En La Paz, bajo el sueño del Corredor Ferroviario Biocéanico de Integración, han puesto su firma esta semana Perú, Paraguay y Bolivia. También Alemania. Falta Brasil.
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Entre cinco y siete años tomará consolidar el proyecto de construcción del "Corredor Ferroviario Bioceánico de Integración” (CFBI). Éste unirá, atravesando Bolivia, el puerto peruano de Ilo -al sur, cercano a Tacna- con Santos, cercano a Sao Paulo, en Brasil. El megaproyecto que impulsa el gobierno del presidente Evo Morales incluye a Uruguay, Paraguay y Argentina por la hidrovía de los ríos Paraguay-Paraná.
Para esta magna obra que demandará, según proyecciones preliminares, unos 13.000 millones de dólares, Perú, Bolivia y Paraguay han firmado ya un memorando de entendimiento. Brasil sigue estudiando su adhesión al proyecto.
Por otra parte, para la cooperación técnica y la posible participación de sus empresas, Alemania ha suscrito también un memorando de entendimiento. Aunque existe ya un plan previo para un tren bioceánico –que une Brasil con Perú y está en manos de la China-, el CFBI es una propuesta boliviana.
Qué hay hasta el momento
Hasta el momento, el proyecto tiene cuatro estudios de preinversión realizados por Bolivia: el primero de prospectiva comercial, mercado, demandas de pasajeros y mercancías y alternativas logísticas. El segundo, de estrategia técnica y financiera. El tercero de evaluación ambiental, protección de ecosistemas naturales y sociales y de concertación con comunidades y autoridades locales. Y el cuarto de alternativas de trazado y alineamiento, costos de construcción y operación. De 12 posibles trazados, en discusión siguen solo tres.
Los 6.700.000 dólares que han costado estos estudios han sido financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Tanto éste como la CAF (el Banco de Desarrollo de América Latina) integran las mesas de estudio.
Una tarea atractiva
Los casi 3755,5 kilómetros de esta vía férrea son un imán para 40 empresas alemanas y suizas de los sectores del transporte, la logística y la construcción, que han estado también presentes en La Paz para las reuniones de esta semana.
Sobre la mesa están tanto la construcción de la infraestructura, el suministro de locomotoras y vagones, la transferencia de tecnología de mantenimiento como la formación de personal. Se estima que unos 8000 puesto de trabajo se creerían en torno al CFBI.
1521 kilómetros de la vía estarían en el Brasil, 1894 kilómetros corresponden al tramo de Bolivia y 340,5 a Perú. Según una ficha del BID si bien no todo está por construir, hay tramos que faltan para la interconexión y hay que rehabilitar y homogenizar la infraestructura existente. Se estima que para el 2024 podría estar finalizado.
El "Canal de Panamá del Siglo XXI” ha llamado el presidente boliviano a esta obra de infraestructura que, sin precedentes, permitiría que el oeste y el este de América del Sur se vinculen directamente. Esto conllevará, según el BID, reducción de costos y tiempos de exportación y potenciará sus mercados.
"No solamente en Bolivia y en América Latina, sino en el mundo entero se habla del proyecto bioceánico”, destacó Rainer Bomba, subsecretario alemán de Transporte, presente esta semana en La Paz.
"Cholitas" en la cima de los Andes
Su meta es alta: un grupo de mujeres indígenas de Bolivia se ha propuesto conquistar las cimas de los Andes. Las escaladoras buscan desafiar la cultura machista de su país. Su rebelión ha contagiado a toda la sociedad.
Imagen: Reuters/D. Mercado
Imparables
Hasta hace poco, estas mujeres aimaras trabajaban como cocineras en los campamentos para escaladores. Hoy día, son guías de montaña y llevan a los turistas a las cimas más altas de los Andes bolivianos. Uno de los destinos preferidos es el “Huayna Potosí” o “Montaña joven”, de 6.088 metros de altura. Este gigante se encuentra a 25 kilómetros de La Paz.
Imagen: Reuters/D. Mayta
Con carisma y sombrero
Berta Vedia (izquierda), Dora Magueno (centro) y Lidia Huayllas (derecha) ya no querían seguir siendo cocineras y cargadoras y permanecer en segundo plano. Fue así como las tres decidieron juntarse y fundar un grupo de escaladoras para hacerle la competencia a sus colegas masculinos.
Imagen: Reuters/D. Mercado
Una vestimenta inusual
En la estación de montaña, las indígenas cambian el sombrero por un casco y bajo sus tradicionales faldas -polleras -se ponen los crampones -piezas de metal con púas que se fijan a las botas para escalar. Una pollera consta de hasta ocho metros de tela y puede llegar a tener hasta diez capas. El traje típico aimara incluye también una manta y un sombrero de fieltro.
Imagen: Reuters/D. Mercado
La pollera: ¿una provocación?
Durante mucho tiempo la falda tradicional de las “cholas” era mal vista. Actualmente la vestimenta tradicional es un símbolo de la creciente autoestima de los pueblos indígenas de Bolivia.
Imagen: Reuters/D. Mercado
Una tradición cara
En el pasado, la pollera era considerada una prenda de vestir para la población indígena pobre. Hoy día, el traje típico se usa en el carnaval, en procesiones religiosas y fiestas populares. Incluso se ha convertido en un negocio lucrativo. Un atuendo completo cuesta alrededor de 274 euros, una manta de lana de vicuña puede llegar a costar hasta 900 euros.
Imagen: DW
Escalar contra el machismo
En Bolivia, las mujeres aimaras sufren doble discriminación, tanto de género como étnica. Si bien la autoestima de los grupos autóctonos ha crecido notablemente desde que el presidente aimara, Evo Morales, gobierna el país, las escaladoras siguen luchando contra la cultura machista en sus propias filas.
Imagen: Reuters/D. Mercado
El llamado de la montaña
Las escaladoras Lidia Huayllas (izquierda), de 48 años, y Dora Magueno, de 50 años, presentan orgullosas su equipo: picahielos, crampones, cuerda, cinturón y casco. Desde hace dos años, las mujeres trabajan como guías de montaña y ayudan a los turistas a superar pendientes y abismos.
Imagen: Reuters/D. Mercado
Lugares sagrados
En la madrugada, las mujeres aimaras se peinan su larga cabellera negra y se hacen trenzas. Después empiezan a escalar las montañas, por ejemplo el "Illimani", de 6.430 metros de altura sobre el nivel del mar. La segunda montaña más alta de Bolivia es un lugar sagrado para los aimaras.
Imagen: Reuters/D. Mercado
Carga pesada, buen pago
Una cargadora se prepara para escalar el "Illimani". Gracias a este trabajo, las mujeres aimaras se han vuelto más independientes en el plano económico. Como cargadoras que acompañan a los turistas ganan alrededor de 35 dólares estadounidenses por día. En comparación, el ingreso salarial de un ama de casa ronda los 175 dólares por mes.
Imagen: Reuters/D. Mayta
Unidas son más fuertes
Las hazañas de las mujeres indígenas han impulsado cambios en la sociedad boliviana. “Las cholas comercian y han alcanzado la independencia económica antes que las mujeres de la clase alta blanca”, dice Justa Elena Canaviri, una famosa presentadora de televisión aimara de Bolivia.