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“Necesitamos una vacuna sin fronteras para América Latina”

Camilo Toledo-Leyva
17 de agosto de 2020

En la carrera por hallar un remedio contra el COVID-19, muchos países están invirtiendo esfuerzos. El virólogo alemán Felix Drexler explica en entrevista con DW cuáles son las vacunas más prometedoras para Latinoamérica.

Vacunación en Brasil.
Imagen: Getty Images/AFP/S. Avila

DW: Dr. Drexler, América Latina se acerca a pasos agigantados a los 7 millones de contagios del nuevo coronavirus, según cifras de la Universidad Johns Hopkins, y el reciente anuncio de que Argentina y México producirán para la región una vacuna en colaboración con la Universidad de Oxford ha generado gran expectativa. ¿Cómo ve usted esta cooperación? ¿Es la fórmula de Oxford la que más se acerca a la realidad latinoamericana?

Dr. Felix Drexler: Es muy importante este tipo de cooperación para producir la vacuna en América Latina porque sabemos cuán complicado es importar productos de mercados internacionales, que llegan generalmente a costar 300 o 400 por ciento por encima de su precio original. Lo importante es ver hasta qué escala podrán producir vacunas para toda la región y a qué precio. Esperemos que sea una vacuna lo suficientemente buena. A diferencia de la vacuna de Moderna (EE. UU.) y CureVac (Alemania), la de Oxford es una fórmula que contiene un vector viral. Este tipo de vacuna me parece muy promisoria, porque genera justamente una respuesta inmune con cierta robustez. No sabemos si las otras vacunas son capaces de generar esto. Pero en general, no se puede afirmar si esta vacuna es la más adecuada para la región.

Esa vacuna desarrollada por AstraZeneca estaría recién disponible para el primer trimestre de 2021…

El Dr. Jan Felix Drexler.Imagen: Jan Felix Drexler

Eso no es muy importante. Obviamente, mientras más rápido sea, mejor. Lo primordial es tener un producto seguro. Hay un ejemplo muy dramático que ocurre cuando una vacuna no funciona bien, como en el caso de la vacuna contra el dengue de Sanofi Pasteur, que se usa en más de 20 países, pero que sólo Brasil y Filipinas ha sido incluida en programas de vacunación nacional. Esa vacuna es buena, pero en algunas personas que nunca fueron infectadas con dengue la vacuna aumentó el riesgo de un dengue severo cuando sufrieron una infección. Allí, las consecuencias de pérdida de confianza de la gente en cuanto a la vacunación en general han sido dramáticas. En Filipinas, los padres han dejado de vacunar a sus hijos, por ejemplo, contra el sarampión, teniendo en cuenta que la vacuna contra el sarampión es completamente segura y eficaz. No podemos correr el riesgo de una pérdida de confianza de la gente en las vacunas.

Rusia anunció, por su parte, que comenzará la vacunación masiva con la Sputnik V en la primera quincena de septiembre y la producción para América Latina podría realizarse en noviembre.. ¿Le parece que Moscú se está apresurando?

No conozco los motivos, probablemente políticos, que han llevado al Gobierno ruso a adelantar la vacunación, saltando las fases de prueba normalmente utilizadas. Ojalá funcione, pero el riesgo a nivel global es grande, porque si hay alguna falla en esta vacuna, estoy convencido de que mucha gente no se atreverá a probar otras fórmulas, y que quienes apoyan las teorías de conspiración utilizarán eso como argumento.

También el Gobierno cubano trabaja en su propia vacuna, al igual que China y Alemania. ¿Es positivo que se desarrollen más alternativas?

Es positivo que haya competencia. Es difícil imaginar que solo una vacuna sea la perfecta. La gran pregunta es cuál es la mejor. Tardaremos un poco en saberlo. Tal vez tengamos varias mejores. Ahora hay que aceptar todas. Personalmente, si pudiera, yo me daría cualquiera de ellas, si sé que se ha probado que es segura y eficaz en la tercera fase. Hay que aplaudir todas las iniciativas de vacunas que se están produciendo, porque están muy avanzadas en poco tiempo. Tengo esperanzas en la gran mayoría de vacunas que van a entrar a la tercera fase para poder ver dos cosas: por un lado, si disminuyen las transmisiones del virus, y, sobre todo, la enfermedad en las personas vacunadas, así como también observar los efectos secundarios.

En resumen, toda iniciativa de producción nacional debe ser apoyada por temas de distribución, acceso y costo. Necesitamos una vacuna sin fronteras, sin importar el país productor. Ojalá funcione. Hay varios patógenos contra los cuales nunca se descubrió una vacuna existente, como contra el VIH, pero en el caso de este coronavirus las chances están ahí.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado sobre el surgimiento de un "nacionalismo de vacunas” en la carrera por hallar un remedio contra la pandemia del COVID-19. ¿Cree usted también que existe algún tipo de competencia politizada?

El virólogo Felix Drexler, del hospital Charité de Berlín, se muestra optimista con la vacuna de AstraZeneca.Imagen: Charité Berlin

No quisiera tacharlo de nacionalismo porque estaría cayendo en la trampa de politizar el discurso científico. Más bien, deberíamos demandar una interacción multilateral, justamente en interés de los países que comparten una historia común fuera de todos los sistemas políticos, como en América Latina. He estado en varios países de la región como consejero científico y, de hecho, todos están enfrentando los mismos problemas. Por ejemplo, la desesperación de la gente se repite: unos usan ivermectina, otros usan hidroxicloroquina y esperan que sea la medicina mágica que los va a curar. Necesitamos esfuerzos unidos y multilaterales.

Cuando se logre conseguir la vacuna, ¿qué países y qué grupos de personas deberían ser los primeros en recibirlas?

Tendría que haber prioridad para funcionarios públicos: del sistema de salud, de la Policía, del Ejército, bomberos. Gente que necesitemos para que no caiga el sistema público. Y, obviamente, cuanto antes, vacunar a todos los grupos de riesgo, que en América Latina ya conforman gran parte de la población. Esto teniendo en cuenta que uno de los grupos de riesgo son los obesos, y que en muchos países de la región el 50 por ciento de la población es obesa. Los países más afectados al momento de encontrar la vacuna deberían tener acceso más rápido a ella.

Mientras esperamos la vacuna, ¿qué le recomendaría a los latinoamericanos que en su desesperación se automedican, sea para curarse o para evitar contagiarse?

Con las medicinas hay que tener mucho cuidado y no hay que basarse en anécdotas de otros. Algunos crean esperanzas cuando dicen que les funcionó tal fórmula mágica y otros terminan decepcionados cuando no les funciona. La medicina no funciona así. Algunas medicinas como remdesivir sí han mostrado algún efecto positivo. No ha ayudado a que la tasa de mortalidad baje pero sí ha ayudado a que disminuya el tiempo de internamiento en el hospital. Sin embargo, este es un ejemplo de acceso un poco injusto, porque Estados Unidos compró la producción global de casi tres meses. No se debe politizar la pandemia y si hay líderes que actúan con motivación particular es un mal ejemplo para otros líderes y para su gente. 

El Dr. Felix Drexler, virólogo y profesor de la prestigiosa Clínica Universitaria Charité de Berlín, es consejero científico de la Corporación Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ) y dirige delegaciones que ayudan a los gobiernos latinoamericanos en su lucha contra el nuevo coronavirus. Drexler tiene amplia experiencia profesional en América Latina, donde también llevó a cabo proyectos para combatir el zika.

(cp)

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