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¿Se beneficiaría América Latina con liberación de patentes?

Camilo Toledo-Leyva
10 de mayo de 2021

En medio del debate sobre la liberación de las patentes de vacunas contra el COVID-19, el Dr. Drexler explica si esta es la solución ante la escasez de vacunas en América Latina y qué otras alternativas hay.

Hace unas semanas, el sector médico privado en Ciudad de México exigía ser vacunado.
Hace unas semanas, el sector médico privado en Ciudad de México exigía también ser vacunado.Imagen: Guillermo Diaz/Zumapress/picture alliance

DW: Dr. Drexler, ¿qué tan viable ve usted la iniciativa de levantar temporalmente los derechos de propiedad intelectual de las farmacéuticas para acelerar la producción y distribución de vacunas contra el COVID-19 en el mundo?

Felix Drexler: Tengo muchas dudas sobre si este es el camino correcto. En primer lugar, se tiene que garantizar la calidad del producto, algo que ya es complicado. Esto me preocupa mucho, porque si tuviésemos vacunas de baja eficacia por fallas en la producción, los vacunados, que se movilizan sin tomar las medidas de precaución, podrían seguir contagiándose. La segunda razón, también expresada por la canciller Angela Merkel, es: liberamos las patentes, ¿pero para quién? Las farmacéuticas que están produciendo las vacunas para el mundo tienen la experiencia requerida. Todavía no me queda muy claro cuánto se ganaría en número de vacunas.

Distintas organizaciones han pedido que primero se eliminen los obstáculos de las patentes, después que se transfiera el conocimiento de cómo hacerlo y, en tercer lugar, piden una inversión masiva para la capacidad de fabricación…

Eso es mucho pedirle a las farmacéuticas. Primero les quitamos las patentes, después les obligamos a transferir toda la tecnología. No es algo tan fácil, por eso mis dudas. Por otro lado, también creo que la intención de liberar las patentes en general puede ser una herramienta útil en la lucha contra una enfermedad, pero no en este caso concreto.

El virólogo Felix Drexler de la Clínica Universitaria Charité de Berlín.Imagen: Jan Felix Drexler

Un ejemplo que conozco personalmente ocurrió hace 15 años en Brasil, donde el gobierno amenazó a la farmacéutica Abbott con liberar la patente de la producción del medicamento kaletra para tratar el VIH. La amenaza fue suficiente para una renegociación del precio con el laboratorio. Al final, ambos se beneficiaron, la empresa farmacéutica siguió ganando y Brasil logró economizar un poco de recursos. En general creo que se debe discutir al menos una transferencia adecuada y cómo tratar la propiedad intelectual, pero hay que tener cuidado en no desestimular la innovación de las farmaceúticas.

¿Cree usted que son las patentes la causa de la escasez en los países menos desarrollados como los latinoamericanos?

De ninguna manera. Pero, como lo hemos dicho siempre, hay que implementar la producción local en la región. Aunque también hay que recordar el lento proceso para producir AstraZeneca en Argentina y México. También Brasil ha logrado empezar hace poco la producción de esa vacuna, pero el número de dosis que prevén al inicio no es suficiente para abastecer al continente.

¿Liberar las patentes no sería, al menos, un primer paso en la lucha contra la escasez de vacunas en la región?

Liberar las patentes es algo interesante que se debería contemplar en determinadas situaciones, pero no creo que sea una solución para dar una respuesta aguda en la pandemia actual. Más que nada, creo que la solución sería lograr un acuerdo público-privado para una producción acelerada de vacunas en el continente, pero, sobre todo, invertir también en el desarrollo de vacunas propias. El único país latinoamericano, hasta ahora, que ha reportado tener éxito con una vacuna propia ha sido Cuba. Todavía no conocemos los resultados de los estudios clínicos, pero ojalá funcione.

¿Qué otros países en América Latina estarían en condiciones de producir con éxito vacunas contra el COVID-19, en caso de que se liberen las patentes?

Depende, sobre todo, de la infraestructura, tecnología y ciencia local. En Argentina, por ejemplo, se producirá la vacuna Spunik V. Pero otros países de la región apenas cuentan con el conocimiento básico. Sin embargo, los cubanos están demostrando que sí se puede, y tienen mucha experiencia en ello. De Brasil también se podría esperar más, pero para esto, ambos se deben liberar del discurso político y geoestratégico.  En general, creo que los países grandes y ricos de la región tienen que asumir un rol de liderazgo transnacional. Esto sería clave porque la pandemia es global y afecta, sobre todo, a países vecinos.

Y otra vez: no creo que la liberación de patentes sea la varita mágica que cambie la situación en la región. Las farmacéuticas no son el malo de la película. Por ejemplo, varias farmacéuticas han introducido un modelo de precio diferenciado en el mercado global, donde un país rico paga más que un país pobre.

Ante la escasez de vacunas en la región, ¿no sería una alternativa más rápida a la liberación de patentes, que todavía tiene que ser largamente negociada, que se combinen las vacunas que ya se tienen?

Esto sí sería importante. Por ejemplo, si bien las vacunas Sinopharm y Sinovac de China pueden tener una eficacia reducida, tal vez juntándolas con otras vacunas se puede tener una mejor solución. Claramente necesitamos más datos de ensayos clínicos, pero ya se están haciendo  muchos estudios y creo que no tardaremos en tener esta información crucial.

El Dr. Jan Felix Drexler, virólogo y profesor de la prestigiosa Clínica Universitaria Charité de Berlín, es consejero científico de la Corporación Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ) y dirige delegaciones que ayudan a los Gobiernos latinoamericanos en su lucha contra el nuevo coronavirus. Drexler tiene amplia experiencia profesional en América Latina, donde también llevó a cabo proyectos para combatir el zika.

(er)

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