Coronavirus: roedores para ahuyentar el hambre en Malaui
4 de septiembre de 2020
Enclavado en África austral, Malaui es considerado uno de los países más desfavorecidos del planeta. Más de la mitad de sus cerca de 18 millones de habitantes sobrevive bajo el umbral de la pobreza.
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Tradicionalmente se degusta como un tentempié, pero la pandemia de coronavirus lo ha convertido en un plato de resistencia: los ratones en Malaui han pasado a ser un ingrediente esencial en la dieta de la población más pobre, amenazada por el hambre.
A lo largo de los 320 kilómetros de carretera que separan Blantyre y Lilongwe, las dos principales ciudades del país, decenas de vendedores proponen a los viajeros brochetas de carne de roedor. A medio camino, en el distrito de Ntcheu (centro), Bernard Simeon se ha convertido en uno de estos chefs informales.
"Cazamos al ratón para vivir. Lo utilizamos como complemento de nuestra dieta diaria y lo vendemos a los viajeros para conseguir ingresos", explica un agricultor. "Ya era difícil antes del coronavirus, ahora se ha vuelto mucho más difícil".
Autoridades sanitarias recomiendan el consumo de ratón
Desde hace unos meses, las autoridades sanitarias recomiendan el consumo de ratón, una alternativa a la carne que se ha vuelto inaccesible. "Es una valiosa fuente de proteínas", sostiene Sylvester Kathumba, nutricionista jefe del ministerio de Salud.
Y como la epidemia afecta en especial "a gente con baja resistencia inmunitaria, recomendamos una dieta rica", aboga Francis Nthalika, a cargo de la alimentación en la unidad de salud del distrito de Balaka.
Deprimidos por el coronavirus
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Inseguridad alimentaria
Como en el resto del continente, las medidas sanitarias adoptadas para frenar la propagación del COVID-19 –más de 5.400 casos y cerca de 170 muertos oficialmente, según el último balance– afectaron duramente a su economía, ampliamente informal y rural, así como a su población. El Banco Mundial anticipa una caída del 3,5% de su Producto Interior Bruto (PIB) en 2020.
El Gobierno del expresidente Peter Mutharika, que perdió en las elecciones de mayo, había prometido un programa de ayuda urgente a los más pobres que nunca vio la luz. Su sucesor, Lazarus Chakwera, aún trabaja en su propio plan de ayuda.
Mientras, la crisis sanitaria y económica acrecentó la inseguridad alimentaria de numerosos malauíes, obligados a ingeniárselas para saciar el hambre.
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"Kapuku"
"Normalmente, contamos con mi marido y su trabajo", confiesa la esposa de Bernard Simeon, Yankho Chalera. "Pero cuando los tiempos son duros, contamos con los ratones pues ya no podemos permitirnos la carne". Asados en una brocheta y salados, los ratones se consumen tradicionalmente entre horas en los pueblos del centro del país.
"Cuando era niño, nos enseñaban a cazar ratones a partir de los tres años", recuerda el exdiputado y músico de éxito Lucius Banda. "En el pueblo, esta actividad no es considerada como una obligación sino como un entretenimiento, tanto para niños como para niñas".La variedad más popular en la zona es gris, de cola corta, y conocida entre los amantes de la gastronomía con el nombre de "kapuku". "Sigo comiendo [ratones], más como recuerdo de mi infancia que otra cosa", dice Lucius Banda.
Preocupación entre los defensores del medioambiente
Por otra parte, este renovado interés en los pequeños roedores, a los que se alimenta con semillas, frutas o hierbas, suscita en cambio preocupación entre los defensores del medioambiente debido a los métodos que se usan para cazarlos.
Para sacar a los ratones de sus madrigueras, los cazadores utilizan matorrales en llamas, lo que permite localizar sus guaridas.
"Al hacer eso, los cazadores destruyen el ecosistema", se queja Duncan Maphwesesa, director de una oenegé del distrito de Balaka, Azitona Development Services. "Entendemos que esta gente pobre necesita vivir", continúa, "pero no se dan cuenta de que tienen un impacto en el medioambiente y que así participan en el calentamiento global...", concluye. (AFP)
¿Qué revelan las distopías sobre nuestro futuro?
