1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

Verwirrende Volkswirtschaft

Pablo Kummetz26 de septiembre de 2012

¿Cómo solucionar la crisis financiera y de deuda? ¿Debe Grecia abandonar la eurozona? ¿Nos amenaza la inflación? Los consejos de los economistas son hoy más importantes que nunca. Pero sus tesis son a menudo criticadas.

Imagen: dapd

Casi nadie cree ya que los mercados puedan regularse a sí mismos. La falta de ideas entre los economistas lleva a fuertes debates incluso dentro de los círculos especializados.

“Quizás sea ese justamente el mensaje más importante de mis reflexiones: que en la economía no hay leyes absolutas que puedan aplicarse tan sencillamente como en la física”, dice Thomas Straubhaar, director del Instituto de Economía Mundial de Hamburgo (HWWI) y pone a discusión incluso las reglas básicas de las ciencias económicas.

No hay soluciones patentadas

Para problemas complejos no hay soluciones fáciles patentadas. No puede afirmarse, por ejemplo, que “la eurozona estaría salvada si Grecia al abandona”, dice el experto en entrevista con DW.

Agrega que las ciencias económicas pueden analizar qué procesos tienen lugar, qué consecuencias tendrán determinadas medidas, qué ventajas y desventajas tendrán y también qué beneficios pueden traer. En síntesis: la verdadera tarea de los economistas es el análisis, pero cuando comienzan a evaluar los hechos analizados, se topan con límites.

Análisis en lugar de evaluación

La consecuencia lógica de ello para Straubhaar es que los economistas deberían ser más precavidos a la hora de realizar propuestas para soluciones de problemas complejos. En la “enrarecida atmósfera” actual no existen soluciones fáciles para salvar el euro. Por el contrario, se trata de mostrar qué opciones son efectivamente posibles y poner a disposición de los políticos criterios para tomar decisiones.

Max Otte, economista, gestor de fondos de inversión y autor de libros, va incluso más allá con la crítica a los economistas. En su libro “El crash viene” predijo ya en 2006 la crisis financiera global. Otte no cree que los economistas puedan aportar algo con sus conocimientos académicos a la superación de la crisis. Por el contrario.

Los economistas refuerzan la confusión

“Momentáneamente, los economistas aumentan la confusión” dice Otte en entrevista con DW. “No advirtieron de la crisis y ahora nos dan toda una serie de evaluaciones y propuestas de soluciones contradictorias, de tal forma que la acentúan y profundizan”, agrega lapidariamente.

Otte no esta solo. Toda una serie de críticos opinan que los usuales modelos matemáticos de las ciencias económicas no reflejan ni registran adecuadamente los actuales escenarios de crisis. En otras palabras: no es posible calcular cómo se comportarán diferentes personas en diferentes situaciones.

Comportamiento vs. mercado

Otte propone que se estudie cómo el comportamiento humano depende en gran medida de sentimientos y prejuicios. Junto con otros críticos exige una aproximación de las ciencias económicas a disciplinas tales como la sociología, la filosofía, la psicología, la historia e incluso la biología.

Ya existen algunos enfoques que van en esa dirección, por ejemplo en el marco de la “economía del comportamiento”. Sin embargo, esa disciplina está considerada actualmente un fenómeno marginal y no es tomado muy en serio en la corriente principal de pensamiento de las ciencias económicas, marcado sobre todo por un fundamentalismo de mercado.

Max Otte no cree que las ciencias económicas puedan reformarse profundamente a sí mismas. Ni que sus representantes hayan aprendido algo de sus errores en la evaluación de la crisis de deuda. “En principio deberían sacar la conclusión de que toda su ciencia se apoya sobre bases equivocadas”, afirma Otte.

Su convicción es que en la economía real se trata siempre de procesos sociales, seres humanos, desequilibrios y estructuras de poder. Agrega que para los economistas tradicionales, por el contrario, la premisa básica es que el mercado ya lo solucionará todo.

“Pero no existe un mercado único”, afirma Otte, “sino que hay numerosos mercados y todos funcionan de manera diferente”. Su conclusión: habría que comenzar por allí. Actualmente, sin embargo, no parece que los economistas se quieran dejar convencer.

Autor: Klaus Ulrich / PK

Editor: Enrique López

Ir a la siguiente sección Descubra más
Ir a la siguiente sección Tema del día DW

Tema del día DW

Ir a la siguiente sección Más de DW