Con más de 62.000 muertos, Colombia se vio especialmente afectada por el coronavirus. Ahora, el país está gastando mucho para financiar suficientes vacunas. En Sudáfrica, la situación es igualmente tensa.
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Colombia y Sudáfrica son considerados por el Banco Mundial como "países de ingresos medios". Con un ingreso nacional bruto per cápita de 6.510 y 6.040 dólares respectivamente (2019), no cuentan como países pobres, pero tampoco están entre los más ricos del mundo. Ambos países se han visto muy afectados por la pandemia del coronavirus y ahora tienen que hacer cola detrás de una gran cantidad de países más ricos para comprar las vacunas mundialmente codiciadas e inmunizar a sus poblaciones. Ambos países han comprado tanto la vacuna más barata de AstraZeneca como la más cara de Moderna.
Con un presupuesto sanitario anual de apenas 10.000 millones de dólares para una población de unos 50 millones de habitantes, Colombia es uno de los muchos países que tienen dificultades para hacer frente a los costos de las vacunas. A Sudáfrica le va un poco mejor, ya que el miembro del G20, con casi 60 millones de habitantes, gastó unos 30.000 millones de dólares en 2018. Sin embargo, al igual que en el caso de Colombia, no fue nada fácil para Sudáfrica negociar buenas condiciones con los fabricantes de vacunas. Ambos gobiernos tienen presupuestos limitados para comprar vacunas y ambos no tienen derecho, o tienen un derecho muy limitado, al suministro de vacunas en el marco de la iniciativa COVAX.
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Demasiado ricos para COVAX
Debido a que las economías emergentes no cuentan con los recursos financieros y la capacidad de producción de países industralizados como Estados Unidos, Reino Unido, Rusia o China, los países de renta media necesitan desesperadamente vacunas para reactivar sus economías y escapar de la pandemia, a pesar de los presupuestos sanitarios extremadamente ajustados.
Países como Colombia "están entre la espada y la pared", dice Carolina Gómez, cofundadora de la iniciativa Centro de Pensamiento Medicamentos, Información y Poder de la Universidad Nacional de Colombia, que aboga por un amplio acceso a las medicinas y a las terapias modernas. "No tienen más remedio que someterse a lo que digan las compañías farmacéuticas", criticó en una entrevista con la agencia de noticias Bloomberg.
Mala posición negociadora
La iniciativa mundial COVAX, cuyo objetivo es que las vacunas estén disponibles en todo el mundo, ayuda a los países pobres a conseguirlas y les proporciona dosis financiadas por donantes. Sin embargo, el presupuesto de COVAX no es ni de lejos suficiente para abastecer a países como Colombia para vacunar a la mayoría de su población. De este modo, millones de colombianos se verán afectados.
Por ello, Colombia ha firmado acuerdos de suministro directo con Pfizer/BioNTech, Moderna, AstraZeneca, Johnson & Johnson y la empresa farmacéutica china Sinovac para obtener suficientes vacunas, además de los suministros a través del programa COVAX. El país acordó comprar 10 millones de dosis de Pfizer/BioNTech por 12 dólares cada una, según los documentos del contrato.
De acuerdo con los documentos del ministerio de Economía citados por los investigadores de la Universidad Javeriana de Bogotá, el Gobierno colombiano tendrá que pagar unos 295 millones de dólares por 10 millones de dosis de Moderna, lo que equivale a casi 30 dólares por dosis. Sin embargo, esto puede incluir los costos de transporte y logística. El costo por 20 millones de dosis a través del programa COVAX es de unos 225 millones de dólares, según los investigadores, incluyendo también los costos de transporte. Sin embargo, no queda claro cuál es el precio por dosis, porque no se puede obtener información más precisa de fuentes oficiales en Colombia.
Según el gigante farmacéutico estadounidense Pfizer, los países de ingresos altos y medios deben pagar más que los de ingresos bajos por cada dosis de vacuna, pero aún así tendrían que pagar mucho menos que cuando se iniciaron las entregas de vacunas a finales de 2020. Pfizer ha afirmado en repetidas ocasiones que no quiere beneficiarse del negocio con los países más pobres. Sin embargo, Moderna guarda un llamativo silencio en cuanto a la cantidad que tiene que pagar cada país por cada dosis de vacuna.
