Grietas en los reactores, fatiga de material y poca claridad marcan la tendencia. Los ciudadanos exigen cerrar las plantas en crisis, pero las decisiones se postergan una y otra vez.
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"Podríamos tener la misma situación que se vivió en Fukushima. Es probable", dice Josie Bockholt. Por eso protesta contra el reactor nuclear belga de Tihange. Bockholt vive en Aquisgrán, a 60 kilómetros de Tihange. En el núcleo del reactor fueron descubiertas miles de pequeñas fisuras, que se suman a las permanentes fallas que una y otra vez se toman los titulares de la prensa.
La chica no está sola con su preocupación. En Aquisgrán hubo una protesta transversal contra la planta de energía. Los 250 mil habitantes de la ciudad, cientos de comunas aledañas y los estados federados de Renania del Norte-Westfalia y Renania-Palatinado exigen el cierre de esa vieja unidad e incluso acudieron en conjunto a los tribunales de Justicia.
Si hubiera un accidente atómico en Tihange, también se verían afectadas Alemania y Holanda. Si las condiciones climáticas fueran desfavorables, Aquisgrán quedaría totalmente contaminada. "Existe una probabilidad del 10 por ciento de que Aquisgrán quede inhabitable", advirtió Wolfgang Renneberg, exdirector de Seguridad Nuclear del Ministerio Federal de Medio Ambiente durante el lanzamiento de un estudio de riesgo encargado por Aquisgrán.
Ruleta rusa
"Que los reactores chatarra belgas sigan funcionando es una ruleta rusa", dice Oliver Krischer, de la fracción de Los Verdes en el Bundestag y diputado de la región de Düren, entre Aquisgrán y Colonia. La ministra federal de Medio Ambiente, Barbara Hendricks (SPD), alcanzó en diciembre un acuerdo sobre seguridad nuclear con las autoridades belgas. Ahora debe formarse una comisión que analice la seguridad de las centrales e intercambie información entre ambos países. "Con estas comisiones no conseguimos más seguridad, pero sí información", dijo Hendricks sobre el acuerdo.
La misma ministra ha exigido el cierre de los polémicos reactores belgas de Tihange y Doel, pero se ha encontrado con un muro: el control y la responsabilidad por la seguridad y funcionamiento de las centrales compete solo a las autoridades belgas. El 50 por ciento de la energía en Bélgica es nuclear y cerrar los reactores sería un enorme problema para el país.
Reactores viejos son un peligro
En la Unión Europea y Suiza hay 132 reactores operando, casi la mitad de ellos (58) en Francia. Las plantas tienen una vida útil de hasta 35 años y hoy tienen, en promedio, 32 años de antigüedad.
Además de su vejez, la fatiga de material y la acumulación de fallas, hay otros aspectos que preocupan a expertos y ciudadanos: falta de piezas de reemplazo, operación bajo condiciones de seguridad reducidas y laxitud en los controles. "Los gobiernos hacen la vista gorda y solo se preocupan del suministro energético en el corto plazo", advierte Susanne Neubronner, de Greenpeace. "Esto es una bomba de tiempo y un peligro latente para millones de europeos", agrega.
¿Se toma Francia esto en serio?
En el ojo del huracán se encuentran también los reactores franceses en Fessenheim, cerca de la frontera con Alemania, a 25 kilómetros de Friburgo. Opositores a la energía atómica, la región de Friburgo y el Ministerio Federal del Medio Ambiente exigen el pronto cierre de este reactor, cuyas permanentes fallas también han generado titulares en la prensa.
El presidente François Hollande prometió, tras su llegada al poder, cerrar el reactor a fines de 2016, una fecha que ha sido postergada en varias ocasiones. La última vez que el tema se habló se dijo que sería en 2018.
Este martes 24 de enero, la junta del grupo energético francés EDF podría finalmente tomar una decisión al respecto. Según un reporte del periódico galo Le Monde, el gobierno de Francia quiere pagar alrededor de 400 millones de euros por el desmantelamiento. Muchas personas, también en Alemania, estarían aliviadas con el cierre de la planta. Debido al viento oeste dominante en la región, serían ellas los principales afectados por un accidente.
Pero dentro de la firma la idea del cierre genera controversia. Se teme que dé una mala señal a la industria nuclear francesa. EDF y la empresa AREVA están sumidas en una profunda crisis financiera. También las fallas y los escándalos minan la confianza en el futuro de una industria atómica que alguna vez fue muy poderosa.
La larga sombra de Fukushima
Cuatro años después del desastre de Fukushima, la respuesta global a la energía nuclear ha cambiado. Mientras que algunos países continúan desmantelando sus centrales nucleares, otros ven un futuro con energía atómica.
Imagen: Reuters/Kyodo
El terremoto de Tohoku y el posterior tsunami
Fue el peor desastre de la historia de Japón después de la II Guerra Mundial. Hace cuatro años, un terremoto de magnitud 9,3 registrado frente a las costas de la región de Tohoku provocó un tsunami que devastó la costa del noreste de Japón. El resultado: al menos 15.880 fallecidos y 2.694 desaparecidos, además de 6.135 heridos.
