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Crisis de biodiversidad: ¿se puede detener la extinción?

Michel Penke
4 de marzo de 2024

Los humanos están provocando la sexta extinción masiva. Pero algunas especies van a contracorriente y crecen gracias a buenas medidas de conservación.

Un lémur saltador en un árbol mira fijo a cámara con los ojos muy abiertos.
Aún resiste: el lémur saltador de Sahafary, en Madagascar, podría sobrevivir si se salva su hábitat forestal.Imagen: Nick Garbutt/OKAPIA/picture-alliance

La última vez que los investigadores avistaron a la diminuta rana venenosa, de color rojo oscuro, fue hace cinco años en los bosques húmedos de las tierras bajas del oeste de Panamá. Desde 2022, se ha unido a especies como el sapo marrón de Wyoming, el cuervo hawaiano y el guacamayo azul de Spix en la creciente lista de especies que se extinguen en la naturaleza.

Alrededor del 30 por ciento de las 150.000 especies de plantas y animales evaluadas por los biólogos se enfrentan a la extinción, debido a peligros como el hambre provocada por la destrucción del hábitat, el envenenamiento por pesticidas o la caza con fines lucrativos o deportivos.

Los humanos impulsan la sexta extinción masiva

La última vez que un número tan elevado de especies de flora y fauna murió tan rápidamente fue cuando un gran trozo de roca golpeó el planeta hace 66 millones de años. El impacto puso fin a la era de los dinosaurios y acabó con el 75 por ciento de todas las especies.

En la época geológica que se ha dado en llamar el Antropoceno, los humanos son el asteroide. La tasa de extinción natural o "de fondo" es de entre 10 y 100 especies al año. La actividad humana está elevando esa cifra a unas 27.000 al año. Sólo la deforestación del Amazonas podría acabar con más de 10.000 especies en Brasil, un foco mundial de biodiversidad, que alberga entre el 15 y el 20 por ciento de la flora y fauna del planeta.

Cuando los programas de cría fracasan, mueren animales

Las medidas de conservación pueden fracasar si el enfoque no es el adecuado. Como ejemplo, sirve el lémur saltador de Sahafary, en Madagascar. Según Edward Louis, director de la ONG Madagascar Biodiversity Partnership, en un estudio realizado en 2019 se encontraron 87 ejemplares. 

Los intentos de capturar y criar a estos primates de ojos saltones no han funcionado, explica Louis. "Cuando los sacas de la naturaleza, su flora bacteriana cambia y por desgracia mueren como a los 8 o 10 días".

El principal problema del lémur saltador es la destrucción de su hábitat forestal por los lugareños, que necesitan carbón para cocinar. Por eso, los conservacionistas intentan ahora encontrar una fuente de combustible alternativa para que la población local se sume a la protección del hábitat del lémur.

En ausencia de ranas que se alimenten de mosquitos, éstos se propagan y, con ellos, las enfermedades.Imagen: imago/blickwinkel

La aceptación local es crucial para el éxito de la conservación, afirma Magnus J.K. Wessel, del grupo conservacionista alemán BUND.

"Allí donde la gente valora las especies animales por su propia identificación y la de la región, y se beneficia económicamente, las cosas cambian", afirma Wessel. "Se puede ver claramente en los parques nacionales indios con el tigre, a pesar de ser un animal muy peligroso".

El número de tigres en la India ha pasado de 1.400 animales hace 17 años a 3.600 en la actualidad, gracias a las zonas protegidas, la lucha contra la caza furtiva y una inversión de 2.100 millones de dólares en la última década. Las comunidades ven ahora el valor de proteger al gran felino y se benefician del turismo. Las poblaciones actuales aún están lejos de los 100.000 animales que vivían en la India hacia 1900, pero los conservacionistas consideran un éxito este aumento.

Aun así, no hay garantías e incluso medidas bienintencionadas pueden tener efectos secundarios desastrosos. En los años 90, el WWFhizo campaña para poner fin a la caza de rinocerontes por sus cuernos, utilizados en la medicina china. En su lugar, sugirió que se utilizara la cornamenta del antílope saiga. Las poblaciones de antílopes se redujeron en un 97 por ciento.

Carisma animal e inversión

Pocas personas experimentan directamente las consecuencias de la extinción de especies, por lo que es importante difundir el mensaje. Según Wessel, tanto los animales grandes y carismáticos, como los rinocerontes y los tigres, como los pequeños, simpáticos y peludos pueden ayudar a ganarse al público para la causa.

Sin embargo, la mayoría de las especies de la Tierra se encuentran en el suelo y, como señala Wessel, a los humanos no les suelen gustar los bichos que se arrastran. Así que la única forma de protegerlos es estableciendo reservas para las especies más carismáticas, y eso cuesta dinero.

No todos los países están comprometidos con la protección del medio ambiente, e incluso aquellos que lo están, suelen comprometer un máximo de 1 a 1,5 por ciento de su PIB. Los Estados europeos son los que más invierten, seguidos por los asiáticos y sudamericanos. Pero, por ahora, incluso esos países que más invierten en conservación siguen viendo extinguirse especies. 

(gg/rml)

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