Los viajeros no vacunados que regresen a Alemania podrían tener que enfrentarse en breve a las pruebas obligatorias. Esto demuestra el gran temor del gobierno a una próxima gran ola de COVID-19, opina Jens Thurau.
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Esta es la situación de la pandemia en Alemania a finales de julio de 2021: unos 15 infectados por cada 100.000 personas en siete días. Una cifra por la que muchos países, como por ejemplo Francia, envidian a los alemanes. A pesar de que las cifras aumenten. Y casi la mitad de la población en Alemania está ya totalmente vacunada, es decir, con dos dosis. El 61 por ciento tiene al menos una vacuna. Se podría pensar que Alemania tiene al coronavirus bajo control, incluida la variante delta, altamente contagiosa.
Pero las apariencias engañan. El gobierno alemán está muy nervioso. Por eso, a partir del 1 de agosto, es decir, dentro de unos pocos días, las personas que regresen al país deberán someterse a pruebas de COVID-19. Y no solo si regresan en avión, como ha ocurrido hasta ahora. Los conductores de coches y viajeros en trenes también tendrán que someterse a las pruebas, con la excepción de aquellos que puedan demostrar que se han vacunado por completo.
Esta medida fue controvertida en el gobierno durante mucho tiempo. Especialmente la ministra de Justicia, Christine Lambrecht, la consideró excesiva. Pero, después de todo, la precaución ha prevalecido. El Instituto Robert Koch, la máxima autoridad en materia de infecciones del país, informa cada día de una elevada proporción de nuevos contagios entre los veraneantes que regresan, y muchos en el gobierno aún recuerdan el gran descuido del verano del año pasado, que luego provocó altas cifras de contagio en otoño. Y otro doloroso y angustioso confinamiento.
Evitar otro confinamiento
El Gobierno alemán quiere impedir otro confinamiento a toda costa. No solo, pero también porque las elecciones federales se acercan a finales de septiembre. La tarea es evitar restricciones de contacto y el cierre de teatros, clubes, pubs y restaurantes. Y, sobre todo, asegurar que los escolares y estudiantes puedan volver a la enseñanza presencial. Pero el temor a un nuevo aumento del número de infecciones es cada vez mayor porque la disposición de la gente a vacunarse está disminuyendo.
El objetivo de una tasa de vacunación del 85 por ciento, e incluso del 90 por ciento para las personas mayores en otoño, parece difícilmente alcanzable. Incluso dentro de la Unión Europea, Alemania vuelve a quedarse atrás. La despreocupación de la gente -hay que decirlo de forma tan drástica- hace que cada día sea mayor el peligro de que Alemania se enfrente a otro otoño marcado por el COVID-19.
Pero el gobierno siempre ha descartado la vacunación obligatoria, como ocurre en Francia para ciertos sectores, por ejemplo, y probablemente también sería difícil de aplicar legalmente. Así que la presión sobre las personas no vacunadas aumenta dentro de lo posible. Este es el caso actual de los viajeros que vuelven a Alemania.
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¿Las pruebas obligatorias llegan demasiado tarde?
Cómo serán exactamente estas pruebas obligatorias, especialmente cómo se controlarán, es una de las preguntas sin respuesta en estos tiempos inquietantes. El tema de lo que podrán hacer en el futuro las personas totalmente vacunadas y las no vacunadas podría convertirse en la cuestión dominante a finales del verano. La pandemia no ha terminado, sigue dominando nuestras vidas en casi todas las facetas. Vacunarse parece ser la única opción viable por el momento. Pero, mientras tanto, hay que destruir muchas dosis de vacunas en los centros de vacunación.
El alto porcentaje de los que no quieren vacunarse muestra la desunión de la sociedad alemana, la incertidumbre de la gente después de un año y medio de pandemia. Todos los ruegos de los políticos, todas las campañas educativas no consiguen llegar a un porcentaje aterradoramente alto de personas. Esto es especialmente deprimente si se tiene en cuenta el escaso número de dosis de vacunas que ha recibido la población de África, por ejemplo. Y por eso la decisión de hacer obligatoria la prueba COVID-19 para los viajeros es acertada. A lo sumo, cabe preguntarse por qué el Gobierno ha esperado tanto tiempo.
(gg)
Angela Merkel, 16 años gobernando Alemania
Angela Merkel es canciller de Alemania desde 2005. Ha liderado cuatro gobiernos y es más popular que nunca. Les mostramos aquí la trayectoria de una de las políticas más influyentes del mundo.
Ya no es la "niña" de Helmut Kohl
El canciller Helmut Kohl llamó una vez de manera paternalista a Merkel la "niña". Ella ya hacía ya tiempo que destacaba por sí sola en 2001, cuando la CDU estaba en la oposición y Merkel era la líder del partido. Su gran día llegó en 2005.
Imagen: picture-alliance/dpa/A. Altwein
Victoria electoral por poco
Elecciones parlamentarias 2005: la victoria electoral de la CDU y la CSU sobre el SPD, con el canciller Gerhard Schröder en el poder, fue por poca diferencia. La CDU, con la candidata a canciller Angela Merkel, también obtuvo el peor resultado desde 1949. No fue una óptima situación de partida para la recién estrenada canciller, pero se repuso rápido.