Más impuestos, menos gasto público
En Colombia se han registrado 2,3 millones de casos de COVID-19, es decir, aproximadamente dos de cada 100 infecciones en todo el mundo. Desde hace meses se aplican restricciones más estrictas, especialmente en las principales ciudades del país, lo que supone una presión adicional para la recuperación económica. El país se encuentra en la contracción económica más profunda de su historia, y el gobierno está planeando aumentos de impuestos y recortes de gastos.
Países como Colombia y Sudáfrica se enfrentan a un dilema, afirma Anna Bezruki, del Centro de Salud Global de Ginebra. El elevado costo de la vacuna está provocando una escasez de dinero para otras áreas de salud pública.
Otros países latinoamericanos, como Argentina y Perú, también están en peligro, comenta Thomas Bollyky, director del programa de salud global del grupo de expertos estadounidense Council on Foreign Relations (CFR). Los países de ingresos medios -excluida China- representaron casi la mitad de los casos de coronavirus en el mundo en febrero, pero solo el 17 por ciento de las dosis de vacunas administradas, según un informe de la iniciativa del CFR.
(ct/ers)
Bogotá en medio de la pandemia
Colombia está atravesando su peor momento de la pandemia con un fuerte incremento en el número de contagios. ¿Cómo se vive esta crisis en la capital? Un paseo por Bogotá, en imágenes.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
Bogotá diversa
Cuidadores de carros esperan clientes, recostados en este letrero, ubicado en el parque de los Hippies, en Chapinero. Este barrio es insignia del orgullo gay. Aquí, justo en esta plazoleta, vive modestamente la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, junto a su pareja Angélica Lozano, actual senadora por el partido Alianza Verde.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
Amigas
Mujeres caminan frente a una de las sedes del banco más importante del país, Bancolombia, ubicado en la calle 26, en pleno centro de Bogotá. Se dirigen hacia el Museo Nacional, el más antiguo del país.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
Pedaleando
En plena Carrera Séptima, una de las vías más importantes de Bogotá, que atraviesa de norte a sur prácticamente toda la urbe, la Alcaldía abrió durante la pandemia un carril exclusivo para las bicicletas. El objetivo es evitar aglomeraciones en el transporte público y formar parte del llamado Corredor Verde que buscará devolverle espacios a los peatones e impulsar la movilidad sostenible.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
Aferrados a la esperanza
Rosángela Amondaraín, de 38 años, su esposo y sus hijos, huyeron hace un año de la crisis humanitaria en Venezuela. Cruzaron de manera ilegal por una de las trochas fronterizas entre Colombia y el país vecino. Llegaron caminando a Bogotá. Hoy piden cualquier empleo, en los semáforos.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
Fantasmal
Los cerros orientales de Bogotá y las palomas son los protagonistas en una de las calles del barrio residencial Rosales, en un día de cuarentena. Aquí vive la clase alta bogotana. La capital entró en alerta roja a principios de enero, a causa del aumento vertiginoso de contagios y muertos por el Covid.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
Luchando por la subsistencia
Una joven madre indígena desplazada hace más de 5 años de su territorio ancestral por la violencia, hila collares de chaquiras mientras sus hijos juegan descalzos. Ellos pertenecen a la comunidad del Pacífico Emberá Katío, del departamento del Chocó, uno de los más conflictivos por el narcotráfico y la minería ilegal del oro. Con las ventas, paga arriendo y alimentación.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
Estación de Policía
Un mando de esta unidad policial imparte instrucciones a tres auxiliares de policía. Los jóvenes no están todavía en servicio, ya que no portan chaleco, armamento y cinturón. Atrás los observa un compañero en servicio, dotado con un chaleco balístico y un fusil de fabricación israelí. A su lado, se encuentra otro auxiliar vestido de civil, prestando atención.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
Domingo tranquilo