Imagen: dapd
Fuga radioactiva en Fukushima
El problema es que lo que empezó siendo un desastre natural acabó convirtiéndose en tragedia por culpa de la tecnología. El terremoto provocó un tsunami de 13 metros que arrasó la central nuclear de Fukushima Daiichi. Tras el impacto, los sistemas de refrigeración de la planta fallaron, provocando el sobrecalentamiento de tres reactores y la consiguiente fuga radioactiva.
Imagen: Reuters/Kyodo
Central de Three Mile Island
El caso de Fukushima no es el primero de la historia. En el año 1979, en la planta nuclear de Three Mile Island, en Middletown, Pensilvania, un fallo en el circuito de la planta provocó una fuga radioactiva. Las bombas de alimentación dejaron de funcionar, provocando la fuga de 120.000 litros de refrigerante del circuito primario. Unas 140.000 personas, entre mujeres y niños, fueron evacuadas.
Imagen: AFP/Getty Images
El legado de Chernóbil
Hasta Fukushima, el desastre de Chernóbil fue el peor accidente nuclear de la historia. En 1986, un repentino incremento de potencia en la Unidad 4 de la central de Chernóbil, en Ucrania, destruyó el reactor y liberó una nube radiactiva que se extendió por Rusia y Europa. 335.000 personas fueron evacuadas en un radio de 30 kilómetros y al menos 30 murieron como consecuencia del accidente.
Imagen: picture-alliance/dpa
Nueva planta nuclear en EE. UU.
A la Unidad 2 de la planta Watts Bar en Tennessee se le están dando los últimos retoques, luego de un largo retraso por una baja demanda en la región. Su planta hermana, Watts Bar Unidad 1, se inauguró en 1996 y era, hasta ahora, la central nuclear de apertura más reciente. El país prevé seguir abriendo plantas nucleares, pues las considera una alternativa viable a los combustibles fósiles.
Imagen: picture-alliance/AP/Tennessee Valley Authority
Período de transición en Alemania
A pesar del fuerte movimiento antinuclear, la coalición de centroderecha de la canciller Angela Merkel trató de retrasar la fecha de eliminación de la energía nuclear de 2022 a 2034. El objetivo de 2022 había sido establecido por su predecesor, Gerhard Schröder, de centroizquierda. Merkel justificó el retraso alegando que se trataba de un período de transición hacia las energías renovables.
Imagen: picture-alliance/dpa
Merkel reacciona con rapidez
Después de la catástrofe de Fukushima, el gobierno alemán reaccionó con rapidez y cerró de manera definitiva ocho plantas nucleares. La coalición de Merkel decidió eliminar por completo el uso de la energía atómica hasta el 2022, adoptando la fecha originalmente establecida por Schröder. Ahora, Alemania ha decidido extender el uso de energías renovables en un 80 por ciento para el año 2050.
Imagen: picture alliance/Hinrich Bäsemann
Italianos confirman la prohibición nuclear
Al igual que Alemania, Italia también tiene una larga historia de activismo antinuclear. Después del desastre de Chernóbil, los italianos votaron para prohibir la energía nuclear en 1987. Sin embargo, en 2011, el entonces primer ministro, Silvio Berlusconi, trató de reintroducir la energía atómica. En un referéndum, los italianos rechazaron nuevamente el uso de energía nuclear en su país.
Imagen: picture-alliance/dpa
El futuro nuclear en Reino Unido
La coalición conservadora-liberal en Reino Unido también promueve la energía nuclear para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, la planta más reciente desde 1996, Hinkley Point C en Somerset (en la foto), se enfrenta a un proceso legal por el uso de dinero estatal para su construcción. El costo de la planta se calcula en unos 34 mil millones de euros.
Imagen: picture-alliance/Simon Chapman/LNP
La India amplía el uso de energía atómica
Nueva Delhi planea cuadruplicar su capacidad nuclear en 2020, abasteciendo así un 25 por ciento de la electricidad en el país. Sin embargo, el plan ha sido fuertemente rechazado. Manifestantes han interrumpido repetidamente los trabajos de construcción de la central nuclear de Kudankulam, parcialmente subsidiada por Rusia. Moscú ha ofrecido construir una docena de reactores nucleares en la India.
Imagen: picture-alliance/dpa
China mira más allá del carbón
Pekín está buscando un aumento más modesto en su capacidad nuclear. La República Popular planea generar un 6% de su electricidad a través de energía atómica para el 2020. Actualmente se encuentra en construcción la central de Changjiang (en la foto), en la provincia de Hainan. La energía nuclear puede reducir, en gran medida, la dependencia de China de las contaminantes plantas de carbón.
Imagen: picture-alliance/dpa
La dependencia de Francia
El 75% de la electricidad que consume Francia procede de energía nuclear. A pesar de que el presidente Hollande prometió reducir la dependencia atómica del país, sólo se ha anunciado el cierre de una planta, situada en la frontera con Alemania. El resto de las centrales, que suman 20, siguen humeando en el corazón de Europa.