Imagen: dpa
La nueva canciller
Finalmente, la Unión Cristianodemócrata y el Partido Socialdemócrata unieron fuerzas para formar una gran coalición. Schröder felicitó a la recién nombrada canciller Angela Merkel, quien el 22 de noviembre de 2005 fue elegida canciller en el Bundestag: la primera mujer, la titular más joven, la primera de Alemania del Este y la primera científica.
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Anfitriona relajada
En la cumbre del G8 de 2007, recibió a los jefes de gobierno en el balneario báltico de Heiligendamm y bromeó con el presidente estadounidense George W. Bush (izquierda) y el presidente ruso, Vladimir Putin. En términos geopolíticos, un mundo mucho más sano de lo que es hoy.
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Juego de colores y estados de ánimo
Todo depende del color de la chaqueta. El color de sus pantalones suele ser oscuro. Lo que cambia es la chaqueta. Dependiendo del color, los entendidos creen que pueden saber en qué estado de ánimo está la canciller o qué mensaje está tratando de transmitir.
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¡Estos niños grandes!
Política europea en otoño de 2008: Angela Merkel solo tiene una leve sonrisa para los dos machos del escenario político europeo, el expresidente francés Nicolas Sarkozy (sentado) y el exprimer ministro italiano Silvio Berlusconi. Ella ascendió rápidamente y se convirtió en la número uno indiscutible en la UE al comienzo de la crisis financiera.
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Ayuda y austeridad
Las deudas de muchos países europeos aumentaron, el euro estaba en peligro. Merkel aceptó ofrecer una amplia ayuda, pero a cambio exigió medidas de austeridad en los países afectados. Esto trae recuerdos amargos, especialmente en Grecia. Los periódicos griegos veían paralelismos con la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial.
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No le gustan las tribunas
Ella no domina el don de la oratoria. No le gusta estar entre la multitud. A menudo parece frágil y explica muy poco su política. Pero su manera sobria, pragmática y modesta agrada a muchos. De lo contrario, hoy no estaría al frente del cuarto mandato.
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La "mami"
En algún momento, la gente empezó a llamarla "Mutti", la madre de la nación. Eso es un poco burlón, o incluso cariñoso y pasado de moda. En la actualidad, ningún niño llama a su madre "Mutti". La madre se preocupa, no hay que tener miedo con ella. La desventaja es que con mamá, los niños siempre siguen siendo niños. No a todo el mundo le gusta esto.
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"Lo lograremos"
Ninguna frase suya ha polarizado tanto como "lo lograremos". Cuando mantuvo las fronteras abiertas para los refugiados y migrantes en 2015/16, fue venerada casi como una santa por algunos y severamente criticada por otros. La división en la evaluación de su política de refugiados continúa hasta el día de hoy.
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"Persona del año" 2015
La revista "Time" nombró a Merkel "Persona del año" en 2015, incluso "Canciller del mundo libre" por su liderazgo en situaciones difíciles, desde la crisis de la deuda hasta la crisis de refugiados.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/Time Magazine
Entre mujeres
Ella es la primera mujer canciller. Para ella este asunto nunca supuso un tema político a tratar. Sin embargo, algunas mujeres han tenido una carrera destacada gracias al apoyo de Merkel, ya sea (desde la izquierda) Annegret Kramp-Karrenbauer (presidenta de la CDU y ministra de Defensa), Ursula von der Leyen (presidenta de la comisión de la UE) o Julia Klöckner (ministra de Agricultura).
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Razones de estado
Merkel es una mujer discreta. Ella guarda silencio sobre lo que piensa política o personalmente de los jefes de gobierno difíciles, expresando a lo sumo opiniones muy vagas. El trato con ellos se debe a razones del estado.
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Angela Merkel compra ella misma en el supermercado
Ella sabe lo que cuesta un litro de leche. Angela Merkel no ha cambiado sus costumbres después de años como jefa de gobierno. Visitó un supermercado de Berlín aquí en 2014 con su invitado estatal chino Li Keqiang, pero también se la ve comprando sola.
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Símbolo de confianza
No está del todo claro de dónde sacó Merkel su famosa posición de manos. Ella misma dice que la postura del diamante la ayuda a mantener recta la parte superior del cuerpo. No hay más mensajes, según ella. En cualquier caso, los estrategas del partido de la CDU utilizaron el diamante en la campaña electoral federal de 2013 en este cartel de gran tamaño para transmitir confianza y tranquilidad.
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La vida de privada de la canciller
Poco se sabe de la vida privada de Merkel. No revela mucho al respecto y tal vez a la gente tampoco no le importe. Sabemos, por ejemplo, que Merkel y su marido Joachim Sauer, físico como ella, pasan la Semana Santa en la isla italiana de Ischia durante años. Este año no fue posible.
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Y llegó el coronavirus
La pandemia ha cambiado muchas cosas en Alemania, no solo los rituales vacacionales de la canciller. La actitud seria y objetiva de Merkel ha sido en parte criticada. Pero con su gestión de la pandemia también ha logrado nuevos récords de popularidad.
Imagen: Johanna Geron/Reuters
Pronto dejará la cancillería
Hace dos años anunció que no quería postularse nuevamente para las elecciones de otoño de 2021. Pero hasta entonces quiere permanecer en el cargo. Ella habría gobernado durante casi 16 años, solo un poco menos que Helmut Kohl, el poseedor del récord anterior en la cancillería alemana.