situación. La "Junta de Inversión del Plan de Pensiones de Canadá" (CPPIB) prevé invertir, por ejemplo, hasta un tercio del capital que administra en los mercados emergentes para 2025, con especial atención a la India y la región de China, Taiwán y Hong Kong.

Sin embargo, si Larry Fink, director de Blackrock, está en lo cierto, las grandes tendencias macroeconómicas desaconsejan la inversión en los mercados emergentes.

Advertencia sobre una continuidad a la baja 

"Soy bastante 'bajista' para los mercados emergentes", dijo Fink a mediados de octubre en la reunión anual del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), la organización no oficial con sede en Washington que agrupa a las casas financieras más importantes del mundo. Y si Fink apuesta en esa dirección, podría arrastrar al resto. No en vano, Blackrock es el fondo de inversión más grande del mundo, con 7,8 billones de dólares en activos.

Para Fink, está claro que la crisis del coronavirus es una carga adicional considerable en países con unos sistemas sanitarios e infraestructuras tecnológicas deficientes. Además, según él, los países emergentes, cuyos centros económicos se concentran mayoritariamente en las costas y "más cerca del ecuador", se verán especialmente afectados por las consecuencias del cambio climático y están sufriendo la tendencia a la "desglobalización".

En una carta a los jefes de empresas estadounidenses a principios de año, Fink remarcó que el cambio climático cambiaría completamente el mundo financiero y conduciría a una redistribución masiva de los capitales. "Parte de este desplazamiento de capital se produce a expensas de los mercados emergentes", enfatizaba el CEO de Blackrock.

Para Klaus-Jürgen Gern, los años a partir de 2022 serán decisivos, cuando la política monetaria vuelva a sus cauces normales y los programas de liquidez para apoyar la gestión de la crisis tengan que reducirse. "Hemos visto que los inversores se replantean muy rápidamente sus inversiones en los mercados emergentes y puede haber oscilaciones de capital que requieran ajustes muy dolorosos en estos mercados", advierte el experto del IfW. "Entonces es posible que las líneas de crédito del FMI resulten ser demasiado bajas ", añade.

(lgc/er)

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