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Error histórico: prohibición internacional de hoja de coca

5 de mayo de 2023

Se hace necesario un enfoque integral de salud pública y derechos humanos en la política sobre el uso de la hoja de coca, así como el avance en la despenalización de su uso tradicional, escribe Günther Maihold.

Cosecha de hoja de coca en Colombia,Imagen: Fernando Vergara/AP/picture alliance

En marzo de 2023, durante la sesión 66 de la Comisión de Estupefacientes (CND), el órgano rector de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), encargado de supervisar la aplicación de los tratados de fiscalización de drogas de las Naciones Unidas, Bolivia y Colombia presentaron la solicitud de  revisar la clasificación de la hoja de la coca.

De entrada hay que tener presente que esta petición no tiene como objetivo una política de regulación de la  cocaína, sino que solamente está retomando una reivindicación de los pueblos andino-amazónicos, para quienes la hoja de coca es parte de su cultura y tradición. Bolivia y Colombia sólo presentaron en la sesión de la CND su solicitud para iniciar una revisión crítica de la clasificación de la hoja de coca por parte de la Organización Mundial de Salud (OMS,) lo cual llevará al menos un año. La CND no podrá asumir ninguna decisión sin una previa recomendación de la OMS.

Hoja de coca vs. cocaína

El debate que emerge de la solicitud de Bolivia y Colombia gira en torno al nexo entre la hoja de coca y la elaboración de la cocaína,  porque ésta se deriva de la hoja, que contiene aproximadamente un 1% de cocaína. Además, ambas se ven inexorablemente entreveradas cuando se trata de políticas de control de drogas. Sin embargo, existen otros casos en la Convención Única de Control de Narcóticas del año 1961, que se basan en el concepto de que una droga extraída de una planta puede estar prohibida, pero la planta en sí no lo está.

En aquel entonces se incluyó la hoja de coca como "sustancia de la que se puede abusar". Sin embargo, nunca se logró resolver el conflicto entre las disposiciones de la Convención de 1961 y las opiniones y la legislación de los países en los que el uso de la hoja de coca es considerado común, ya sea porque se mastica la hoja de coca o porque se la consume como mate de coca. Hoy en día,  en nombre de los derechos humanos fundamentales, se está exigiendo la protección de las comunidades indígenas en cuanto a su particular y tradicional uso de la hoja de coca.

En julio de 2011 Bolivia denunció la Convención Única de 1961, que entró en vigor en enero de 2012. Bolivia decidió adherirse al tratado el 10 de enero de 2013, con una nueva reserva sobre la masticación de la planta, que entró en vigor, aunque no se lograron disipar las dudas de aquellos dos tercios de las partes de la Convención que expresaron sus objeciones.

El analista político Günther Maihold.Imagen: DW

Bolivia ha seguido ese camino, encontrando el apoyo del gobierno colombiano bajo la presidencia de Gustavo Petro al descolonizar la política global antidrogas. Así, la vicepresidenta colombiana, Francia Márquez, pidió: "Llegó el momento de poner de manera sincera sobre la mesa el debate de despenalizar el uso de la hoja de coca en los territorios étnicos e indígenas; seguir criminalizando el uso de la hoja de coca no le va a permitir a Colombia el logro de la Paz Total”.

El camino por el que ahora se está optando tendrá recios escollos. Por un lado, su duración, si uno toma en consideración cuánto tiempo pasó para lograr un ajuste relativamente modesto en la clasificación del cannabis a través de la vía de una recomendación de la OMS y su comité de expertos sobre dependencias en drogas, lo cual fue un tortuoso proceso de cuatro años, plagado de tensiones y controversias de carácter político, técnico,  diplomático  y jurídico.

Por el otro lado, habrá que superar la equivocada afirmación de que "coca y cocaína son lo mismo”. En base al recién publicado Reporte Global de Cocaína 2023, se ha hecho evidente que el cultivo de la planta de coca en el año 2021 llegó a un máximo histórico de 200.000 hectáreas (correspondiente al 61 % de las plantaciones en el área andina), casi una duplicación de la cifra del año 2015. Lo mismo vale para la cantidad de cocaína producida, que se calculó en 2.000 toneladas a nivel global en 2020, respondiendo así a una creciente demanda en los países de consumo. De allí se deduce que no se debe reconocer el uso tradicional de la hoja de coca, ya que tal decisión ampliaría el cultivo y estaría, al mismo tiempo, minando el interés de control de drogas en los países productores.

Hoja de coca y desarrollo alternativo

No hay duda de que el interés en la reclasificación de la hoja de coca no es, por sí solo, un instrumento para resolver el problema del consumo de la cocaína. Debe ser complementado por otros instrumentos que no recaigan solamente en los países productores, en aras de hacer efectiva la responsabilidad común y compartida en toda la cadena productiva de la cocaína. Los países productores han enfrentado de manera desproporcional los costos de la así llamada "guerra de las drogas”, lo que hoy en día es ampliamente reconocido, y debe convertirse en una línea directriz en futuras decisiones.

En tanto, la resolución sobre el desarrollo alternativo promovida por Alemania, Perú y Tailandia en la CND pone el debido acento en la necesidad de un enfoque diferencial que tenga en cuenta a las poblaciones indígenas y la inclusión de criterios ambientales en el diseño de estas intervenciones, con un enfoque ambiental y de género.

Sólo al mejorar la salud pública, proteger los derechos humanos y promover la justicia social será posible avanzar en el enfoque integral de políticas de drogas. Una política que también debe estar diseñada para reducir la delincuencia, la corrupción y la violencia asociadas al suministro y consumo de drogas. Al mismo tiempo, es vital que esas medidas tengan una función protectora contra la comercialización indebida  y el afán de lucro de los que aprovechan el paso de esta droga en su camino desde el área andina hacia los mercados de consumo en EE. UU y Europa.

(cp)

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