Una pareja pasea en plan dominguero frente a un grafiti urbano en un barrio rico. Al lado hay un deportista interesado en la colorida pintura, mientras un ciclista reparador ambulante de bicicletas, recoge sus herramientas del andén.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
Don Laureano, el zapatero
Hace más de 50 años los lustradores de zapatos ambulantes prestan su servicio en el emblemático parque de Lourdes. “Don Laureano Rodríguez” trabaja aquí desde los 18 años. Hoy, con 70 años de edad, se queja porque no solo la pandemia le ha quitado clientes, sino porque el calzado deportivo ha desplazado al zapato de cuero.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
Tensa relación
Estos policías formando frente a un CAI (Centro de Atención Inmediata), pertenecen a los grupos de fuerza disponible de la Policía de Bogotá. Se forman diagonal a la casa de la alcaldesa, Claudia López, en donde pequeños comerciantes se dan cita para protestar por las repercusiones económicas de las cuarentenas.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
Plegarias en casa
La iglesia de San Diego, del siglo XVII, se ha quedado sola desde que comenzó la pandemia. Solía ser visitada por más feligreses y turistas, ya que se encuentra ubicada en pleno centro histórico de la ciudad y justo abajo de la falda del cerro de Monserrate, una de las principales atracciones turísticas de la capital.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
Desespero
Dos madres migrantes venezolanas suplican que les compren bolsas para la basura en los semáforos. Wideisy Alexandra Cordero de 29 años, carga en sus brazos a la hija de su amiga. Juntas se acompañan desde hace más de un año en esta trágica crisis humanitaria. Al inicio de la pandemia muchos venezolanos regresaron a su país, pero ya están de vuelta.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
Un respiro
Un ciclista aficionado hace una pausa en uno de los miradores bogotanos vía Bogotá-La Calera; este último es un Municipio aledaño a la capital, ubicado en la Cordillera Oriental de los Andes. Su altitud alcanza hasta los 3.000 metros, por eso sus empinadas carreteras son apetecidas por ciclistas profesionales y principiantes. Actualmente varios de los mejores ciclistas mundiales son colombianos.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
Desempleo
Joven desempleado acude a los malabares circenses para ganarse la vida. Millones de empleos se perdieron por la pandemia y muchas empresas quebraron.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
¡No están solos!
Los médicos en Colombia no sólo están agotados física, moral y mentalmente. Sufren sobrecarga de trabajo, malos pagos, maltrato y hasta amenazas de vecinos que tienen miedo de infectarse. Por eso un sector empresarial colombiano decidió hacerles este monumental homenaje. La pancarta gigante fue hecha con cientos de fotos.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
Con suerte
Ser repartidor domiciliario se ha convertido en una opción de empleo para migrantes venezolanos con permiso de trabajo y colombianos desempleados. La aplicación nacional Rappi los conecta con una red de clientes que piden comida, víveres y productos a domicilio.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
Golpeados
Estos taxistas esperan su turno para recoger a los clientes que salen con bolsas de un supermercado. Mientras tanto charlan sobre sus preocupaciones financieras. El sector de los amarillos, como se les conoce en Colombia, no se ha salvado del golpe económico. Tan pronto estalló la pandemia, el gremio tuvo una reducción del 70 por ciento en la demanda del servicio.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
Me toca salir a trabajar
El transporte masivo de buses articulados en Bogotá se llama Transmilenio. Varios usuarios esperan su número de bus, en una de las estaciones. Pese a que es fin de semana de cuarentena total, se ven obligados a salir para cumplir con las actividades que están dentro de las excepciones, como lo son servicios de salud, alimentos, veterinarias, droguerías, supermercados o vigilancia privada.
Imagen: Alexandra Correa Solarte/DW
¡Bogotá a cielo abierto!
Así ha denominado estas zonas la alcaldía de la capital. La idea es que los restaurantes puedan atender a sus clientes al aire libre, evitando usar los espacios interiores para prevenir el contagio. Hay 8 zonas acondicionadas, como ésta, por toda la ciudad.