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Sociedad

Crisis de coronavirus: ¿el fin de la solidaridad?

29 de junio de 2020

Entre cuarentena y desconfinamiento; entre distanciamiento y medidas de higiene, ¿se acerca el fin de la solidaridad y del sentido de comunidad durante la pandemia? No, dicen expertos.

Voluntarios entregan productos de primera necesidad a los vecinos en cuarentena en Verl.
Voluntarios entregan productos de primera necesidad a los vecinos en cuarentena en Verl.Imagen: picture-alliance/AP Images/M. Meissner

Cuando se tuvieron que cerrar las viviendas de los trabajadores de la fábrica de carne Tönnies, en la ciudad renana de Verl, debido al brote masivo de coronavirus, Julia Held no lo pensó demasiado. Ya a comienzos de la crisis de COVID-19, la asistente de 32 años se abocó al trabajo en el vecindario, y ahora tiene muy en claro que quiere volver a ayudar a quien lo necesite.

Junto con otros voluntarios, Julia ayuda de manera concreta, por ejemplo, asegurando que el distribuidor de comidas no ofrezca carne de cerdo a las familias musulmanas. El grupo acerca pasteles, autos de juguete para andar para los más pequeños, así como pistolas de agua, protector solar, en un gesto que, sobre todo, demuestra que esas personas no están solas ni libradas a su suerte. Y que tampoco tienen la "culpa" de su situación, ni del aumento de los contagios en ese distrito. "Justamente ahora queremos estar aquí para ellos", dice Julia Held a DW.

Manifestaciones de protesta contra la falta de trabajo en la escena de clubes tecno alemanes.Imagen: picture-alliance/dpa/V. Bruckmann

Escasez de mascarillas y fiestas en botes

Muy pronto, Julia y el compromiso de las "Manos que ayudan", como llamaron al grupo, se hicieron conocidos. Diversos medios informan sobre su proyecto, que parece contrastar con el comportamiento del resto de Alemania. Es evidente que muchas personas en este país ya ignoran al coronavirus y no respetan las medidas de restricción. Recientemente, la red berlinesa de transporte público dio una señal de alarma porque algunos pasajeros no usan mascarilla. Ahora los amenazan multas de un mínimo de 50 euros. Los que reinciden deben contar con multas más altas.

Además, una manifestación de la escena de los clubes tecno de Berlín recibió una lluvia de críticas: cientos de botes de goma con decenas de personas dentro se lanzaron a navegar por el Landwehrkanal, un canal de 10 kilómetros de longitud, paralelo al río Spree, en la capital alemana. Lo hicieron sin llevar mascarillas ni respetar el distanciamiento social, por lo cual se los trató de egoístas, aunque los clubes tomaron distancia de esa acción. Sin embargo, además de ese tipo de eventos que ocupan los titulares, en muchos lugares de Alemania se están viendo reuniones de decenas de personas, y parques y plazas llenos, un comportamiento típico de antes de la pandemia.

Ayuda de voluntarios de "Manos que ayudan”: "Ahora, más que nunca”.Imagen: Julia Held

Alemania y el nuevo sentido de comunidad

Sin embargo, "aplanar la curva" y "ser solidario" eran los lemas de esta pandemia, al menos desde el discurso televisivo de la canciller alemana, Angela Merkel, a mediados de marzo. En muchos barrios, los vecinos más jóvenes hacían las compras para los más ancianos. Día a día se aplaudía al personal médico desde los balcones a las 21:00 horas, los niños pintaban arcoíris en las ventanas, y en las redes sociales pululaban las etiquetas llamando a "estar unidos en la pandemia". El lema era, simplemente: "Quédense en casa". Las reuniones eran con pocos amigos, o se cancelaron hasta nuevo aviso. Punto. Todo lo demás, a los alemanes les parecía inadecuado. Y, de acuerdo con las advertencias epidemiológicas del Instituto Robert Koch, habrá 10 millones de casos de COVID-19 si los alemanes no se atienen a las reglas.

El Gobierno alemán sabía que estaba pidiéndole sacrificios a la gente, pero nunca la aceptación de medidas políticas fue tan alta como entonces. Más de un 90 por ciento de los alemanes las aprobaban en marzo de 2020, según el "Monitor Corona" del Instituto Alemán de Evaluación de Riesgo, aun cuando tuvieran que sufrir pérdidas económicas, y también a pesar de que su fuente de recursos estuviera en peligro. Un gran esfuerzo solidario, elogia ante DW la especialista en ética médica Alena Buyx, quien investiga el tema en la Universidad Tecnológica de Múnich. "Ese potencial siempre estuvo allí, ahora es tiempo de que salga a la luz. Que hasta ahora hayamos superado tan bien esta pandemia demuestra la magnitud de ese potencial", señala.

El nuevo desenfado

Semanas después del relajamiento de las restricciones y de cifras de contagios en baja, la situación, ahora, ya no es tan simple. Encontrarse con amigos, sí, ¿pero cómo? ¿En el parque, donde hay menos posibilidades de contagio? ¿O también en casa, a pesar de las advertencias sobre el peligro de los aerosoles al hablar o reír? ¿Volar a una lugar de vacaciones, o pasar el tiempo libre en el balcón? ¿Trabajar en casa o en la oficina? Y la mascarilla, ¿protege realmente o solo molesta?

Es decir, ¿qué pasó con esa solidaridad de los primeros tiempos de la pandemia? Según Alena Buyx, no ha desaparecido, sino que se ha regionalizado. Los "focos de solidaridad" surgen justamente allí donde son necesarios, donde las cifras de infección aumentan rápidamente, como en los mataderos, o luego de una misa o de visitas a un restaurante. "El esfuerzo solidario no es menor, sino que cambió, y eso tuvo que ser así", explica la experta. "También tenemos todavía normas que rigen en todo el país, como la obligación de usar mascarilla en determinados lugares, el distanciamiento social de un mínimo de 1,5 metros, y las reglas de higiene. Pero también tenemos otro nivel en el que hay diferencias, y esos son los focos de solidaridad", subraya.

En Gütersloh, Westfalia, por ejemplo, donde viven muchos de los trabajadores de la procesadora de carne Tönnies, y donde Julia Held y otros voluntarios están poniendo el hombro. Pero cabe preguntarse cuánto tiempo las personas se mostrarán solidarias. Buyx cree que el "potencial de solidaridad" no es infinito. Es por eso que el Consejo Alemán de Ética, el cual preside, se ocupa de analizar otro tipo de aperturas luego de las restricciones impuestas por la pandemia. Un concepto que tiene en cuenta la regionalización de las medidas prevé que se impongan nuevas restricciones tan pronto como en un distrito se produzcan más de 50 nuevas infecciones por cada 1.000 habitantes en un lapso de siete días, la llamada "incidencia de siete días".

Para Julia Held, que comienza su jornada como voluntaria a las seis de la mañana, y termina a las doce de la noche, todavía no llegó el momento de rendirse. "No me resulta difícil porque veo lo agradecida que está la gente por lo que hacemos", asegura.

(cp/vt)

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