El tema de las sociedades indeseables se vende bien, incluso en tiempos de coronavirus. Más de un escritor, cineasta o artista pintó un panorama sombrío del futuro. Una selección.
Imagen: Picture-Alliance /dpa
Aldous Huxley: "Un mundo feliz"
A diferencia de las utopías, las distopías describen el futuro de manera sombría. Como efecto concomitante de la revolución industrial del siglo XIX, estas se erigieron en contra de la creencia en la tecnología y el progreso de esa época. Como George Orwell con "1984", Aldous Huxley creó "Un mundo feliz", una distopía que hasta el día de hoy representa los horrores del control total.
Imagen: AP
George Orwell: "1984"
Con su novela "1984", publicada en 1949, George Orwell (1903-1950) creó la imagen de un Estado de vigilancia totalitario del que no hay escapatoria. El escritor y periodista inglés en ese momento desconocía las opciones de control que Internet podría ofrecer algún día. La imagen muestra a John Hurt en la adaptación cinematográfica de la cinta 1984.
Imagen: picture-alliance/United Archives
H.G. Wells: "La máquina del tiempo"
Herbert George Wells (1866-1946) fue un pionero de la literatura de ciencia ficción. Con su novela "La máquina del tiempo", de 1895, el escritor británico reflejó la sociedad victoriana. En la obra, envió a su protagonista (en la imagen Rod Taylor, en la película de 1959) a viajar hacia un futuro incierto.
Imagen: picture-alliance/akg-images
Ray Bradbury: "Fahrenheit 451"
Fahrenheit 451 es la temperatura a la que aparentemente el papel puede autoinflamarse. Así es como Ray Bradbury llamó a su novela de 1953 sobre un país donde está prohibido poseer o leer libros. El pensamiento libre se considera peligroso y antisocial. En la adaptación cinematográfica de Francois Truffaut, este "cuerpo de bomberos" está listo para extinguir el mal con lanzallamas.
La película muda de Fritz Lang de 1927, "Metrópolis", se desarrolla en una ciudad ficticia, dividida en clases. Mientras una vive en el lujo; la otra trabaja en enormes máquinas del inframundo. La obra cinematográfica recibió muchas críticas. Hoy en día, la película alemana es una obra maestra y un acto pionero distópico. El director se pregunta hacia dónde conducen las innovaciones técnicas.
Imagen: picture alliance / dpa
Stanislaw Lem: "El congreso de futorología"
Es impresionante cómo el visionario polaco Stanislaw Lem, nacido en 1921 en la actual Leópolis, previó la revolución tecnológica del siglo XXI. En cuentos y novelas como "El congreso de futurología" o "Solaris", planteó cuestiones fundamentales de filosofía y ética. ¿Hacia dónde va la automatización total? Su pronóstico no fue demasiado optimista.
Imagen: AP
Franz Kafka: "El Proceso"
Las obras del purista Franz Kafka (1883-1924), oriundo de Praga, fueron escritas en alemán. A menudo, se leen como respuestas distópicas ante una burocracia alienante de la era moderna. Esto es también así en la novela "El proceso", de 1915. Las situaciones y hechos entreveradamente absurdos, como los que presentaan las novelas de Kafka, son calificados hasta hoy de "kafkianos".
Imagen: picture alliance/CPA Media
Margaret Atwood: "El cuento de la criada"
Esta dama de aspecto amigable ha promovido el género literario de las distopías en la era de las transmisiones en vivo: en sus novelas "El cuento de la criada" y "Los testamentos", la canadiense Margaret Atwood, exponen el tema de la victoria del fundamentalismo religioso en un Estados Unidos después del apocalipsis climático. En 2017, "El cuento de la criada" fue llevado a la pantalla, con éxito.
Imagen: picture-alliance/AP Images/A. Mola
Tomás Moro: "Utopia"
¿Cuál es el país que hace feliz a su gente? Tomás Moro vivió en Inglaterra en el siglo XVI, época del Renacimiento y la Reforma, pero también del descubrimiento del Nuevo Mundo. En el libro de Moro, un marinero habla de un Estado ideal. El teólogo y escritor debate con él sobre propiedad privada e igualdad social. Así "Utopía" dio vida al género literario de la utopía.