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Política de cañoneros en el mar de Azov

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Bernd Johann
27 de noviembre de 2018

La tensión entre Rusia y Ucrania continúa escalando. Si no se le pone un fin, la amenaza va más allá de un nuevo conflicto militar, teme Bernd Johann.

Imagen: Reuters/Ukrainian Presidential Press Service/M. Markiv

La disputa entre Kiev y Moscú ha alcanzado un nuevo clímax. El liderazgo de Ucrania ha impuesto la ley marcial en gran parte del país, en respuesta al tiroteo y captura de tres barcos militares ucranianos por parte de Rusia durante el fin de semana.

Kiev pretendía trasladar sus barcos de Odessa, en el Mar Negro, a los puertos de Berdyansk y Mariúpol, en el Mar de Azov, a través del Estrecho de Kerch. Pero Rusia los detuvo violentamente y arrestó a sus tripulantes en Crimea. Varios marineros ucranianos resultaron heridos en la acción.

A Ucrania le asiste el derecho

Ucrania protesta contra este procedimiento, y con razón. Rusia está violando el derecho internacional, la Convención Internacional sobre el Derecho del Mar y un tratado bilateral de ambos países sobre el uso del Mar de Azov. Todos ellos prevén la libre circulación de buques, incluidos los buques de guerra. Al igual que con la anexión de Crimea y su apoyo a los separatistas en la región de Donbás, el Kremlin demuestra nuevamente que ignora tratados legalmente vinculantes y apuesta por la política de la fuerza.

Con razón, Ucrania recibe apoyo internacional. Socios en Europa como Alemania, pero también Canadá y Estados Unidos, continúan apoyando a Ucrania. La evaluación legal y política de la agresión rusa está clara. La afirmación de Moscú de que Ucrania violó territorio ruso no puede ser cierta, porque casi ningún país del mundo reconoce la anexión de Crimea.

¿Están restringidos los derechos civiles?

Pero, ¿por qué el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, decreta ahora la ley marcial? Poroshenko quiere movilizar reservistas, así como fortalecer la defensa nacional y la seguridad de la información. Sin embargo, en pie de guerra, podrían restringirse también derechos civiles como la libertad de reunión y expresión, o podrían imponerse medidas de coerción económica. Aunque Poroshenko ha insistido en que tal cosa no sucederá, seguramente los ucranianos continuarán temiendo lo peor. Pues el decreto presidencial, aprobado por los miembros del Parlamento en la noche del lunes (26.11.2018), está vagamente formulado en muchos puntos.

Bernd Johann, redactor de DW.

En realidad, Poroshenko quería aplicar la ley marcial por 60 días y en todo el país. Pero, después de una sesión parlamentaria caótica, con muchas correcciones, se aplicará por 30 días y en solo diez áreas, cercanas a territorio ruso o controlado por Rusia. No queda claro cómo eso mejorará la defensa nacional.

En cualquier caso, a la mayoría de los parlamentarios les parecieron exageradas las demandas del presidente. Y es que Ucrania debe volver a elegir a su jefe de Estado el 31 de marzo del próximo año. Con este fin, la campaña electoral debe comenzar a fines de diciembre, o sea, en poco más de 30 días. Si la ley marcial se impusiera por más tiempo, sería imposible celebrar elecciones, pues la democracia estaría efectivamente anulada.

¿Ley marcial como maniobra de campaña electoral?

Solo después de una dura lucha, el presidente se ha rendido. Fue recibido por un fuerte viento en contra en el Parlamento. El otrora hombre fuerte de Ucrania está maltrecho. Cinco años después del masivo movimiento de Maidán, que salió a la calle por una Ucrania democrática y contra la corrupción, la mayoría de los ciudadanos se muestra insatisfecha con la gestión de Poroshenko.

No sorprende, entonces, que muchos ucranianos estén preocupados por la ley marcial. La guerra separatista respaldada por el Kremlin en el este de Ucrania contra Kiev costó más de 10.000 vidas. Sin embargo, durante años, el liderazgo ucraniano habló solo de una operación antiterrorista.

Ahora se declara la ley marcial porque tres barcos militares fueron capturados por Rusia en el estrecho de Kerch. ¿Es esta una maniobra de campaña de un presidente contra la pared? En cualquier caso, tan cerca de las elecciones, esta situación no fomenta sino desconfianza: no solo en la población ucraniana, que no quiere perder sus libertades democráticas; sino también entre los socios de Ucrania en Occidente, que ya presionan para desescalar tensiones. Mientras tanto, Moscú continúa su política de cañoneros y empuja a Kiev a la deriva.

(rml/cp)

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